LAS PELÍCULAS SECRETAS (55): BRÜDER DER NACHT

LAS PELÍCULAS SECRETAS (55): BRÜDER DER NACHT

por - Críticas, Las películas secretas
01 Ago, 2017 06:38 | Sin comentarios
En el país se vio una sola vez. Es un film magnífico; su tema, la inmigración; sus protagonistas, jóvenes búlgaros; el lugar, Viena.

Brüder der Nacht, Patric Chiha, Austria, 2016

Los jóvenes búlgaros se prostituyen. Viena es el lugar elegido, más precisamente un bar llamado “Rüdiger” en el distrito de clase trabajadora de Margareten. Las tareas sexuales están orientadas a los hombres; pueden prodigar a los clientes austríacos caricias, sexo oral, penetración u otras prácticas que desafían la ortodoxia de los placeres corporales. Todo esto se dice en conversaciones diversas, no se muestra, y la elección del riguroso fuera de campo poco tiene que ver con la moral. A Chiha no le interesa el desempeño laboral de sus criaturas sino el tiempo de espera, el presente improductivo, que no es necesariamente ocio, y también la cualidad anímica y las razones prácticas de un empleo al que se llega sin elegir.

La intuición de Chiha consiste en que para entrever la verdad de sus protagonistas debe desdeñar cualquier esfuerzo naturalista en la representación de este mundo nocturno. La apuesta es erigir un retrato expresionista colectivo en el que Stefan, Yonko, Asen, Vassili, entre otros, cuenten sus propias historias, jueguen al billar, interpreten algunas escenas que parecen outtakes de Querelle de Fassbinder y bailen. En este film de luces y anatomías, de rostros y una lengua ajena al orden simbólico circundante se siente la experiencia del que viaja por necesidad y desea regresar a un lugar al que cree pertenecer pero que no añora. He aquí otra figura del inmigrante, personaje conceptual del capitalismo actual.

El eterno presente de esta hermandad de prostitutos, algunos casados y con hijos, es el reverso de cualquier concepto de progreso, incluso cuando se pueda anhelar comprar un auto y bañarse en las aguas del Danubio. La artificialidad cromática y la sucesión estructural de escenas de confesiones, charlas y bailes, que sortean la idea de una realidad ordenada en mañana y noche, enfatizan un estado de existencia flotante en el que las dos categorías determinantes en la organización de la experiencia, el tiempo y el espacio, parecen suspendidas.

Extraña película la de Chiha: a lo que debería angustiar no se le da la espalda, pero a su vez de sus secuencias emanan una fuerza y una misteriosa dignidad, como por ejemplo en una escena en la que todos bailan en el bar, especialmente cuando se interviene con un tema musical extradiegético. Es un fragmento sublime y acaso piadoso.

Roger Koza / Copyleft 2017