QUÉMESE DESPUÉS DE LEER

QUÉMESE DESPUÉS DE LEER

por - Críticas
12 Nov, 2008 09:58 | comentarios

**** Obra maestra  ***hay que verla  ** Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

LOS DILENTANTES DEL CIELO

 

Quémese después de leer, EE.UU., 2008.

Escritay dirigida por Ethan and Joel Coen

*Tiene un rasgo redimible

La nueva película de los Coen es un paradigma de su cine, al que se ha tomado por genial y original, precedido de un consenso que los canoniza y los protege y que no permite pensar

Celebrados, premiados, admirados, los hermanos Coen filman como si bajaran a la tierra a ver un poco la mugre humana; son deidades consagradas y perspicaces, cuyas películas suponen lecturas cultas y sutiles disimuladas por la superficie pop de sus relatos, a veces cómicos, a menudo irónicos, y jamás desprovistos de sangre. Aparentemente, los hermanos hablan en serio, y sus películas dialogan con los grandes del pensamiento: Platón, Baudrillard, Kierkegaard, MacIntyre, al menos si uno lee el reciente libro publicado por Mark. T Conard, La filosofía de los hermanos Coen.

Sin dudas, los Coen sí tienen una filosofía y la ejercitan por cada película que llevan a la pantalla. Nihilistas cuasi aristocráticos, la especialidad de los Coen es el desprecio y la misantropía, preferentemente, la clase trabajadora, a la que consideran ignorante y tosca por naturaleza. Prácticamente no hay personajes queribles en su filmografía, excepto Lebowski, cuya amable dispersión ontológica suaviza el desdén siempre presente, en un film que sí puede considerárselo filosófico, pues la única película íntegramente interesante de los Coen, El gran Lebowski, es una meditación cómica sobre la contingencia radical de la existencia. Todo es polvo para los Coen, pero en esa ocasión, uno bueno.

Y así llega, después de su oscarizada Sin lugar para los débiles, una comedia ácida y política, Quémese después de leer, en donde sus estrellas protagónicas han incursionado en la imbecilidad propia para la construcción de sus personajes y la lucidez satírica de los hermanos, se dice, está más afilada que nunca.

Todo empieza en un descenso casi celestial. Menos satelital y más parecido a una exploración cibernética característica del Google Earth, los hermanos llegan a la Tierra, es decir Estados Unidos, para confirmar que no hay vida inteligente. Es posible que tengan razón, al menos esta vez, pues a juzgar por el coeficiente intelectual de los miembros de la CIA la hipótesis de los Coen no es del todo desacertada.

Tras un plano elegante de zapatos y corredores (a la vieja usanza de Kubrick y la steady-cam en El resplandor) se llega a un despacho de segundo orden en alguna oficina de la institución encargada del espionaje y de la seguridad de los norteamericanos. Un tal Osbourne Cox (John Malkovich) habrá de ser «despedido». Ineficiencia y alcoholismo, dos motivos suficientes, en una institución en donde el cinismo es la regla, aunque se admiten mormones. En esa pieza casi de utilería empieza todo, y de allí en adelante, Cox será el catalizador narrativo, el punto de intersección por el cual todas las criaturas patéticas del film habrán de pasar, hasta regresar a esa misma habitación, sumando entonces incidentes varios que habrán de señalar el funcionamiento administrativo cretino de la CIA y su performance merecedora del adjetivo idiota.

Pero Quémese después de leer poco tiene que ver con la CIA (y la vieja KGB) y una cartografía de la paranoia y una demencia solapada de un pueblo hostigado por el fantasma post 11/9. La pertinencia sociológica de los Coen es equiparable a la solidez académica del superagente 86, (pero exenta del humanismo cándido de la serie y la película): nula, digna del universo de un cartoon, falsamente ampulosa, pues su mirada política y social ahistórica y esquemática atraviesa cada fotograma. Las presencias de George Clooney y Tilda Swinton una pareja de amante -él, miembro del gobierno y compulsivo mujeriego; ella, una odontóloga fálica y poderosa- podrán remitir al interesante thriller Michael Clayton, pero no es otra cosa que un guiño inconsistente e inmerecido, acaso protector…

 Copyleft 2008 / Roger Alan Koza

Esta crítica se publicará de forma completa en el próximo número de la revista La Rana durante en el mes de noviembre.