FICIC / FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE INDEPENDIENTE DE COSQUÍN 2016 (04): LOS DIEZ LARGOMETRAJES EN COMPETENCIA

FICIC / FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE INDEPENDIENTE DE COSQUÍN 2016 (04): LOS DIEZ LARGOMETRAJES EN COMPETENCIA

por - Críticas breves, Festivales
01 May, 2016 05:35 | Sin comentarios
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La luz incidente

Por Roger Koza

Las calles, María Aparicio, Argentina, 2016

Puerto Pirámides es un pueblo fundado en el inicio del siglo XX. La reconstrucción ficcional de un proyecto concebido en una escuela unos años atrás para nombrar las calles de esa localidad patagónica le permite a Aparicio registrar retrospectivamente los procedimientos discursivos (y orales) con los que se escribe la Historia. Los pobladores ofrecen sus testimonios a los alumnos para identificar las posibles designaciones, y así se descubren singulares relatos migratorios en consonancia con varios capítulos de la historia nacional, además del espinoso esfuerzo de adaptación a una economía ligada al mar. La gran virtud (humanista) de la película estriba en saber filmar la interacción multigeneracional, razón por la que resulta irrelevante distinguir en este retrato comunal las poéticas propias de la ficción o el documental.

La brasa, las cenizas, Nicolas Azalbert, Francia-Argentina-Suiza-Rusia-Mongolia, 2015

Apropiación nomádica de las impresiones literarias del poeta y novelista Blaise Cendrars en imágenes y sonidos, eso es esencialmente La brasa, las cenizas, un film que desafía la interpretación inmediata (pues ésta es siempre un “arreglo póstumo”) y que confía en la materialidad sensible de sus conexiones diversas: registros de viajes en tren por varios países, planos fijos de las calles de Buenos Aires y los desiertos en Mongolia, citas de películas rusas y francesas (y una del propio Azalbert), como también de textos impresos en pantalla del homenajeado. En un momento se lee: “¿Por qué todo se repite, ya que nada vuelve?” La pregunta parece develar la propia lógica del montaje del film. Todo es repetición y diferencia.

Estreno nacional

La luz incidente, Ariel Rotter, Argentina-Uruguay-Francia, 2015

¿Qué exige filmar un duelo? Delicadeza. He aquí un retrato sobre la difícil tarea subjetiva de acomodarse a la ausencia irreparable de alguien amado y a la lenta posibilidad de volver a desear. Es lo que Rotter consigue entrever en la conducta de Lucía, cuyo marido y hermano han muerto en un accidente y que debe seguir adelante al cuidado de sus dos mellizas. Un poco después, durante una fiesta, aparecerá un pretendiente. El relato ambientado en la década de 1960 exige un mobiliario y un vestuario, pero también una fidelidad apropiada a ese tiempo en el seguimiento emocional del personaje. Érica Rivas es una elección perfecta: todos sus gestos vienen de otro tiempo, su circunspección espiritual también. El pausado travelling hacia atrás con el que culmina el film es de una elegancia indiscutible, epílogo estético de un film a la altura de todas sus circunstancias.

La helada negra, Maximiliano Schonfeld, Argentina, 2016

La existencia en los pueblos desconoce la aceleración hipermoderna y el estímulo permanente de la vida cosmopolita; la presunta bonhomía de los habitantes de Valle María es indesmentible, como también la manifiesta austeridad simbólica que gobierna sus días. La llegada de una joven hermosa cambiará un poco la repetición rural y conjurará los efectos de la helada negra. ¿Una santa? En ese contexto supersticioso asoma el ethos de un pueblo de inmigrantes oriundos de una Europa decimonónica y rudimentaria: las carreras caninas, los bailes tradicionales, el trabajo de campo y una difusa religión cristiana llenan el vacío cotidiano, que Schonfeld, nacido en esa región que conoce de primera mano, registra y a su vez enrarece a través de varios fundidos misteriosos y algunos planos coreográficos notables.

Maturità, Rosendo Ruiz, Argentina, 2016

Filmar la adolescencia respetando sus códigos pero sin entregarse a su perspectiva inmediata: solamente así se puede capturar la casi imperceptible transición en la cual la conciencia de una adolescente adquiere una intuición del mundo. Alrededor de esa discreta proeza, una historia de amor prohibida entre una alumna y su profesor, las elecciones en Argentina, el misterio de una niña fantasma, el espacio urbano de Córdoba y la vida de una escuela. Y también algunas secuencias al paso en donde Ruiz, el cineasta que se abstiene siempre del plano-contraplano, materializa dos sueños de su protagonista, secuencias oníricas que habilitan un tipo de elegancia formal sostenida en hermosos fundidos propios de un director que conoce los límites impuestos por un acotado sistema de producción. La austeridad material y el ingenio van aquí de la mano.

Battles, Isabelle Tollenaere, Bélgica-Holanda, 2015

La guerra en Battles es esencialmente la puesta en escena triunfante e invencible de una forma de percepción del mundo. Tollenaere no se interroga acerca de los fundamentos de lo bélico, ni tampoco practica una genealogía del fenómeno. Lo que le interesa es reunir evidencia, detectar las líneas que ordenan el mapa cognitivo de lo bélico y perseguir el mismísimo instante en el que la guerra como percepción se instituye en el imaginario público. “Arqueología” es la palabra operativa que describe su método, pero la cámara aquí no rastrilla sino más bien identifica los signos dispersos del combate que están en la superficie y, como un todo difuso, naturalizan una mirada. En Battles, la joven directora imagina un ejército fantasma distribuido en cuatro países. A lo largo del film se dedicará a desmontarlo.

Carmín tropical, Rigoberto Perezcano, México, 2014

Después de un conjunto de fotos en orden cronológico sobre una misma persona, siendo la última una indicación funesta del destino de Daniela, una hermosa travesti, Perezcano introduce con una precisión admirable el contexto laboral de Mabel, su protagonista, otra travesti, que trabaja en una fábrica textil aunque su vocación es el canto. Mabel volverá a su pueblo; no es un regreso buscado sino más bien impuesto por las circunstancias: Daniela fue brutalmente apuñalada. Este heterodoxo policial (rosa), que a pesar de su tema está desprovisto de toda sordidez y prodiga, sin excepción, una ecuanimidad afectiva por todos los personajes, mostrará todas sus cartas cuando Mabel empiece a interpretar “Un poco más” de Álvaro Carrillo. La elegancia ostensible de la escena testifica la potestad del director sobre el lenguaje del cine.

Estreno nacional

Snakeskin, Daniel Hui, Singapur-Portugal, 2014

Este notable ensayo lúdico, que puede ser visto como un heterodoxo documental y también como una película de ciencia ficción de naturaleza observacional, es una pieza estupenda de contrahistoria que embiste contra los mitos, hitos y acontecimientos que forman parte de la historia oficial de Singapur. Hui traza una genealogía perturbadora de su país que no solamente tiene en cuenta eventos claves de los años 1299, 1819, 1942 y 1959, fechas que indican la fundación de un reino, las invasiones británicas y japonesas y la declaración de la independencia, sino que además imagina su país y reconstruye su historia desde un punto de vista privilegiado: un testigo, al que no vemos pero sí escuchamos, miembro de una secta misteriosa cuyo líder murió, nos habla desde el año 2066 y es él quien ordena la materia visual del film.

Estreno nacional

Solar, Manuel Abramovich, Argentina, 2016

El joven director del notable corto La reina intenta componer un retrato de Fabio Cavobiano y su familia. ¿Alguien recuerda a aquel niño que publicó a principios de la década de 1990, cuando tenía unos diez años, Vengo del sol, un bestseller de la literatura esotérica nacional? Para quienes conozcan aquella pieza literaria, el niño decía acordarse de su procedencia cósmica y espiritual, y se adjudicaba ser el hermeneuta de un mensaje que confirmaba un cambio planetario. Al director no le interesa ni vindicar el esoterismo del protagonista ni menospreciar el sistema de creencias que, aparentemente, subscribe el personaje. Abramovich se circunscribe al poder que los padres ejercen sobre sus hijos, y es posiblemente ese foco de atención preciso lo que revela la voluntad de poder del propio Cavobianco.

Rastreador de estatuas, Jerónimo Rodríguez, Chile, 2015

Un joven llamado Jorge reconoce a un neurólogo portugués en un film de Joaquim Jordà que le remite a una estatua de otro neurólogo que alguna vez quizás vio con su padre de niño en alguna plaza de Santiago de Chile. Jorge, que vive en EE.UU. y se dedica al cine, querrá saber entonces quién era aquel médico en el busto y deseará filmarlo. Hallar la estatua será una forma lúdica e inconsciente de canalizar con el espectro de su padre. La formidable segunda película de Rodríguez sigue entonces un modelo narrativo y de montaje que en cierta medida reproduce el movimiento de la memoria y sus signos: una ciudad puede llevar a Raúl Ruiz; un escritor como Pushkin puede invocar la historia del cine chileno y la dictadura de Pinochet. Este sistema libre de evocación en red sostiene esta película nómade como la subjetividad de su protagonista.

Roger Koza / Copyleft 2016