LEONES POR CORDERO

LEONES POR CORDERO

por - Críticas
11 Dic, 2007 12:38 | 1 comentario

 **** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible °Sin valor

Por Roger Alan Koza

¡VOTEMOS A HILARY!

Leones por corderos, EE.UU., 2007.

Dirigida por Robert Redoford. Escrita por Matthew Michael Carnahan.

°Sin valor

El pusilánime film del creador del Sundance es un ejemplo preciso para conocer los límites del imaginario demócrata de los Estados Unidos y su traducción cinematográfica.

Lo dijo el César: «La libertad no es el regalo de Estados Unidos para el resto de las naciones; es el regalo de Dios para la humanidad». Pero lo que este intérprete privilegiado no dice pero postula es que EE.UU. es el instrumento elegido para administrar ese regalo divino, que todos desean, supuestamente, incluso si la pedagogía elegida implica pólvora y osamenta.

Si el propósito consciente de Leones por corderos es criticar la intervención de Estados Unidos en Irak y Afganistán (y quizás pronto Irán, aquí insinuado), su agenda inconsciente es confirmar el rol policial e ideológico de ese país, a pesar de que uno de los personajes tímidamente exprese algo parecido a una objeción. El bello demócrata Redford sabe que el congreso está tomado por un grupo de fanáticos neomedievales, y que es hora de que regrese la racionalidad secular. Su película es una oblicua maniobra electoral. Si Hilary feminiza la casa blanca habrá menos sangre, aunque el paradigma será el mismo. Redford no es ni Noam Chomsky ni Howard Zinn. 

Retórica y mecánica, Leones por corderos combina tres relatos, enhebrados en un inepto montaje cruzado que supone la simultaneidad de lo que ocurre en tres espacios simbólicamente significativos, que habrán de constituir los escenarios principales de la totalidad del relato: Afganistán, la oficina de un senador y el escritorio de un profesor universitario, Unos cuantos flashbacks deslucidos se intercalarán para ofrecer un poco más de información sobre algunos personajes. El tema de fondo: una secreta y nueva estrategia militar para tomar las riendas de Afganistán e Irak. El lema de fondo: evitar otro Vietnam.

Así, un joven senador republicano interpretado por Cruise, intenta persuadir a una vieja periodista liberal encarnada por Streep: la prensa debe volver a vender la guerra contra el terror. Se trata de construir otra vez una gran noticia y un relato para constituir una victoria. Es una primicia, pero la acción ya ha comenzado. Y en esta nueva aventura imperialista, o más bien una etapa más de esta bizarra revolución capitalista, dos alumnos del profesor Malley (Redford), uno latino y el otro afroamericano, ya son dos potenciales víctimas: los «fucking» talibanes están a punto de masacrarlos. Al mismo tiempo, Malley intenta que un supuesto alumno brillante comprenda el valor del compromiso y deponga la actitud cínica que le domina tanto a él como a sus congéneres generacionales.

Involuntariamente castrense, Leones por corderos alude a una apócrifa sentencia de un militar alemán en la primera guerra mundial sobre la incompetencia de los generales ingleses respecto de sus soldados dirigidos. El comentario aquí es social: son las clases bajas quienes se sacrifican mientras que la aristocracia caucásica, a excepción de Condolesa Rice, orquesta sus negocios por otros medios.

Sin embargo, el contrabando ideológico es aquí evidente, pues no sólo se encomia el heroísmo del soldado raso, sino hasta se llega a sugerir que la conscripción obligatoria es un eficaz método de integración social. Mientras, el rostro del afgano sigue siendo invisible, o en su defecto, una mancha en un monitor satelital lista para su exterminio.

Copyleft 2000-2007 / Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada con algunas modificaciones en el mes de noviembre por el diario La Voz del Interior de la provincia de Córdoba.