LOCO CORAZÓN

LOCO CORAZÓN

por - Críticas
03 May, 2010 11:12 | comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

LA CANCIÓN ES LA MISMA

https://i0.wp.com/filmreviewonline.com/wp-content/gallery/crazy-heart/crazy-heart-jeff-bridges-robert-duvall.jpg?resize=364%2C268

Loco corazón / Crazy Heart, EE.UU, 2009.

Escrita y dirigida por Scott Cooper.

**Válida de ver Una de las grandes películas de la década y uno de los directos más promisorios de su generación.

Las majestuosas panorámicas en la apertura de Loco corazón remiten a un western, género estadounidense por antonomasia. Quizás exista un secreto hilo conductor, un sonido en común entre los pretéritos pistoleros y los músicos del género country. No empuñan rifles sino guitarras, pero se visten parecido y en sus giras musicales van de cantina en cantina.

Loco corazón parece un cover cinematográfico. La canción la conocemos de memoria, y lo que vale (sobre todo en este caso) son las interpretaciones y algunas variaciones del tema. Ya lo sabemos: Hollywood ama los relatos de fracasos y redenciones. Sea un cantante, un hombre de negocios, un policía, lo que importa es corroborar un imaginario: la voluntad de un individuo es lo que hace la diferencia. En efecto, el héroe americano es antes que nada aquel que conquista sus zonas erróneas y se supera.

Bad Blake es el caso en cuestión. Una leyenda del country sumido en la decadencia, la soledad, el alcohol. Hace tiempo que no compone melodías nuevas: acordes y rimas que, según él, traducen su propia experiencia de vida. Sus presentaciones en bares de mala muerte contrastan con la carrera de un protegido suyo, Tommy Sweet, y este contraste parece ser el símbolo de dos épocas de la música, antes de devenir todo en puro negocio. El pasaje en el que Bad y Sweet tocan juntos en un estadio colmado es como un diagrama de Benn: se yuxtaponen dos estadios históricos y estilos de concebir la música y el espectáculo.

Lo que cambiará la vida de Bad será el encuentro con una periodista, uno que excede cuestiones laborales y que precipita paulatinamente un deseo de vivir. Bad, por otra parte, en sus peores momentos, jamás se transforma en una bestia caucásica: ni golpea a sus mujeres, ni maltrata a quien esté cerca. Su máximo pecado es no haber conocido a su único hijo. Autodestruirse es su especialidad.

Basada en una novela de Thomas Cobb, Loco corazón no sólo reivindica a su personaje, sino que oblicuamente también reivindica a su intérprete, Jeff Bridges, un gran actor por mucho tiempo relegado, quien compone aquí un personaje que sintetiza sus mejores trabajos. Además de encontrar el lenguaje corporal y la expresión facial precisos para su criatura alicaída, Bridges interpreta todas las canciones que se ven en el filme. Que haya ganado un Oscar por este papel es lo de menos.

La ópera prima de Scott Cooper, actor devenido en director, se sostiene en sus intérpretes, aunque la película destila un sorprendente sentido del timing en todas sus escenas y una búsqueda discreta de un estilo cinematográfico. La escena en que Robert Duvall y Bridges están pescando compendia una inquietud estética. Cooper, por otra parte, se desmarca, felizmente, del montaje frenético, un imperativo de nuestro tiempo para registrar conciertos y eventos musicales.

La virtud de Loco corazón reside en su reserva dramática y en su elección de no enfatizar catarsis de todo tipo. Cada vez que el filme puede adoptar un tono trágico, elige la parsimonia, extraña elección cuando se trata de borrachos y estrellas caídas. La canción es la misma, pero el modo de interpretarla es su mayor diferencia, su imperceptible victoria.

Esta crítica fue publicada en otra versión en el diario La Voz del Interior en el mes de abril 2010.

Roger Alan Koza / Copyleft 2010