FICUNAM 2018: ACUERDOS Y DISCREPANCIAS

FICUNAM 2018: ACUERDOS Y DISCREPANCIAS

por - Festivales
28 Mar, 2018 03:05 | Sin comentarios
El mítico crítico de Buenos Aires analiza la última edición de Ficunam. La síntesis habitual de su prosa va dirigida a ciertas certezas de la agenda del festival, objeciones pertinentes que no le impide celebrar los aciertos de la programación.

Una nueva edición – la octava- se realizó del FICUNAM, un evento que a lo largo de estos años, merced a una programación coherente y arriesgada, logró consolidarse como el festival de cine más importante de México.

En principio –dado que mi amigo Roger Koza cubre prácticamente en su totalidad el evento- no iba a escribir sobre el mismo pero hay dos razones que me impulsan a hacerlo: la primera es la poderosa experiencia que significó la retrospectiva dedicada al realizador norteamericano Travis Wilkerson (aunque el hecho de que Roger haya comentado todas sus películas y que en el programa televisivo El cinematógrafo se le haya realizado una extensa entrevista, que aparece en el blog, dificultan mis intenciones de escribir sobre él). Y la segunda mis divergencias con varias de las valoraciones de Roger de las películas incluidas en la muestra.

Hay que agregar que en el festival se realizan, organizadas por la cátedra Bergman, varias actividades paralelas a las proyecciones. Una de ellas –la masterclass de la directora argentina Lucrecia Martel- fue un éxito rotundo, las setecientas butacas de la Sala Miguel Covarrubias no alcanzaron y mucha gente se quedó fuera del evento. También hubo charlas de la misma Martel y el crítico norteamericano Kent Jones sobre el papel del sonido en el cine y entrevistas con el realizador filipino Lav Díaz, el director japonés Nobujiro Suwa y el mencionado Wilkerson..

Respecto de los premios otorgados, como me suele ocurrir, la única película de la Competencia Internacional que no vi fue la ganadora, la coproducción de Alemania con varios países ásiáticos, El sabor del cemento, dirigida por Ziad Kathoum, de la que algunas referencias confiables me hablaron bien aunque sin excesivo entusiasmo, y en cuanto al film que logró el galardón a la mejor dirección, Milla, de la realizadora francesa Valerie Massadian si la vi y debo decir que es una obra que está claramente por debajo de otros títulos que formaron parte de la Competencia.

Hubo también una completa retrospectiva dedicada al director japonés Nobuhiro Suwa a la que –como en líneas generales coincido con las apreciaciones de Roger- no me referiré. Solo señalaré que prefiero sus producciones japonesas a las realizadas en Francia y que su último film (francés), El león duerme esta noche es un trabajo potenciado por la imponente presencia de Jean-Pierre Leaud, que tras su engañosa apariencia de ligereza ofrece una lúcida reflexión sobre el temor del veterano actor a la posible inmediatez de la muerte.

Debo señalar que varios de los mejores films del festival (El intenso ahora, La fábrica de nada, Paris era una fiesta y Tras-os-montes) ya los había visto en distintos festivales y muestras y ya fueron comentados por mí en este espacio. El único que no había reseñado es el de Pedro Pinho, que como el de Moreira Salles y el de Sylvain George, pese a ser los mejores films de la Competencia Internacional, no consiguieron ningún galardón.

La fábrica de nada, aparte de ser una notable ópera prima (en la ficción), muestra la vitalidad y calidad del cine portugués. Inspirada en un hecho ocurrido en su país (la toma y autogestión de una fábrica por parte de sus obreros) la película –con una admirable libertad formal- incorpora un discurso político de claro cuño marxista, ensamblándolo con las problemáticas personales de los personajes, efectos de distanciamiento expuestos a través de discusiones teóricas, de las que participa en un importante papel el director ítalo-argentino Daniel Incalcaterra y hasta la inclusión de un inesperado y brillante número musical. Un notable debut en la ficción de Pedro Pinho.

Hubo también una atendible ópera prima de la realizadora brasileña Juliana Antunes, Baronesa, que describe con crudeza la vida cotidiana en una barriada marginal de Belo Horizonte. En la primera parte del film hay una excesiva verborragia, pero en su segunda mitad la película se va oscureciendo progresivamente y la directora empieza a confiar más en las imágenes que en las palabras, lo que sumado a un adecuado uso del fuera de campo provoca un innegable crecimiento del film.

Las buenas maneras, segunda película de Juliana Rojas y Marcos Dutra es, en realidad, dos películas en una; en la primera, la relación entre una joven blanca embarazada y la mujer negra que contrata como ayudante y dama de compañía desemboca en una intensa historia de amor lésbico que culmina con el sangriento parto, la muerte de la muchacha y el nacimiento de un niño de rasgos muy peculiares al que la chica negra intenta abandonar aunque luego se arrepiente  Algunos signos inquietantes que habían aparecido en esa primera se potencian en la segunda mitad en la que tras una brusca elipsis vemos a la muchacha y el niño ya crecido en una San Pablo de tintes casi oníricos donde se desarrolla una historia de licantropía dentro de un tono de melodrama gótico, produciéndose varios pasajes fascinantes y otros menos satisfactorios. El film más bizarro del Ficunam 2018.

Pasemos entonces a nuestras divergencias con las apreciaciones de Roger sobre varias películas. En la función de apertura se proyectó La telenovela errante, un film inconcluso del chileno Raúl Ruiz, terminado por su mujer Valeria Sarmiento. Mi relación con el cine de Ruiz ha sido siempre fluctuante y –si bien hay films suyos que me gustan mucho- en otros no logro sintonizar ni con el tono ni con el humor de ellos. Algo de eso me pasó con esta película, construida como una serie de sketches sobre “la chilenidad” en los que se satirizan algunos elementos de los teleteatros con algunos momentos logrados pero otros que no me movieron un pelo.

La primera película del brasileño Adirley Queirós había entusiasmado a una buena porción de críticos, entre los que no me incluyo. Si poco atractiva me había parecido aquella película, menos interesante aun resultó esta, un relato en el que el intento de fusionar elementos genéricos (en este caso la ciencia ficción) con la situación política actual de Brasil resulta francamente inconvincente.

Cocote, del dominicano Nelson Carlo De los Santos Arias se sumerge en el universo de los rituales religiosos y esotéricos e intenta reflexionar sobre aspectos del colonialismo de su país pero el permanente tono crispado e histérico del relato conspira contra los resultados finales.

Que nunca regrese el verano, del georginao Alexandre Koberidze es un film de 202 minutos filmado con un celular del que soporté algo más de la mitad. Sin un eje narrativo ni un crecimiento dramático (al menos en el prolongado segmento que vi), la película acabó en un momento dado con mi a estas alturas menguada paciencia.

La francesa Valerie Massadian había ofrecido en su primera película, Naná, un ajustado relato del mundo infantil. En Milla se centra en una joven muchacha en distintos momentos de su vida pero el innecesario estiramiento de las situaciones y los escasos atractivos que presenta el personaje provocaron que el film me dejara de interesar rápidamente.

Deriva, primer largometraje de Helena Wittmann pertenece a la difusa categoría de films “sensoriales”. En este caso la “sensación” está provocada por la contemplación del mar. Creo que – a partir de este presupuesto- el film debería haber durado mucho menos a fin de que no me sumergiera en un soberano tedio.

(Y aquí quiero hacer una breve digresión sobre el aburrimiento en el cine. He escuchado decir en varias ocasiones a diversos críticos que el aburrimiento no es una categoría estética. Puede que así sea pero hay un hecho indiscutible y es que la apreciación de una obra dentro de cualquier género se compone de elementos objetivos -los valores de la obra en sí- y subjetivos –las reacciones que provoca en el espectador o crítico que la contempla. Y así como hay personas que reaccionan ante algunas películas con indignación, ira, risa y varios ítems más, en mi caso cuando lo que ocurre en la pantalla delante de mis ojos no me interesa, mi reacción es el tedio. Ello puede llevar a que 1) me vaya de la sala, 2) me duerma o 3) que soporte estoicamente el film hasta el final, lo que ocurrió con Deriva. Por otra parte, recuerdo en otros tiempos a muy reputados (con perdón de la palabra) críticos señalar que se aburrían con las películas de M. Antonioni y nadie propuso que por ello fueran fusilados en la plaza pública, aunque tal vez en ese caso lo merecieran. Fin de la digresión).

Frederik Wiseman es una auténtica “vaca sagrada” del cine documental. Lo prolífico de su obra a su avanzada edad, la variedad de sus intereses y la extensión de sus trabajos así lo señalan. En el caso de Ex libris se introduce en la Biblioteca de Nueva York en un film de tres horas y media en el que presenta fragmentos de conferencias, entrevistas a figuras del espectáculo como Elvis Costello y Patti Smith, interminables discusiones sobre el presupuesto de la entidad y cónclaves entre negros cultos y educados discutiendo cuestiones raciales. Hay en todo ello una buena dosis de corrección política (vg., el director de un importante archivo es un musulmán) pero se me ocurre que tal vez hubiera sido más interesante recoger (otra vez perdón) opiniones y entrevistas a esos permanentes lectores de hora completa que sostienen las bibliotecas pero bueno…, solo es mi opinión.

Otra “vaca sagrada” de amplios sectores de la crítica es el coreano Hong-Sang-soo. Director prolífico si los hay, sus películas parecen –para sus turiferarios incondicionales- estar más allá de cualquier controversia. Sin embargo, me permito discrepar y señalar que en muchos de sus films, como es el caso de Sola a la noche en la playa las situaciones se repiten (la protagonista que se emborracha, el hombre que entra en estado de lloriqueo) y los matices no abundan (no alcanzo a percibir el tono de enojo que señala Roger). Curiosamente cuando alguna película se aparte de estas características –como Otro país– aparecen algunas objeciones de parte de sus admiradores.

Como de la última película de Lav Díaz (La temporada del diablo), solo vi la mitad ya que me fui para rever Tras-os-montes, la obra maestra del portugués Antonio Reis, no emitiré un juicio definitivo, pero si señalaré que lo visto, una suerte de musical político sobre aspectos de la historia de Filipinas, me pareció muy atractivo y arriesgado.

Fotos y fotogramas: 1) Travis Wilkerson en Ficunam (portada); 2) La fábrica de nada; 3) Jones y Martel en Ficunam; 4) Baronesa; 5) As Boas Maneiras; 6) Conferencia magistral de Lav Diaz. 

Jorge García / Copyleft 2018