OBLIVION / OBLIVION: EL TIEMPO DEL OLVIDO

OBLIVION / OBLIVION: EL TIEMPO DEL OLVIDO

por - Críticas
30 Abr, 2013 12:51 | Sin comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Koza

NOSTALGIA DEL PARAÍSO

Oblivion_starring_Tom_Cruise

Oblivion/ Oblivion: el tiempo del olvido , EE.UU., 2013

Dirigida por Joseph Kosinski. Escrita por J. Kosinski, Karl Gajdusek y Michael Arndt

* Tiene un rasgo redimible

Podría haber sido genial, y tiene unos primeros minutos sólidos y misteriosos, pero toda poética se enfrenta hoy ante el imperativo de explicarlo todo y banalizar una intuición original. 

Steve Jobs tiene su inmortalidad garantizada como fundador de una religión tecnológica; al menos quienes vean Oblivion: El tiempo del olvido no olvidarán una especie de inmenso I-Pad en el que una tripulante manipula con las yemas de los dedos la totalidad de la información en sus quehaceres cotidianos. Las películas de ciencia ficción son lupas puestas en el presente donde se proyectan prácticas y creencias contemporáneas en un futuro (no muy) lejano.

2077 no es inimaginable, pero el paisaje postapocalíptico del filme de Joseph Kosinski (Tron: El legado) resulta desolador, sobre todo para esa parte de la audiencia que es testigo potencial. El planeta azul en el que vivimos prácticamente ha muerto; después de varias explosiones atómicas, la biósfera reorganizó su equilibrio al son de terremotos y tsunamis. De la civilización y los ecosistemas quedan escombros, y los seres vivos brillan por su ausencia.

La humanidad sobrevivió a una guerra, tras una invasión alienígena, y el costo fue la pérdida del planeta. Los homo sapiens viven en Titán, una de las lunas de Saturno, y para poder hacerlo hay que transformar el mar en energía. Es por eso que Jack (Tom Cruise) patrulla unos enormes reactores alojados en la Tierra; acompañado por su mujer y supervisado desde Saturno por una oficial que les da la bienvenida todas las mañanas, pasa sus días. Son un equipo perfecto, y muy solitario, pues literalmente viven en un penthouse flotante en las nubes, fuera del alcance de los “carroñeros”, los viejos enemigos provenientes de algún planeta lejano que residen en nuestra Tierra baldía, siempre intentando sabotear las tareas técnicas que sostienen la vida de nuestra especie.

Pero no todo es lo que parece, como se intuye en la repetición de una escena onírica: un sueño recurrente con una bellísima mujer y el Empire State en un tiempo remoto, casi mítico, perturba a Jack.

La ciencia ficción suele predisponer a la metafísica y a la actividad filosófica. En ese sentido, la película carece de la fuerza conceptual de filmes como En la luna, Solaris e Inteligencia artificial y, más que exponerlas con inteligencia, balbucea algunas ideas. Su punto fuerte está en la resolución visual de un mundo sin entidades vivientes, una existencia extenuada (el trabajo de Claudio Miranda detrás de cámara, como en Una aventura extraordinaria, es esencial: el registro y los efectos especiales son extraordinarios, pues existe una lógica cinematográfica que los articula).

Más que Oblivion (Olvido), el filme podría llamarse “Nostalgia”. Jack parece añorar un tiempo paradisíaco: una cabaña, un par de libros, un tocadiscos. No se trata de un mito de origen, sino de un tiempo preciso, anterior a la digitalización de nuestro mundo. Es la Tierra y la cultura pop en su estadio analógico, sin pantallas omnipresentes y sin la obsesión del almacenamiento. Más allá de las vaguedades teológicas con las que se cierra Oblivion, es en ese contraste antitético entre lo digital y lo analógico en donde se percibe la virtud característica del género: acicatear la especulación filosófica mediante el libre ejercicio de la imaginación. Entre tiros y efectos visuales, a veces asoma el pensamiento.

Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La voz del interior en abril 2013

Roger Koza / Copyleft 2013