FICIC 2021 (01): EL INICIO, EL FIN Y ALGUNAS PALABRAS

FICIC 2021 (01): EL INICIO, EL FIN Y ALGUNAS PALABRAS

por - Festivales
22 Abr, 2021 09:34 | Sin comentarios
Sobre la nueva edición del Festival Internacional de Cine Independiente de Cosquín (FICIC) y las películas de apertura y cierre: Esquirlas, La última aventura y El piso del viento.

EL DESEO DE CINE

La imprevisible calamidad biológica que se iniciaba en el inicio del año pasado detuvo la edición que hoy celebramos y que debería haber tenido lugar a fines de abril de 2020. Estaba casi lista, pero en unos pocos días vimos despedazarse la construcción de muchos meses de trabajo. En ese momento, no nos convencía hacer el FICIC de forma virtual, y la situación era demasiado nueva como para hallar un camino posible.

Un año después, todo estaba listo para anunciar la décima edición, que habría de realizarse de modo presencial. Así lo veníamos pensando, pero ahora sí teníamos experiencia y habíamos analizado cualquier imprevisto impuesto por la velocidad de los contagios, las apariciones de cepas indomables y tantas otras variables epidemiológicas que determinan la vida en común. Un día antes del anuncio, el actual presidente argentino tomó decisiones drásticas y nosotros elegimos razonar sobre las medidas antes de reaccionar bajo el imperio de los intereses propios. Preservar la salud era un imperativo.

Decidimos entonces desdoblar el tiempo del festival en dos: una primera experiencia en línea, ahora, en abril, una segunda instancia comunitaria, presumiblemente en primavera. No queríamos alterar el calendario y disipar hacia adelante la necesidad de concretar y dar a compartir nuestro trabajo. Pero tampoco queríamos rendirnos y prescindir de la sala y de las proyecciones. Este desdoblamiento tiene un objetivo consciente: entendemos que un festival de cine es una experiencia social y estética cuya condición de posibilidad reside en el encuentro de una comunidad con un conjunto de películas que se exhiben en público, se discuten formal e informalmente y estimulan visiones del mundo y del cine. Como el cine mismo, un festival puede ser un acontecimiento que irrumpa en el curso de la vida cotidiana, trastoque su configuración habitual y renueve las miradas.

Si el arte es una forma de experiencia que tiene efectos sobre la forma de hacer cualquier tipo de experiencia, todo festival que acepte llevar a cabo su cometido solamente de modo virtual da a entender que la experiencia del arte es disociable de su naturaleza comunitaria y vindica incautamente el streaming como un sustituto de la proyección. Sin embargo, se trata de dos órdenes inconmensurables: en un caso, concebido para consumidores de imágenes; en el otro, para espectadores activos y emancipados. Dicho de otro modo, ver cine no es consumir imágenes, porque un plano no es una mercancía y porque una película puede ser más, mucho más que un mero estímulo para pasar un rato.

Detrás de todo lo que programamos y de cada actividad que hemos ideado, existe un deseo de cine. Y ese deseo es el deseo de lo otro, el deseo de ir más allá de lo propio por la gracia de una invención hermosa llamada cine que restituye otras vidas. Sean bienvenidos y bienvenidas a la décima edición del FICIC. 

Las películas de apertura

Esquirlas, Natalia Garayalde, Argentina, 2020

Parecía un bombardeo en la Franja de Gaza, acaso el escenario de horror característico de países lejanos, pero se trataba de una ciudad cordobesa en 1995 tras algunas explosiones de una fábrica militar de armas, cuyas consecuencias fueron devastadoras. Hubo escombros, polvos, heridos y cadáveres; y, con el tiempo, perpetuación de traumas y algunas enfermedades. Nadie en Río Tercero ha olvidado aquel acontecimiento fatídico, pero Garayalde le imprime a la memoria colectiva una perspectiva íntima que, al singularizar una historia familiar dolorosa, intensifica su valencia universal y suma clarividencia política. Toda memoria es siempre una labor de montaje, y es justamente ese trabajo minucioso sobre el recuerdo disperso el que se pone en juego al reorganizar todo el material filmado por los miembros de la familia, antes y durante el episodio, afición cinematográfica amateur que adquiere décadas después un suplemento de verdad y actualiza el alcance del pasado al presente. Basta el plano final para comprender qué es una imagen.

La última aventura, Ezequiel Salinas y Ramiro Sonzini, Argentina, 2021

Una ciudad, un bar, dos amigos, una moto y un robo. En pocos minutos, la dupla Sonzini-Salinas puede establecer un equilibrio dinámico entre las dos variables que definen el arte cinematográfico: la voluntad de narrar y la voluntad perceptiva. Lo que sucede entre los dos protagonistas antes, durante y después del asalto es suficiente para escenificar matices diversos de la deliberación moral que tiene lugar en el teatro de la conciencia respecto de ese acto delictivo y otros posibles de la misma índole, mientras que la ciudad de Córdoba en la noche deviene una superficie estética en la que el verde, el azul y el amarillo conquistan un protagonismo cromático, al mismo tiempo que los puentes, las plazas y las calles quedan disociadas por la luz que los ilumina del hábito perceptivo de todos los días. Así, la puesta en escena evoca escenarios pretéritos del cine de género y asimismo lleva a confundir a Córdoba con otras metrópolis solamente vistas en el cine. (RK)

La película de clausura

El piso del viento, Gloria Peirano y Gustavo Fontán, Argentina, 2021

Un conjunto de personajes de edades diversas visita un hermoso piso vacío ubicado en Buenos Aires, recientemente pintado y con generosas aberturas que permiten el ingreso de la luz natural. Alguien los recibe, alguien los filma. ¿Por qué llegan hasta ahí? ¿Es la respuesta a un aviso inmobiliario? El intercambio no es el de locatarios y locadores, porque el tono íntimo de los diálogos y las asociaciones de los visitantes, según la edad, proyectan sobre ese recinto memorias personales, episodios históricos diversos (el peronismo, la última dictadura, la toma de escuelas), inquietudes espirituales y deseos respecto del porvenir, en contrapunto con una meditación intermitente de la anfitriona, que siempre está en fuera de campo pero determina simbólicamente tanto lo que se ve (los ambientes, los árboles, tormentas) como lo que se escucha (el viento incesante), y que glosa toda la extensión semántica del término “habitar”, más allá del sentido de propiedad y del ordenamiento doméstico ligado al descanso laboral.

Fotogramas de encabezado: Esquirlas; El piso del viento y La última aventura.

*Textos del catálogo del FICIC 2021.