REINA Y REYES

REINA Y REYES

por - Críticas
08 Jul, 2007 11:48 | Sin comentarios

**** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver ● Sin Valor

por Roger Alan Koza

Cuatro ideas por minuto

 Emmanuelle Devos, Mathieu Amalric, Catherine Deneuve, Arnaud Desplechin

Reina y reyes, Francia, 2004.

Dirigida por Arnaud Desplechin. Escrita por A. Desplechin y Roger Bohbot.

**** Obra maestra

 El primer filme de Desplechin estrenado en el país llega muy tarde, pero sigue siendo una excelente lección de cine contemporáneo.

Dice Arnaud Desplechin que mientras rodaba Reina y reyes no dejaba de mirar una máxima de Truffaut que había colgado en la pared: “En cada minuto, cuatro ideas”. En efecto, esta pieza magistral de cine contemporáneo materializa conceptos filosóficos, mitos griegos y problemas paradigmáticos de la vida burguesa con la ligereza de un melodrama cualquiera y el aplomo de un clásico. El pensamiento devenido en espectáculo, y una intuición dominante que sobrevuela un relato tan veloz como las sinapsis en el cerebro: la sabiduría consiste en orquestar lo cómico y lo trágico.

Todo se inicia con un fondo mítico: Zeus enamoró a Leda, esposa del mortal Tindareo, disfrazado de cisne. Una declaración enigmática, acaso sobre la seducción como una conducta antiquísima entre los hombres. Las dos horas y media que restan están divididas en dos capítulos y un epílogo: “Nora”, seguido por “Terribles liberaciones”, y un epílogo, este último una verdadera lección de vida desprovista de facilismos kitsch propios del cine de autoayuda.

Nora (Emmanuelle Devos) estuvo casada dos veces y está por volverlo hacer. Tiene 35 años y dirige una galería de arte. Su hijo de 10 años es su vida, y éste fue criado por su segundo esposo, pues el primero murió antes que naciera el niño. El padre de Nora (Maurice Garrel) es un escritor reconocido, y de sus dos hijas, la prefiere. Ismael (Mathieu Amalric), su segundo esposo y de profesión violinista, quizás adopte legalmente al niño, aunque tendrá que resolver dos obstáculos: pagar sus impuestos y obtener el alta para salir del hospital psiquiátrico en el que habrá de estar por 3 semanas a pedido de un tercero, un familiar. Evidentemente, son lazos familiares complejos.

Narrativamente cubista, el secreto de Reina y reyes está en las formas. He aquí un realizador cuya noción de cine se sustenta en un montaje frenético sin que por ello se trate de un director que salva sus películas en la sala de edición. Todo lo contrario. Desplechin concibe primero ideas y formas, luego las registra, y encuentra su síntesis en el momento del montaje. Bajo su dirección el flashback y los jump cuts parecen ser técnicas recién descubiertas. Las secuencias oníricas son extraordinarias, y es novedoso el modo en que la banda de sonido constituye un suplemento de la vida emocional de los personajes. Pero si hay una revelación estilística ello recae en un pasaje en el que vemos a una especie de fantasma recitar una carta. Es un texto elegíaco, sublime, siniestro.

Reina y reyes puede remitir en su existencialismo vertiginoso (y casi coral) a Magnolia, pero carece del solapado cinismo y la espiritualidad New Age de aquella. Aquí no llueven sapos, y lo humorístico siempre neutraliza lo dramático. En verdad, el filme en su conjunto parece llevar la técnica freudiana de la asociación libre a la esencia del relato; detrás de lo aleatorio yace una lógica pletórica de sentido. En efecto, si hay algo que Desplechin elabora junto con sus personajes es la contienda diaria que todo sujeto experimenta para lograr lo que desea. La lucha contra el impedi menta. Un modo de definir el alma que, como dice Ismael, “es una forma de negociar cotidianamente con la cuestión del Ser”.

Copyleft 2000-2007 /Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada por el Diario La Voz del Interior durante el mes de junio de 2007.