INVITACIÓN A LA BODA / WAJIB

INVITACIÓN A LA BODA / WAJIB

por - Críticas
04 Ago, 2018 03:15 | Sin comentarios
No todo es lo que parece en este film de Jacir que se desmarca de las agradables tenazas humanistas del costumbrismo.

La vulnerabilidad de las costumbres

El costumbrismo suele ser mortífero para el cine, una tumba adornada con flores y otros ornamentos que goza del beneplácito de muchos. Refuerza las certezas, supone un orden inextinguible y prodiga a quienes viven en él un lugar y un modo de ser. Casi todas las películas costumbristas piden acatamiento y repetición. Son tan predecibles como el reglamento de un consorcio y las instrucciones de un electrodoméstico.

Invitación de boda / Wajib, Palestina – Francia – Alemania – Emiratos Árabes Unidos – Colombia – Noruega – Qatar, 2017. 

Escrita y dirigida por Annemarie Jacir.

Invitación a la boda reconoce el poder de la tradición, que no es necesariamente un aliado del costumbrismo. El film de Annemarie Jacir tiene como organizador simbólico de su trama un casamiento, quintaesencia del costumbrismo, en un territorio en el que las costumbres se cruzan y enfrentan. El relato transcurre en Israel, y más precisamente en Nazaret, una ciudad en la que siente tanto la presencia islámica como la cristiana. El prodigioso concepto de puesta en escena por la cual la propia ciudad es la protagonista de fondo permite constatar la intersección de culturas y la omnipresente presencia castrense israelí; los pocos e interesantes comentarios radiales de actualidad que se escuchan de vez en cuando apenas hacen falta. La ciudad es el verdadero informe.

Sin embargo, el acopio de situaciones asociadas a la unión amorosa entre un hombre y una mujer, más que sellar la vigencia de las costumbres, devela lo endeble de las mismas y asimismo la relación de las prácticas sociales con respecto a una historia política. En este sentido, el film de la realizadora y poeta palestina toma distancia del costumbrismo más rancio, lo horada y así dialectiza una costumbre frente al tiempo de una sociedad y la vida concreta de los que se sienten parte de esta. Todo lo que sucede entre el padre y el hijo, el primero un arquitecto que vive en Italia, y el segundo un respetado profesor, es la notable escenificación de ese movimiento entre la regla y la excepción, lo establecido y lo deseado.

Invitación a la boda se desenvuelve a medida que padre e hijo van entregando las cartas de invitación para la boda de la única hija de la casa a familiares diversos, amigos y otros miembros distinguidos de la sociedad. El constante desplazamiento en auto pone en funcionamiento un doble sistema de información. Los personajes hablan y al hacerlo suministran la historia que los atraviesa, tanto personal como social; a través del parabrisas, Nazaret se impone: la arquitectura, los transeúntes, las inscripciones públicas, los desechos, los nuevos inmigrantes. Hay una escena en la que el padre y un líder de la OLP mantienen un diálogo telefónico, instante en el que esa doble vía se revela al unísono.

Película inteligente la de Jacir, capaz de despintar la aldea y hacerla decir lo que calla o habitualmente se expresa en forma de queja mortecina, y también sugerir el placer que se siente al compartir con un ser querido la naturaleza de la desobediencia. Quien llegue al final podrá entenderlo, incluso sonreír.

*Esta crítica fue publicada en el diario La voz del interior en el mes de agosto 2018

Roger Koza / Copyleft 2018

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