LAS POETAS VISITAN A JUANA BIGNOZZI

LAS POETAS VISITAN A JUANA BIGNOZZI

por - Críticas
24 Sep, 2020 07:34 | comentarios
Citarella vuele a codirigir, en esta ocasión, con Mercedes Halfon, reconocida escritora. Las reúne otra mujer: Juana Bignozzi, una de las grandes poetas argentinas recientes. El resultado desborda el retrato y la evocación.

LA VIDA DE UNA TRADICIÓN

Una mujer joven espera mientras fuma un cigarrillo parada en la puerta de un edificio. Se la nota atenta y algo nerviosa. Vemos el reflejo de su cuerpo y de sus movimientos en la superficie vidriada de la entrada, la vemos desde adentro mientras ella espera afuera, en la calle. Este movimiento un poco lúdico y un poco consciente de trabajar con el adentro y el afuera se repetirá no solo en los aspectos formales y temáticos de la película sino en su concepción estética. 

Mientras tanto una voz en off cuenta algo de la mujer y de la otra, la que espera arriba, en su departamento. Termina diciendo que esta escena trascurrió hace un par de años. Esa escena es inaugural en varios sentidos: abre la película pero también abre la cómplice amistad entre dos mujeres poetas, la vieja y la joven, mujeres rodeadas de libros, palabras, secretos y de varios silencios. Es también el inicio de la relación entre las dos directoras de Las poetas visitan a Juana Bignozzi, pares de mujeres en busca de secretos, pares de mujeres que van tras los rastros de otras mujeres, pares de mujeres que acuerdan y desacuerdan todo el tiempo. Las poetas, la joven y la vieja, son un reflejo de esta nueva relación entre la poeta y la cineasta. Tal vez, si Juana no hubiera muerto y no hubiera dejado a Halfon como heredera de su obra literaria, esta joven albacea, la nueva amistad entre Citarella y Halfon no se hubiera dado. Un deceso que abre otras relaciones, otros conocimientos, otras posibilidades. Juegos de reflejos y vidrios, de ausencias y de presencias, de espejos que destellan a veces y otras deforman. 

La duplicidad está presente en toda la película. Pares – en todo el sentido del término- recorren la ciudad tratando de reconstruir una vida imposible. Dos mujeres; Juana y Mercedes y también Laura y Mercedes; dos generaciones los viejos y los jóvenes, dos propuestas estéticas: el cine y la poesía, y dos escenarios: el adentro de las casas de Juana y de Mercedes y el afuera de ese desplazamiento por esa ciudad que destella la frágil urbanidad de lo cotidiano. Todas estas duplas operan en la película entrando en tensión, siendo cómplices a veces, armando acuerdos y también discutiendo. El carácter interrogativo de la propuesta de Halfon y Citarella es central:  se hacen muchas preguntas y se responden pocas, afortunadamente, porque de eso se trata, de preguntarse y de preguntarnos acerca de la ontología de las diversas expresiones artísticas, de pensar acerca de la posibilidad cierta de reconstruir una vida y asimismo de descubrir los secretos de los otros. 

Las poetas visitan a Juana Bignozzi no es un clásico documental sobre la figura de una poeta, tampoco es una ficción; es una película más cerca del ensayo, esa clasificación que de tan ambigua podría contener a los géneros mencionados. Este, llamémosle ensayo, es casi un relato imposible que intenta reconstruir una vida. Desde el inicio donde se muestra el desarme de la casa de Juana, donde algunos de sus herederos- esos jóvenes poetas- se van llevando sus cosas y vaciando la casa, hasta el final donde su obra vuelve a reunirse y a armarse de la mano de Halfon. En ese recorrido quedan vacíos, secretos, grietas; ¿Qué hizo Juana durante 30 años en Europa? ¿Quiénes son esos múltiples personajes que aparecen en sus fotos? ¿De que vivía su marido? ¿Por qué volvió a la Argentina? Entre otros interrogantes estos aparecen con la fuerza necesaria como para hacer avanzar una historia que, tal como la poesía de Bignozzi, no se deja filmar ni asir fácilmente. Tal vez la poeta vieja no sea nada más ni nada menos que su obra, ese legado que finalmente Halfon recupera, reacomoda, clasifica y que Citarella filma, registra, reconstruyendo – con los vacíos necesarios- una experiencia vital y estética. Quizá, finalmente, la vida de Juana Bignozzi, sea parecida a la de cualquiera, no muy distinta a la de Mercedes Halfon y a la de Laura Citarella o a la nuestra, donde la ficción toma la forma inexacta del documental, donde los relatos de vidas se agujerean, donde los cuerpos se reflejan en vidrios empañados, donde nos reconocemos en las disidencias y en los acuerdos con los pares; esas vidas que terminan dejando una herencia inasible y borrosa.

«Las mujeres de mi generación/ las que tuvimos la suerte de no convertirnos/ en atemporales secas acumuladoras de inútiles conocimientos/ somos cursis» dice Bignozzi en Regreso a la patria, tal vez el libro más político y más anárquico del corpus de su obra. Esa generación, la del 60, tenía mucho de cursi, pero también mucho de grito ahogado, de ideologías silenciadas, de mujeres que existían asomándose detrás de los hombres. Las emancipaciones, sobre todo las femeninas, eran infrecuentes en esas épocas; sin embargo, Bignozzi se libera a través de su obra, alza su palabra poética en esas décadas donde el feminismo estaba en los albores. La voz de las mujeres se eleva con la voz de Juana a través de sus poemas, de sus cursilerías y de su inteligencia. Es que la voz de Juana vibra en las voces de ese grupo de chicas que intentan reconstruir su vida, en ese revoltijo de mujeres que leen su obra – poetas algunas pero también sonidistas, directoras, productoras, entre otras-. Las voces de las chicas se apropian de la obra de esa mujer cuando la leen, cuando revisan sus cosas, cuando arman y desarman sus pertenencias y, al mismo tiempo que sucede esa apropiación, la suplantan, la reemplazan simbólicamente, se ponen en su lugar y toman su voz.  

Esas poetas del 60 son esas de los 90 que a la vez se parecen a las de ahora. El tiempo, contado en generaciones, es siempre circular, extraño, hecho de retazos de fotos, fragmentos de poemas y miradas inquisidoras. Juana estaba siempre rodeada de jóvenes, le importaba la actualidad, la contemporaneidad e indudablemente Las poetas visitan a Juana Bignozzi es justamente eso: la reivindicación de este grupo de chicas que habitan el presente, buscando, dudando, recorriendo la ciudad, tratando de encontrar un lugar en el mundo donde la poesía y el cine, la palabra y la voz, el cuerpo y la obra ajusten cuentas con la afectividad, se vuelvan más porosas y más libres. Donde finalmente, como le pasaba a la poeta vieja, la conflictividad sea transitada con mucha lucidez, con algo de ironía y con demasiada inquietud.

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Las poetas visitan a Juana Bignozzi, Mercedes Halfon Y Laura Citarella, Argentina, 2019

Marcela Gamberini / Copyleft 2020