LA INCREÍBLE VIDA DE WALTER MITTY / THE SECRET LIFE OF WALTER MITTY

LA INCREÍBLE VIDA DE WALTER MITTY / THE SECRET LIFE OF WALTER MITTY

por - Críticas
08 Ene, 2014 02:31 | comentarios

Ilusiones y desilusión: La increíble vida de Walter Mitty

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Por Santiago González Cragnolino

La quinta película de Ben Stiller como director trata del tal Walter Mitty (interpretado por el mismo Stiller). Este personaje es un tipo bastante triste, aburrido, tímido y no parece tener nada especial para decir, pero tiene una excentricidad que lo diferencia de la gente “normal”: sin importar en qué situación se encuentre, comienza a imaginar cosas y se olvida por completo de lo que lo rodea, como si estuviera hipnotizado. Las fantasías que tienen son bastante parecidas a películas: salta de un puente a la ventana de un edificio que se está incendiando y salva al gato de la mujer que le gusta (Kristen Wiig, encantadora como siempre), tiene una pelea con el cretino de su jefe (excelente, Adam Scott) como si fueran superhéroes de la Marvel, patinando por el asfalto, saltando arriba de camiones y quebrando el pavimento con sus puñetazos.

Mitty es el encargado de los negativos de las fotografías que llegan a la redacción de la legendaria revista Life, que se encuentra en la transición al formato digital. Cuando están preparando la última edición en papel, llega al despacho de Mitty un rollo del fotógrafo estrella Sean O’Connell (Sean Penn, en clave de auto parodia), pero se encuentra con el inconveniente de que falta el negativo de la que sería, según su autor, la fotografía que representa la esencia de Life/la vida (un juego de palabras no muy ingenioso que se repite seguido en la película).

Esto da comienzo a la aventura de Walter Mitty que siguiendo algunas pistas encontradas en los otros negativos, se enfrenta a todos sus miedos y en su búsqueda de la foto perdida, se embarca hacia tierras inhóspitas: Groenlandia, Islandia, Afganistán. A su vez, eso da pie para sacar a relucir lo peor de la propuesta de Stiller. De allí en adelante, varios pasajes de la película responden a la retórica audiovisual de una publicidad de aerolíneas internacionales o de una cámara de fotos. Enormes panorámicas del Himalaya, travellings interminables, Stiller filmado desde un helicóptero, Stiller deslizándose en skate por una ruta empinada al borde de un volcán, Stiller y Sean Penn jugando al fútbol con unos chicos afganos en eterna cámara lenta; todo esto acompañado de canciones épicas de pop/rock (con algo de incomodidad presencié como las imágenes parasitaban mis recuerdos de “Space Oddity” de David Bowie).

Una escena parece el institucional de un aeropuerto, con eslóganes escritos que van apareciendo en la imagen incluidos. Las palabras aparecen en las paredes, en los carteles luminosos del avión, en la pista de aterrizaje y literalmente nos anuncian el presunto propósito de la vida. Son los imperativos clásicos de la publicidad, presentados con amabilidad (Vive, Siente, Viaja), que en realidad quieren decir una sola otra cosa: Consume (hasta hay un plano en que la comida del avión parece sumamente apetecible, sin ironía). Seguramente las intenciones de Stiller eran más nobles, pero en última instancia la forma que eligió hace que las imágenes que produjo vengan a ser cooptadas por un medio que no es el cine. Y uno puede pensar lo que quiera del mensaje, pero por la manera en la que es formulado parece una oferta antes que un consejo o una ofrenda de sabiduría compartida.

En general la película es muy blanda, pero por momentos la acidez y la inteligencia de Ben Stiller dicen presente, como en la auto parodia que le arranca a Sean Penn o en esa fantasía de Mitty que de la nada se convierte en una sátira a Benjamin Button, de David Fincher. Y no puedo dejar de mencionar un momento extraordinario de la película, aunque es una escena que dura un poco menos de un minuto. A la vuelta de su viaje, Walter Mitty pasa por el escáner de rayos X, mientras lo inspeccionan los agentes de seguridad del aeropuerto. No escuchamos nada y vemos todo el procedimiento como si observáramos a través del escáner, una imagen digital que simula la imagen del aparato. De repente, uno de los inspectores toma una especie de flauta que trajo Mitty consigo, a su vuelta de Afganistán. Con movimientos exageradísimos, Stiller intenta explicar que se trata de un instrumento musical y cuando quieren quitárselo, tras un aparatoso enfrentamiento, los inspectores lo reprimen violentamente. Se trata de un gag de humor físico que remite directamente a los clásicos enfrentamientos de los héroes cómicos del cine mudo contra los agentes de la ley. Un pedazo de la historia primitiva del cine traducido al lenguaje de ceros y unos del cine en su actual era digital.

Santiago González Cargnolino / Copyleft 2014