FRACTURA EXPUESTA: LA GRIETA EN EL CINE ARGENTINO

FRACTURA EXPUESTA: LA GRIETA EN EL CINE ARGENTINO

por - Ensayos
22 Jul, 2022 05:22 | Sin comentarios
Tierra de los padres se estrenó una década atrás. Fue una película visionaria, hacia atrás y hacia adelante. El autor de la nota repasa la recepción en su momento y vuelve a pensar sobre el presente en relación a todo lo que sucedió desde entonces.

Escribo estas líneas con la excusa del décimo aniversario del estreno de Tierra de los padres, que tuvo lugar en la Sala Lugones en julio de 2012. Fernando Peña la incluyó este año en su libro Cine maldito (por haber sido “excluido sin explicaciones de los dos festivales más importantes de la Argentina”), aunque en casos como este habría que decir más bien maldecido. Sotto voce, claro, porque por entonces la “grieta” que aún divide a la sociedad argentina no se expresaba a viva voz (de hecho esa expresión –“la grieta”– fue puesta en el aire por un comunicador notoriamente pasado al otro lado).

Lo que esa película quería expresar era, precisamente, que esa grieta no era nueva ni generada por un gobierno, sino que viene expresándose desde la fundación misma de la nación (no en vano surgida, como es usual en América, de una guerra civil). Y lo hacía, también, para conjurar una curiosa falta, dado ese incontratable hecho: lo poco que el cine contemporáneo argentino le ha dedicado a tan persistente campo de batalla, en épocas donde ya no tenemos censuras… Al menos no a cara descubierta.   

Quisiera entonces hablar aquí de la grieta en el cine argentino, en dos sentidos: el más evidente es este de su (no) aparición en las películas, salvo excepciones. El otro es literalmente el que divide al propio campo, aunque sea la más ruidosa de sus alas la que define a esa “grieta” con una K que adquiere dimensiones kafkianas: quien la porta es culpable por el solo hecho de ser reconocido como tal. Algo de eso debe haber influido en el aciago destino de Tierra de los padres, aunque quienes la odiaron no se atrevieron entonces a asignarle esa letra escarlata.

Tierra de los padres

Eran, como decía, otros tiempos: en ese momento los puentes no estaban del todo dinamitados, y aun podía darse algún cruce, aunque más no fuera en los entreverados comentarios de un blog. Hoy todos se mudaron a Twitter, red que permite por un lado la división “natural” en camarillas, y a la vez ejercer el desprecio con la brevedad que el insulto demanda. Antes al menos los críticos debían escribir algo más que latiguillos, aunque el cinismo ya campeaba en ese campo desde la resistible ascensión de El Amante

No en vano Quintín fue uno de los primeros en irse a Twitter, espacio más apto para el revival de un anticomunismo todoterreno, que con fervor macartista digno de la guerra fría o la nueva alt right ametralla el ex crítico, entre degustaciones de vinos y fotos de perritos. Pues Quintín, quien hace diez años parecía haberse desquiciado, frente a la mirada compasiva o indulgente de sus lectores, fue en verdad un adelantado: allí lo siguió buena parte de la redacción de El Amante, repartida hoy entre redactores de “tribunas de doctrina” como La Nación o Seul, además de tuiteros full time con frases como la que, sin ir más lejos, encuentro ahora mismo mientras escribo estas líneas: “Puede que seamos pocos en Twitter, pero de todos los seudo intelectuales y comunicadores cómplices no nos vamos a olvidar nunca. También van a correr en culo”.

Ese prosista fue uno de los varios que escribió sobre Tierra de los padres en el inhallable período digital de El Amante, antes del abandono y la escalada. Su nota iniciaba, típicamente, con una discusión con su novia “respecto de si estaba bien o mal sacar la estatua de Julio A. Roca de Perú y Diagonal Sur”, algo que ni la película proponía, y terminaba volviendo finalmente a esa estatua, “sinónimo de una sociedad viva en el alma de sus contradicciones”, aunque al parecer la película no alcanzaba a descifrarla, porque “las sociedades no son solo discursos ni los discursos –si bien pueden organizarlas– hacen sociedades”.

No es este el momento o lugar para retomar una polémica sobre el “hacer cosas con palabras” (performático libro que el tuitero no desconoce), baste decir, pegando el salto de esa década entre esa crítica y este tuit, que no sé que implicará “correr en culo”, pero no será la primera vez que hacer una lista negra tenga efectos reales, aunque quien la enarbole no se anime a leerla. Algo así pasó hace unos años en el infame programa de Majul en el que, acompañado del entonces funcionario Lombardi, y apoyado en un deforme “informe” al que prestaba testimonio otro de los críticos de El Amante(el mismo que había descrito a Tierra de los padres como anclada en “lo más rígido del cine ideologizado”), denunciaba decenas de películas como “cine militante” K. Lo gracioso, si no fuera una tragedia, era descubrir por casualidad (por una mención del periodista al pasar, ironizando sobre otra letra que no podía corresponder a la inicial de Macri) que mi película M estaba en esa lista, nunca hecha pública aunque de visibles efectos (como encontrar esa película levantada de un canal público). 

No hacía falta conocer esa lista para saber que no tenía el menor sustento, claro (era evidente que ni siquiera se habían molestado en ver M, que incluía fuertes críticas al presidente Kirchner). Pero a nadie le importó ese macartismo desembozado: ni siquiera al mundillo del cine, más preocupado –como siempre– en asegurarse de seguir teniendo fondos para filmar (al menos los que no estuvieran en la lista, o ya no hicieran ese cine “ideologizado”…). Pues bien, como en ese poema falsamente atribuido a Brecht, tal vez en algún momento no muy distante sea tarde y vengan también por ellos, como se vio este año en la represión de una marcha frente al INCAA. Pero tal vez no, tal vez todos confíen (como los que piden ajuste a los gritos, siempre creyendo que le va a tocar a otro) en que el cine argentino no va a desaparecer, al menos en cuanto medio de trabajo, si las plataformas siguen demandando pleno empleo. Vaya uno a saber qué películas se harán entonces (raramente veremos estos temas disputados por Netflix, a menos que den lugar a algún true crime). 

Vuelvo entonces a la otra dimensión de la grieta en el cine argentino: sea con INCAA o en la vía –literalmente–, ahora sí “independiente” si hay menos fondos y menos “diversidad”, ¿hará finalmente presión esa incontenible realidad sobre nuestro cine? Es decir, ¿aparecerá finalmente toda esta brutal discusión político-económica en los films, si la derecha vuelve empoderada –a través de su propia alianza, o con un peronismo ya entregado a su pragmatismo habitual–, en un contexto neonoventista en el que se nos proponga una vez más que “no hay otra salida”? Por lo visto (si logran generar el quiebre que la crisis e hiperinflación del 89 hizo terminar abruptamente el gobierno de Alfonsín, que ya venía entregado a esos poderes a los que después Menem se plegó), en estos oscuros años por venir tendremos respuesta. Y tal vez deberemos recordar una vez más el verso de Brecht: “Nadie dirá: la época era oscura / sino: ¿por qué callaron los poetas?”.

Nicolás Prividera / Copyleft 2022