MATURITÀ

MATURITÀ

por - Críticas
10 Abr, 2017 07:05 | 1 comentario
La mejor película taller de Rosendo Ruiz es este amable retrato de una adolescente descubriendo un mundo que ya no será el conocido

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

LA TRANSICIÓN

Maturità, Argentina, 2016

Dirigida por  Rosendo Ruiz Guión. Escrita por R. Ruiz, Candela Álvarez, Paula Ledesma, Verónica Varrone, Alina Santaella, Victoria Tisera, Luciana Dalfovo, Federico González Kriegel

** Válida de ver

El potencial escándalo de una relación prohibida es la excusa para seguir la transformación de la hermosa protagonista en su camino a la madurez

Una adolescente a punto de terminar sus estudios secundarios se enamora de uno de sus profesores. La situación es incómoda y clandestina, aunque como es de esperarse este vínculo prohibido saldrá a la luz. La resolución del escándalo amoroso e institucional no es en definitiva lo que importa, pues como el propio título sugiere el relato gravita por otro lado; es el movimiento interior del personaje de la hermosa actriz Candela Álvarez encaminándose hacia la madurez lo que sustenta el relato. Registrar el mínimo cambio de posición en la conciencia es el desafío estético elegido; y en eso Maturità cumple: lo intangible del crecimiento se materializa sin palabras.

Hombre extraño Rosendo Ruiz, cineasta heterodoxo y de espíritu aventurero. Después del éxito de De caravana y del moderado reconocimiento internacional de Tres D, el realizador optó por hacer películas nacidas en talleres de cine. Maturità es el resultado de un esfuerzo colectivo de un grupo de alumnos de una escuela privada de Córdoba. Los chicos piensan, escriben, trabajan y participan en el filme junto con el director, después, Ruiz y algunos de sus permanentes colaboradores organizan los materiales y le dan forma a la película.

Lo más preciado del amateurismo y el pulido profesional no se anulan en Maturità: el registro es preciso, ningún encuadre es azaroso y los encadenamientos de planos están criteriosamente meditados; a su vez, la inocencia de los intérpretes, inmunes a los “vicios” de cualquier actor entrenado, le confiere al relato un costado casi documental, un plus de verosimilitud involuntario. Lo que interpretan no les es lejano, razón por la cual el guión supera en sus propios términos sus manifiestas limitaciones. La inexperiencia cinematográfica es equilibrada por la experiencia de entender bien lo que se cuenta.

Lo más hermoso en Maturità reside en los pequeños instantes en que Canu vislumbra un nuevo tiempo. Las elecciones presidenciales y el fin de una etapa educativa son los signos evidentes que se le imponen, pero Ruiz consigue atrapar con mayor eficacia cinematográfica la elaboración inconsciente de esa transición escenificando un sueño o recreando el fugaz momento en que el simple acto de abrir una ventana en la mañana se corrobora la existencia de un mundo más complejo y vital que desborda las reglas escolares, el orden familiar e incluso el protocolo de los comicios.

Filmar una transición (el desplazamiento de la conciencia de un tiempo juvenil a otro en que empieza la madurez) demanda cierta sensibilidad y sapiencia (que también se revelan cuando la ciudad de Córdoba gana protagonismo). Es justamente en esa discreta proeza donde resplandece el cineasta y el cine supera el legítimo experimento curricular de una institución educativa.

* Esta crítica fue publicada por el diario La voz del interior en el mes de abril 2017

Roger Koza / Copyleft 2017