LOS OLVIDADOS: DESDE ITALIA: CARLO LIZZANI

LOS OLVIDADOS: DESDE ITALIA: CARLO LIZZANI

por - Columnas
01 Abr, 2021 08:50 | Sin comentarios
Un cineasta formidable, no siempre recordado como merece.

Carlo Lizzani es uno de los nombres del cine italiano que, tal vez por los motivos que señalaremos más adelante -a pesar de haber desarrollado una carrera de seis décadas y de haber sido, además de realizador, guionista, actor, historiador y crítico-, la atención hacia su obra ha quedado circunscripta a un reducido número de críticos y cinéfilos. 

Nacido en Roma en 1922, desde muy joven se mostró interesado por el cine y después del final de la guerra llamó la atención por los guiones que escribió para Rossellini (Alemania año cero) y Giuseppe De Santis (Arroz amargo) ganando por esta última un premio al mejor guion del año. Afiliado desde joven al Partido Comunista, gran parte de su obra muestra un gran compromiso político. 

Luego de rodar desde fines de los 40 algunos cortos y documentales, debutó en el largometraje de ficción en 1951 con Atención, bandidos!, un film en el que bastante tiene que ver su historia personal como partisano resistente al nazismo y fascismo. Este fue el primero de una serie de títulos que forman el núcleo central de su obra, recreando diversos episodios de la historia de su país. 

En 1969 ganó el David de Donatello (Oscar italiano) por Bandidos en Milán, galardón que repitió en 1996 con Celuloide. 

Director del Festival de Cine de Venecia entre 1979 y 1992, desde la década del 80 realizó varios trabajos para la televisión siendo su último film de 2011. 

Carlo Lizzani, se suicidó nonagenario en el año 2013 arrojándose desde el balcón de su casa (del mismo modo que lo hizo su gran amigo Mario Monicelli) quedando trunco un proyecto de filmar una novela de Giulio Andreotti, líder de la Democracia Cristiana. 

Se mencionaba más arriba posibles razones por las que Carlos Lizzani ha quedado bastante relegado en el ranking de los directores italianos de posguerra y dos de ellas pueden ser su postura ideológica de izquierda que se refleja en la mayoría de sus películas y el hecho de adscribir, aunque no de manera lineal, a la estética del neorrealismo. Es sabido que a los realizadores que responden a aquella ideología, gran parte de la crítica tiende a calificarlos de dogmáticos y panfletarios y en cuanto al gran movimiento surgido en el cine italiano de posguerra, también una buena porción de la crítica tiende –sin demasiadas razones atendibles- a considerarlo envejecido y superado, omitiendo que gran parte de las mejores películas italianas de esa etapa forman parte de esa escuela. Lo cierto es que el cine de Lizzani muestra un gran compromiso y sus películas pueden verse como un recorrido por diversos aspectos de la historia política y social de Italia, debiendo señalarse que siempre trató de filmar esas obras en los lugares donde transcurrieron los hechos, algo que le otorga a esos títulos un carácter semi documental. 

Atención, bandidos! (Achtung, banditi!1951)

Pero sería un error reducir a Lizzani al papel un director meramente “contenidista”, ya que hay en él una preocupación formal que se puede apreciar, vg, en su manejo de la tensión dentro de cada plano, su utilización fluida y nerviosa de la cámara, expresada en vigorosos travellings, el montaje preciso (en la mayoría de sus películas trabajó con el mismo editor, Franco Fraticelli), en el uso dramático de los primeros planos y en la excelente utilización de los exteriores. 

Además hay otro rasgo que lo identifica y es la postura políticamente “incorrecta” que aparece en sus films, como es el caso de mostrar la aceptación mayoritaria de los judíos de su destino (El oro de Roma) o el de rodar películas desde el punto de vista de personajes fascistas, en una suerte de intento de mostrar la conducta de ellos desde “adentro” (ejemplo de esto son obras como San Babilo, hora 11 Mussolini: último acto). 

Hay que decir también que Lizzani participaba activamente en los guiones de sus films y, si bien sus títulos abiertamente políticos constituyen el corazón de su obra, también rodó policiales, comedias (un género en el que los resultados no siempre fueron felices) y hasta un par de spaghetti westerns, en uno de los cuales (Requiencast) tiene un papel importante como actor Pier Paolo Pasolini. 

La extensa carrera de Carlo Lizzani cuenta con una buena cantidad de films valiosos por lo que, como es habitual, recomendaremos algunos de ellos.

Atención, bandidos! (Achtung, banditi!1951) es el primer largometraje de ficción de Lizzani y está ambientad en Génova, donde un grupo de partisanos resisten a los alemanes y los fascistas. Filmada con gran nervio, al que el director le agregó su experiencia como resistente, la película, basada en hechos reales, está rodada en los lugares donde ocurrieron, con un muy buen aprovechamiento de la aridez de las locaciones.

Crónica de pobres amantes (Croniche de poveri amanti, 1954) es una adaptación de la famosa novela de Vasco Pratolini, ambientada en Florencia en los años 20, durante los comienzos del fascismo. Gran parte del film transcurre en una calle, una suerte de microcosmos de la Italia de esos años, con sus grandezas y miserias, y cuenta con una muy buena delineación de caracteres, entre los que se destaca el de la usurera que vive en su cama mientras su criada le cuenta, mirando por la ventana, lo que pasa afuera.

L´oro di Roma, 1961

El oro de Roma (L´oro di Roma, 1961) está inspirada en otro suceso real, la exigencia de los ocupantes alemanes de que los judíos les entreguen en 48 horas cincuenta kilos de oro a cambio de respetar su libertad. Obviamente la promesa no es cumplida y los judíos serán deportados y Lizzani pone el acento en la conducta sumisa que adopta mayoritariamente la población de ese origen, expuesta con crudeza en el rol de la protagonista femenina.

El proceso de Verona (Il proceso di Verona, 1963) recrea con intensidad un hecho histórico en los días de la caída de Mussolini, cuando un grupo de fascistas de su gabinete, encabezados por el Conde Ciano, esposo de la hija del dictador (una excelente Silvana Mangano) son acusados de haberlo traicionado y serán juzgados y condenados  por sus propios compañeros, con el diario del Conde como McGuffin del relato.

Frente al amor y la muerte (Svegliati e uccidi, 1966) toma como personaje central a Luciano Lutring, un ladrón que se dedica a romper vidrieras para efectuar sus robos y luego se embarca en un golpe de mayor magnitud. Con una conflictiva relación con su pareja, una cantante de cabaret, el film oscila entre el policial y el drama, con un muy buen trabajo de Lisa Gastoni y uno menos convincente de Robert Hofman en el protagónico.

Bandidos en Milán (Banditi a Milano, 1968) registra con gran vigor y un gran trabajo de cámara y de montaje las andanzas de un grupo de delincuentes liderados por un respetable empresario que va a misa todos los domingos y no permite el uso de minifaldas en su trabajo y en el que Milán está presentada como un auténtico nido de mafiosos y corruptos donde cualquiera, como el protagonista, puede convertirse en un líder del hampa.

La amante de Gramigna (La amanti di Gramigna, 1969) está ambientada en Sicilia en 1865, época de enfrentamientos entre monárquicos y partidario de Garibaldi, donde Gramigna, un ex garibaldino, luego de ser estafados él y su padre por un noble, mandamás del lugar, decide convertirse en una suerte de justiciero solitario, fugándose con la muchacha a quien le habían alquilado su casa. El film más violento y visceral del director.

Mussolini: último acto (Mussolini: ultimo atto, 1974) describe los últimos días de Mussolini (un excelente Rod Steiger) luego de su fuga e intento de irse a Suiza con su amante tras la rendición de las tropas fascistas y el abandono a que lo someten. Un tenso thriller político en el que el director patea al tablero presentando los hechos desde el punto de vista del dictador, con la curiosa relación con Clarissa Pettacci en el medio.

San Babilo, un delitto inutile, 1976

San Babilo, hora 11un delito inútil ( San Babilo, un delitto inutile, 1976) sigue las andanzas de una pandilla de jóvenes fascistas en Milán que se dedican al robo, las violaciones y los atentados, hasta llegar al crimen gratuito. Otra vez Lizzani se mete en la intimidad del grupo en un relato con varias secuencias notables, lastrado por momentos por el trazo grueso con el que están delineados los personajes secundarios.

Celuloide (Celluloide, 1995) es una vívida recreación de los avatares de la filmación de Roma, ciudad abierta, las dificultades con los productores y los enfrentamientos de Rossellini con su guionista Sergio Amidei. La película más entrañable, y una de las mejores, del director que es también un homenaje a los comienzos del neorrealismo. Un reparto excelente con una Lina Sastri inolvidable interpretando a Anna Magnani.

Hotel Meina (2007) reconstruye un trágico hecho ocurrido hacia el final de la guerra cercano a la frontera de Italia con Suiza, en el que un grupo de judíos es primero encerrado en las habitaciones de un hotel, siendo luego la mayoría de ellos asesinados por los alemanes. Un film duro y de gran tensión dramática, en el que los esfuerzos de una alemana infiltrada y un grupo de partisanos no alcanzan para evitar el desolador final.

Jorge García / Copyleft 2021