LA COLUMNA DE KOGER ROZA: UNA LOCA SUELTA EN LAS PAMPAS

LA COLUMNA DE KOGER ROZA: UNA LOCA SUELTA EN LAS PAMPAS

por - Columnas
18 Nov, 2020 11:13 | Sin comentarios
Tourneur, Perón, La Pampa y una mujer hermosa capaz de ver a Dios en una lamparita. Gene Tierney pasó por Argentina.

Hoy la más hermosa de todas las actrices de Hollywood, Gene Tierney, hubiera cumplido 100 años. No escribiré sobre lo que han escrito otros: su inigualable belleza, sus romances con gente del calibre de Howard Hughes o JFK, su trabajo a las órdenes de Ford, Preminger, Mankiewicz, Lang o Lubitsch, sus trastornos psiquiátricos, la hija discapacitada, el electroshock y los intentos de suicidio. Mi efeméride, en cambio, evocará la breve estadía de Tierney en la Argentina durante la producción del film Way of a Gaucho de Jacques Tourneur, porque fue allí que dos hechos significativos de su vida tuvieron lugar por primera vez.

La Fox debió realizar un film en Argentina utilizando el dinero de sus ganancias que el gobierno de Perón había congelado en el país. El guionista Philip Dunne (el de Qué verde era mi valle) reflotó la idea de un “southern” protagonizado por un gaucho renegado y le dio forma a un guion, que sería severamente revisado por Raúl Apold, el famoso subsecretario de Informaciones y Prensa de Perón, para asegurarse que nada vinculado a la imagen nacional fuera tergiversado. Se pensó en Henry King para dirigir, pero se terminó optando por Jacques Tourneur, más por descarte que por convicción.

Contra la voluntad del director, Fox decidió darle el protagónico femenino a Gene Tierney. Tourneur quería a Jean Peters, a quien consideraba una actriz más sanguínea para el papel de Teresa, la chica bien que se enamora del gaucho. Pero como ocurría casi siempre, a Torneur lo pasaban por arriba, y él se arreglaba igual. 

Tourneur viajó a Argentina con Dunne y sus colaboradores más estrechos y durante seis semanas recorrieron el país en busca de locaciones. De regreso en Hollywood, Tourneur se puso a tomar clases de español, señal que se tomó la comisión en serio. Dunne entretanto recopiló libros locales para afinar el research, entre ellos, se rumorea, “Una excursión a los indios ranqueles” de Mansilla.

El equipo llegó a Buenos Aires en septiembre de 1951 y los alojaron en el Hotel Plaza. Tierney dio algunas entrevistas con las declaraciones de rigor expresando su felicidad por estar en Argentina. También se sometió a que la pasearan de acá para allá recorriendo hospitales y hogares de niños y participando de eventos exultantes de épica peronista. Pero íntimamente estaba en otro lugar. A punto de divorciarse de su marido Oleg Cassini, que pese a contar con un pasaje gratis pagado por la Fox, se negó a acompañarla, Tierney empezó a experimentar los primeros síntomas que estaba perdiendo el juicio. “Cuando mi humor estaba bien arriba, veía cosas que ningún otro podía ver”, escribió en su autobiografía hablando de su capítulo en Argentina; “podía ver el mal en un cepillo de dientes, y a Dios en una lamparita”.

El rodaje comenzó en Concordia, y la llegada del equipo de Hollywood causó una revolución. Cuando no estaba filmando, Tierney se guardaba en el hotel, asediada a toda hora por cazadores de autógrafos y curiosos. Un fanático llegó a meterse en su habitación mientras se duchaba, lo que le propició un ataque de nervios. Desde entonces, un miembro del equipo montaba a toda hora guardia fuera de la puerta y le hacía de guardaespaldas. Los exteriores eran diariamente inspeccionados por un ejército de baqueanos para limpiarlos de víboras yarará. No menos problemática era la constante presencia de caballos, a quienes Gene les tenía un terror casi fóbico. En sus memorias, la actriz recuerda que pasó casi todo el rodaje enferma, de mal humor, representando para el equipo el cliché de diva histérica y quejosa que tanto detestaba en sus colegas. Nada parecía detener el avance de la bipolaridad que le afectaría la vida personal y profesional los años venideros. Y la pampa argentina no era el escenario ideal para lidiar con eso. Uno de los argentinos, con pasado de detective y grafólogo aficionado, aseguró haber descubierto a Gene Tierney en un backstage escribiendo una carta, revelando una caligrafía ”infantil, de persona desequilibrada”.

El rodaje de Way of a Gaucho anduvo por Uspallata, Desaguadero, Río Cuarto; una especie de Argentinísima en tecnicolor derrochando dinero a lo pavote. Casi siempre imperaba un aire enrarecido. Si algún miembro del equipo hablaba mal del gobierno, recibía una paliza o desaparecía del set. Según Gene el temor de criticar el “régimen de Perón” era total. En su libro dice haber frecuentado antiperonistas que pasaron por la cárcel, y evoca que la cancelación a último momento de un encuentro con Evita “no le causó ninguna decepción”. Rory Calhoun, el protagonista masculino, afirmaba por su parte que la mitad del equipo local eran espías de Apold. 

De Tourneur se dice que dirigió trabajando a reglamento, hablando poco, en un estado de borrachera casi permanente. Sin embargo, la película está impregnada de su estilo personal, y sabemos por declaraciones suyas que estaba muy conforme con el resultado. Los argentinos veían pasmados el profesionalismo con el que trabajaban los gringos, aunque ninguno de los cowboys traídos para hacer destrezas superaba a los paisanos locales. La película tiene algunas escenas espectaculares, como una gran estampida de ganado, aunque los momentos más memorables son aquellos en que, bien a la manera de Tourneur, parece no ocurrir nada. 

Después de filmar en una estancia en Pilar la escena del asado que abre la película, Gene Tierney asistió a una fiesta en Tortugas donde conoció al playboy Aly Khan, ex de Rita Hayworth, con quien luego iniciaría una relación que la mantendría a flote un período. Al fin de la estadía, la actriz recuerda vivamente una misa de Nochebuena al aire libre a la luz de las velas y haberse subido al avión de vuelta con la convicción que el divorcio de Oleg era un hecho consumado, tal cual ocurrió.

Una imagen poderosa rescato de Gene Tierney de la película de Tourneur: la sombra fantasmal del gaucho Martín ensombreciendo su rostro en un momento de duermevela en la inmensidad de la llanura. Es una imagen que remite al mejor Tourneur, el de Cat People o I Walked With a Zombie, pero también una imagen que, sin que nadie lo supiera entonces, representaba perfectamente el estado interior de la actriz en ese momento bisagra de su vida.

Fuentes: 

“Self-portrair by Gene Tierney” (Gene Tierney)

“Babilonia gaucha” (Diego Curubeto)

“Jacques Tourneur: the cinema of nightfall” (Chris Fujiwara)

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