MES FICUNAM 2015 (23): MEMORIA FOTOGRÁFICA

MES FICUNAM 2015 (23): MEMORIA FOTOGRÁFICA

por - Festivales
13 Mar, 2015 07:13 | comentarios

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La quinta edición terminó muy bien. Se trabajó tanto. Fueron muchos días de una intensidad que no da truega. Personamente, recién entiendo qué pasó en el festival cuando culmina. Y pasó de todo.

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El público en el CCU, corazón del festival

A medida que pasan los años, tengo la impresión de que la audiencia crece y está conformada especialmente por jóvenes. No sé muy bien de dónde vienen, pero están y en la medida que puedo percibirlos parecen estar satisfechos con la propuesta, que es exigente pero también amable. Hubo algunas funciones llenas y casi siempre había mucha gente en los cines. El festival, de a poco, va construyendo una audiencia. Es una de las tareas más importante para un festival.

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Lisandro Alonso

Van cinco ediciones y las películas que han ganado a lo largo de los años son la siguientes: Aita, Yatasto, Leviathan, Costa da Morte y Jauja. Creo que este fue el año en el que sentí por primera vez que cualquiera de las doce podía ganar, y en cualquier caso estaría conforme. Los premios de esta edición me dejaron pensando un largo rato, más que nada la combinación de éstos. Ningún frenesí nacionalista me lleva a sentir la victoria de Jauja como un triunfo merecido. Desde su estreno en Cannes siento que la lectura de ese film ha sido inexacta, acaso injusta. Pero poco importan los ganadores. Creo en las 12 películas elegidas por igual. Me pregunté qué hubiera hecho yo si hubiera sido miembro del jurado. ¡Qué dificíl!

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Sergei Loznitsa en su clase magistral

Desde el inicio Ficunam ha definido con precisión su agenda artística: revisar y actualizar la política de los autores. En el primer año hicimos retrospectivas de Peleshian, Weerasethakul, Eustache. Seguimos con Omirbayev, Adachi, Guiraudie y muchos otros directores esenciales. Este año fueron cuatro las retrospectivas. Sergei Loznitsa fue uno de los elegidos. He escrito sobre su obra en general y sobre todos los filmes en particular. Hablando con él descubro un núcleo ético y matemático en sus películas. Loznitsa mostró un gráfico en el que medía la duración de los planos de su película. Por un momento, hablando con él, sentí que habíamos dejado el cine y estábamos hablando de física. Durante su clase magistral recordé inmediatamente a Gilberto Pérez. Su muerte reciente lo dejó afuera de Ficunam. Creo que un encuentro entre él y Loznitsa hubiera sido extraordinario.

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Ali Khamraev y su traductora rusa.

Había visto The Seventh Bullet a principios de siglo. Ali Khamraev era un misterio del que tenía noticias vía Kent Jones y Olaf Möller. Pero fue mi gran amigo Jeróme Baron, director del Festival de los Tres Continentes de Nantes, el que me facilitó en el 2012 todas las películas disponibles del director uzbeko. En su momento las vi y le propuse a Eva Sangiorgi, la joven y luchadora directora de Ficunam, que hiciéramos una retro. Tardamos mucho, costó mucho más de lo que pensábamos y cuando creímos que Khamraev ya no venía, algo sucedió y unos días más tarde Khamraev estaba en México. Disfruté escuchar sus anécdotas con Antonioni, Tarkovski, Fellini y Muratova, pero hubo un momento particularmente genial. En el final de su clase magistral dijo algo así como que jamás había ganado premios excepto la reiterada y misteriosa satisfacción que sentía al terminar cada una de sus películas. «Mis premios consistieron en saber que había acabado un film». Khamraev, a diferencia de Loznitsa, no es un teórico. Lo suyo no es la matemática, sino una extraña pasión, acaso un vitalismo desbordante que al devenir película se transforma en conocimiento. (Esta forma de entender el cine me la transmitió uno de los jurados de este año, mi querido amigo Erez Pery, director de Cinema South Festival (Israel), gran amigo de Jeróme, el verdadero autor de esa sentencia). Como sea, las películas de Khamraev son geniales, populares, sofisticadas, y provocativas.

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Rodrigues a la izquierda; Costa a la derecha

Fue el gran momento del festival. El genial y talentoso Joao Pedro Rodrigues conversaba sobre Cavalo Dinheiro, con su director, el gran Pedro Costa. A pedido de este último terminé metido en el medio los dos, lo que constituyó un verdadero privilegio. Mi admiración por ambos directores ha sido siempre explícita. Si hay algo que recordaré a lo largo de toda mi vida es aquel momento en el que se estrenaba Juventud en marcha en el festival de Cannes de 2006. Era mi debut en ese festival y lo que viví ese día lo atesoro como uno de los instantes en el que era testigo de un avance en la historia del cine. En efecto, aquel día yo era testigo de una de las grandes películas del siglo XXI, un título que dejaba una huella en la historia del cine. Costa es austero y amarosamente seco cuando se expresa. Todo lo que dijo tenía un respaldo de años de trabajo. Mal que les pese a sus críticos, el lento tiempo con el que se expresa permite descubrir que la regla de su genio estriba en una paciencia infinita a la espera de algo que sucede frente a cámara solamente en la repetición y la insistencia. Tres mes tardó en filmar la escena antológica del ascensor de Cavalo Dinheiro.

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Régis Hébraud y Sebástien Blayac

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Luis Ospina y Praxedis Razo de FILME

Las otras dos retrospectivas estuvieron dedicadas a Carlos Mayolo y a la pareja de cineastas  franceses Raymond Carrascó y Régis Hébraud. Las copias restauradas de Mayolo permitió revisar una obra original y vital del cine latinoamericano. Reencontrarse con Agarrando pueblo es más que saludable, diría necesario. La astucia de ese film, un clásico rabioso del cine político latino, tiene una vigencia insólita. Esa irreverencia y desobediencia están en extinción entre los cineastas latinos de nuestro tiempo. Carrascó y Hébraud son herederos de una secreta tradición francesa de descentramiento cultural: Antonin Artaud y Jean Rouch están presentes en su obra destinada a filmar la experiencia india del México precolombino. Esta retro se la debemos a Nicole Brenez, que desde su paso por Ficunam insistió con la importancia de este foco.

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Cristina Nord (izquierda) y David Walsh (derecha)

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Carlos Bonfil (izquierda) y Eduardo Russo (derecha)

La Cátedra Bergman y Ficunam se han asociados para llevar adelante el Foro de la Crítica Permanente.

Las premisas de trabajo para las mesas de este año eran las siguientes. En «Cine y teoría» se propuso este marco conceptual: Las preguntas sobre el estado de la teoría en siglo XXI, permiten retomar la reciente confrontación teoría post-teoría y revisar su praxis en el campo total del cine. La revisión, actualización y problematización de varias discusiones de los últimos años en torno a la teoría surgida desde (y sobre) el cine, abren más posibilidades a los debates que exceden al ejercicio de la crítica, como producción discursiva a menudo yuxta- puesta o siempre delimitada por la semántica. La producción de André Bazin es un caso paradigmático, porque como crítico desarrolló una teoría general del cine. En la segunda mesa de «Crítica y política» la premisa decía: se abordará la relación entre crítica e ideología, entre teoría política y teoría cinematográfica, para problematizar la presunta y sospechosa esfera autónoma del arte en general y el cine en particular que, junto a una cierta tendencia a desideologizar el discurso crítico del orden político y prescindir de una relación directa con las tensiones ideológicas que atraviesan a una sociedad.

Bonfil y Russo invocaron a Bazin, un fantasma que vuelve a estar en el centro del debate debido al advenimiento de una nueva ontología de la imagen, a la que Russo denominó numérica. Tesis general: el referente de la imagen ha dejado de existir. En esta mesa recordamos a Gilberto Pérez, quien iba a estar con nosotros, pero que murió de un ataque del corazón unos meses atrás. A él también lo invocamos. Su «fantasma material» anduvo merodeando.

La mesa con Nord y Walsh fue extraordinaria. El gran momento de la mañana llegó cuando Nord invocó a Foucault y Walsh respondió con Trotsky. El debate de fondo consistió en un choque entre dos aproximaciones a lo real (y al cine): el contextualismo holístico, el que sostiene el edificio conceptial de lo que Walsh denomina posmodernidad, y una búsqueda de la verdad objetiva acerca de los procesos históricos y políticos que condicionan el arte en general y el cine en particular. Gran debate, amablemente confrontativo, estimulante y lúcido. Los dos oradores fueron brillantes.

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Fiesta de cierre y premiación

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Nuestro catálogo

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El equipo de Ficunam

Ya estamos preparando la sexta edición. Hay dos retrospectivas decididas y algunos films que ya son candidatos para la competencia 2016. De esta edición nos queda la evidencia de un catálogo que nunca ha recibido una evaluación como merece, nuestro recuerdos personales y un aprendizaje general invalorable.

Para mí es un privilegio trabajar en un festival como Ficunam. Y sería imposible de hacerlo si no estuvieran todos mis compañeros. Ficunam nació del deseo de una mujer llamada Eva Sangiorgi. Es increíble que un deseo individual se convierta en una experiencia social. A ella y a todos los que la acompañan les debo los mejores momentos de mi vida.

(Fin de la serie Mes Ficunam 2015)

Roger Koza / Copyleft 2015