POR UNA VÍA POÉTICA

POR UNA VÍA POÉTICA

por - Ensayos
30 Sep, 2022 06:57 | comentarios
A propósito del desdén al último Godard.

En una película hermosa titulada À vendredi, Robinson (2022) de Mitra Farahani, en un intercambio de cartas entre el extraordinario cineasta iraní Ebrahim Golestan y Jean-Luc Godard, este último titula una de sus misivas cinematográficas del siguiente modo: “El poeta resiste en tiempos de angustia”. Es una afirmación temeraria y misteriosa, sobre todo para una cultura como la vigente, en la que el valor supremo es la productividad y el provecho económico organiza la administración de los esfuerzos. Quien dijo alguna vez “El tiempo es dinero” produjo una herida en la experiencia del tiempo y devaluó la naturaleza del ocio a una mera oposición momentánea y asimétrica de los negocios.

Adiós al lenguaje

Desde los inicios de la cultura occidental, los poetas resultaron sospechosos. La principal acusación, que propone en sí un criterio de menoscabo fundacional, provino del señor de la República, el filósofo Platón. Intuyó una debilidad en el uso del Logos, una inadmisible flexibilidad en el empleo de los términos y sus significaciones, demasiado lábiles para una teoría general de los conceptos. Esa percepción sobre los poetas como escritores sin rigor y compromisos epistemológicos de primer orden alcanza su expresión máxima de desdén en la actualidad. Una dedicación que no produce plusvalía y cuya improductividad resalta negativamente ante la respetabilidad de los hacedores. Un poeta es un inservible, la inversión correlativa de un emprendedor.

El cine no es ajeno a la injuria ubicua sobre la improductividad de los que dedican tiempo a un verso. Un menosprecio convencido y altivo entiende como tediosa toda vía que se desmarque de la voluntad narrativa. La creencia extendida de que en el cine solamente se deben contar historias es un prejuicio que está concatenado con viejas veleidades y modos de vindicación de lo que debe ser un arte u otras prácticas de la sensibilidad. Para quienes abrazan solamente un ideal del cine como novela por otros medios, películas como las de Jonas Mekas, Ignacio Agüero, Gustavo Fontán y las últimas de Jean-Luc Godard son intolerables. Todas desatienden la noción de narración y priorizan la percepción y la ostensible relación de encantamiento que puede establecerse entre la cámara y los estímulos del mundo circundante.

Hay secuencias inolvidables en Adiós al lenguaje y El libro de imágenes. Basta recordar las hojas caídas del invierno, la perra de Godard paseando por el bosque en invierno, una monumental panorámica del mar o un travelling para mirar una laguna. El cineasta no rehúsa ensayar sobre temas clave de toda su carrera (el Holocausto, la situación de los palestinos, el destino de esta civilización, la relación entre la Historia y el cine en el siglo XX), pero también se detiene sobre la hermosura material de todo los existente, bajo la premisa de que el mundo se ve de otro modo cuando existe la puesta en escena, ese saber disponer de los planos, operación estética por la cual la conciencia del cineasta emerge en el movimiento de la imagen.

*Publicado en Número Cero en septiembre 2022.

Roger Koza / Copyleft 2022