FICUNAM (16)

FICUNAM (16)

por - Ensayos, Festivales
17 Feb, 2011 07:41 | Sin comentarios

EL ESCÁNDALO DE JEAN EUSTACHE 1938-1981

https://i0.wp.com/files.list.co.uk/images/2009/11/16/Eustache.jpg?resize=445%2C281

Por Adrian Martin

Su primera película, Du coté de Robinson (Les Mauvaises fréquentations) (1963), termina con el gozoso grito: “¡Al burdel!”. Grito de escándalo después de una trama de la crueldad más pura: humillación en el amor, humillación de la mujer por el hombre (por una pandilla de hombres). Dentro del contexto del cine francés, Eustache siempre fue un escándalo. Su formación fue posterior a la Nouvelle Vague, pero, al igual que Luc Moullet y Maurice Pialat, trajo a la pantalla la ruda, anti-sentimental y cínica aura de la experiencia de la clase trabajadora, provinciana, rural. Licor fuerte y sexo sin glamour: al burdel. En medio de un mosaico de nuevas pasiones adolescentes, en Mes petites amoureuses (1974) irrumpen, a través de una general delica­deza bressoniana, estas palabras: “La tengo parada”.

El romanticismo —el romance capturado en las nostálgicas canciones de Piaf, sonando en directo desde un tocadiscos en su obra maestra, La Maman et la putain (1973) —muestra una calidad lírica ganada con gran esfuerzo en la obra de Eustache. En las memorias de su ex amante, Evane Hanska (Mes années Eustache, Flammarion, 2001) habla sobre la forma en que él, sádicamente, alteró el final de su primera novela autobiográfica dentro de la adaptación que hizo para guión, ¡de manera que terminaba con ella suicidándose por ahoga­miento! Pero, años después, pudo darse cuenta de la belleza y correc­ción de ese final.

Eustache era un vampiro; vampirizaba su propia vida para obtener material de ficción fílmica, como hace Philippe Garrel (quien era su amigo y camarada). Jacques Rivette ha relatado cómo, al traba­jar juntos editando un documental sobre Jean Renoir, discutieron sobre la verdad en el cine, prometiendo cada uno de ellos tomar un camino opuesto por el resto de sus carreras: Rivette tomó la línea del teatro, la fantasía y el artificio, mientras que Eustache tomó la línea de la ab­soluta fidelidad a sus propias experiencias, sin importar lo sórdidas o banales que pudieran ser en ocasiones.

Pero hacer esto, no sólo una vez sino de manera continua, desencadena un peligroso círculo de retroalimentación entre el arte, la vida y de regreso. Para Eustache y aquellos que lo rodeaban esta retroalimentación podía incluso resultar fatal: un suicidio acompañó la primera proyección de La Maman et la putain, de alguien que se vio re­tratada en la película por una honestidad demasiado dura. Y el suicidio sería una maldición que él mismo, eventualmente, viviría: literalmente, un Dr. Mabuse retorcido, paralizado en su apartamento, tejiendo pro­yectos futuros a partir de sus interminables llamadas telefónicas gra­badas, finalmente colocando una pistola contra su pecho, con una nota en la puerta: “Tocar fuerte para despertar al muerto”… El vampirismo fue el riesgo que asumió Eustache y éste garantizó la grandeza alcan­zada por su obra, razón por la que, para nosotros hoy en día, ésta brilla tan oscura y memorablemente.

Eustache no era como Renoir, o Bresson, o Godard, o incluso Pialat; el ‘contenido humano’ no era para él un non plus ultra. Desde muy temprano su trabajó cargó hacia una dirección conceptual: el in­quebrantable retrato minimalista de su abuela en Numéro zéro (1971), los documentales gemelos de La Rosière de Pessac (1968/79), la revi­sión con nuevos personajes de la cruda realidad como un ritual de mise en scène… llegando hasta los magistrales experimentos de la puesta en escena/representada precisamente en Une sale histoire (1977) y sus últimos, severos, cortometrajes.

Desde el provocativo hedor de la cloaca vivida hasta la dura forma de un dispositivo fílmico: Eustache nunca dejó de retarnos con estos extremos experimentales, estos escándalos culturales en man­cuerna y sus sorprendentes combinaciones híbridas. Hoy en día aún nos reta desde la tumba, desde una “otra vida” en la que él jamás se hubiera permitido creer…

Traducción: Tiosha para Ficunam

Adrian Martin tuvo la gentileza de escribir este texto sobre Eustache para el catálogo del festival.  Cuando se lo pedí, su respuesta fue inmediata y en menos de 3 días llegó su texto, el que me parece extraordinario. Le pedí si podía subirlo al blog, y su respuesta también fue inmediata.  En la semana subiré la versión en español (Roger Koza)

Adrian Martin | enero de 2011