LA LUZ INCIDENTE (01)

LA LUZ INCIDENTE (01)

por - Críticas
06 Sep, 2016 08:02 | Sin comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Koza

LA DAMA EN UNA ENCRUCIJADA

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La luz incidente,  Argentina-Francia-Uruguay, 2015

Escrita y dirigida por Ariel Rotter

*** Hay que verla

La tercera película de Ariel Rotter confirma el talento de su director y el de todos los intérpretes; Rivas brilla como nunca; Subiotto también. 

Los muertos viven en la memoria. Ellos no lo saben, no pueden saberlo, están ontológicamente impedidos; quienes recuerdan a los que han pasado al definitivo fuera de campo de todo fenómeno visible, resucitan imaginariamente en sus involuntarios recuerdos a los que faltarán por siempre. Dicho de otro modo: los fantasmas existen solamente en esa modalidad inmaterial de la memoria. La percepción de una ausencia se reviste de una presencia imposible.

Luisa tiene dos hijas mellizas. Todavía no hablan, están en esa edad tan peculiar en la que lo circundante adquirirá una correspondencia lingüística. Luisa ama profundamente a sus hijas y es probable que también haya amado de ese modo al padre. Él no está más, tampoco su hermano. Un accidente en la ruta les quitó la vida a ambos. La madre de Luisa y la amorosa mucama de la casa que cuida a la “señora” están preocupadas. No le resultó fácil superar el traumático evento y ella debe continuar con su propia vida.

En una fiesta, Luisa conocerá a Ernesto (gran trabajo de Marcelo Subiotto), un contador y amante del jazz, alguna vez campeón amateur de lucha libre, aún soltero. Luisa quizás guste de Ernesto, hijo único acostumbrado a salirse con la suya; su insistencia excesiva para conquistarla y “darle una estructura” se explica un poco por ese matiz de exclusividad que identifica a los que no tienen hermanos. Su sistemática búsqueda por sellar la relación resulta tan invasivo como atractivo para Luisa. En esas coordenadas simbólicas, la pausada progresión dramática pasará por saber si Luisa podrá culminar su duelo y empezar a vivir su vida. La luz incidente no es otra cosa que el seguimiento minucioso de la intersección entre la asimilación de una pérdida y la posibilidad de una recomposición del deseo.

En su tercera película, Ariel Rotter sitúa la experiencia de Luisa en una época pretérita. En una reunión social alguien habla de una “Argentina de la cosecha”, una expresión que si bien podría rebotar simbólicamente en el presente tiene una sonoridad pasada. La década de 1960 se impone en todos los órdenes: se constata en el mobiliario y en la indumentaria, en los pocos exteriores que se alcanzan a ver pero que parecen detenidos en el tiempo. La laboriosa perfección del diseño de arte es incuestionable.

Sin embargo, el desafío mayor es reproducir la historicidad de una experiencia. El duelo, la expresión del deseo, los modelos de interacción entre un hombre y una mujer, y el de aquel con la familia de su posible prometida remiten a una época que gestionaba el tiempo de otra manera. Al ser un filme sobre espectros, la distancia temporal es un segundo elemento fantasmal que duplica el tema elegido. Los imperceptibles gestos cambiantes de Érica Rivas simulan una conducta extinta, en consonancia con el vocabulario empleado por los personajes y las costumbres generales.

Notable película la de Rotter, por donde se la mire y escuche. Todo está bien; el detalle y lo general, la interacción entre los intérpretes y la composición de sus respectivos personajes; cualquier elemento del filme tiene un sentido en el conjunto. La elegancia es aquí una justificada regla de composición, pues todo se ajusta a detectar la potencial crisálida anímica del personaje.

En este sentido, la distancia elegida para el registro de Luisa es un hallazgo. Quien preste atención a la lógica de cada escena podrá detectar una posición de cámara variable en la que el punto de vista elegido es a veces exterior a los personajes y que, en algunas ocasiones, parece corresponder a un personaje furtivo o clandestino presente en la escena, acaso la secreta entidad incidente que evoca el título. El travelling con el que cierra La luz incidente prueba la oscilación del punto de vista, al que cada cual le otorgará la valencia semántica que desee.

El clasicismo de Rotter es un giro inesperado en su carrera; su película, una legítima rareza en un ecosistema de películas vernáculas y extranjeras desesperadas por brindar espectáculo. La delicadeza clásica es una forma de transgresión en la gramática del presente.

Esta crítica fue publicada en la Revista Ñ en el mes de septiembre de 2016

Roger Koza / Copyleft 2016