CINEFILIA ONLINE (12): FESTIVAL MÁRGENES 2015: LOS MÁRGENES ESTÁN EN TODOS LADOS

CINEFILIA ONLINE (12): FESTIVAL MÁRGENES 2015: LOS MÁRGENES ESTÁN EN TODOS LADOS

por - Cinefilia online, Festivales
21 Dic, 2015 06:46 | comentarios
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El corral y el viento

Por Roger Koza

Proyecto hijo de su tiempo, el Festival Márgenes, que alcanza su quinta edición perfeccionándose en sus retrospectivas y competencias, firme en un concepto radical de programación, es la condensación de nuestro tiempo en tanto tiempo en el que las imágenes (y los sonidos) circulan por todos lados. ¿Quién podía imaginar diez años atrás un festival accesible desde cualquier lado del mundo?

Gonzalo de Pedro, el joven crítico y programador español (también encargado de la programación de cortos de Locarno), ha demostrado un criterio sensible e inteligente para reunir un tipo de cine que suele desaparecer de la mira de los espectadores en general, incluso de aquellos que van a los festivales de cine. Él y su equipo de programadores no subestiman a su público. En efecto, el concepto de “margen” se aplica aquí a la accesibilidad que legitima una mirada y una institución, y a las poéticas de las películas que tienen una índole de provocación y exigencia.

El Festival Márgenes combina lo real con lo virtual. Por un lado, el festival se nomadiza y recorre por tierra varios kilómetros y naciones, ofreciendo funciones en Madrid, Barcelona, Córdoba (de España), México D.F., Monterrey, Santiago de Chile y Montevideo. A su vez, después de unos días del inicio de ese trayecto, el festival se vuelve parcialmente accesible a todos los ciudadanos de la red. Así, por más de dos semanas, algunas de las películas de su selecta programación se pueden ver gratuitamente y en altísima calidad. Ni siquiera hace falta registrarse. Tan solo hay arrancar en esta dirección: http://margenes.org/seccion-oficial-peliculas.html y empezar a ver los títulos elegidos.

 Las películas

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Navajazo

Catorce películas de la sección competitiva están disponibles hasta el 31 de diciembre inclusive. Hay también un film excepcional fuera de competencia: Ragazzi (2014), de Raúl Perrone. En efecto, se trata de una nueva oportunidad para ver este film dividido en dos movimientos, en el que el director de Ituzaingó primero representa casi oníricamente la muerte de Pier Paolo Pasolini y luego perfila un retrato de jóvenes marginales de la ciudad de Córdoba (Argentina) que simplemente se entregan al ocio al lado del río Suquía.

Lo que Perrone descubre en ese espacio marginalizado de la mirada ciudadana —un río lleno de suciedad—, es sorpresivo, pues la forma elegida, en sintonía con una estética que reenvía las imágenes al período silente del cine, subvierte la representación del sentido común y convierte el paraje en una suerte de spa de desclasados.

No menos desafiante, estética y conceptualmente, es el inclasificable filme mexicano Navajazo (2014), de Ricardo Silva, que siempre parece estar al límite de constituirse como una aberración moral de la representación, pero que consigue milagrosamente conjurar la “pornomiseria” o la omnipresente estética de la sordidez del cine latinoamericano.

Silva sitúa el escenario apocalíptico en espacio concreto y actual: Tijuana, ciudad del norte de México que linda con los Estados Unidos. Ahí reúne a varios personajes (un director de cine porno, un coleccionista de juguetes, un músico callejero, entre otros) que son la expresión de una humanidad decadente. La habilidad de Silva estriba en trabajar en un registro documental en el que no todo lo visto responde a eventos aleatorios sino a escenas concebidas especialmente para la película, lo que pone en juego el estatuto de verdad de todas las escenas, sin que eso debilite el impacto de lidiar con personas que han quedado en un limbo material fuera del sistema y de la Historia. El secreto del film reside en su cercanía amable respecto de todos los personajes. El desprecio brilla por su ausencia.

Quienes viven en Santiago Okola, a orillas del lago Titicaca, también parecen existir en un limbo, pero aquí ese paraje tan paradisíaco como abismal no está signado por la decadencia sino por la lejanía radical del resto del mundo. Miguel Hilari, el director del film ganador, El corral y el viento (2014), vuelve a la tierra de sus antepasados aymaras, en donde todavía vive un tío suyo y en donde su abuelo exigió mucho tiempo atrás la fundación de una escuela.

Hilari se predispone a observar con paciencia y sensibilidad la vida diaria de los campesinos que habitan el territorio. El cuidado de los animales y la pesca ordena los actos cotidianos, aunque gran parte del registro pasa por filmar la niñez. Al principio, sigue a algunos niños mientras juegan en sus casas; un poco después le dedica un tiempo a las actividades artísticas vinculadas a una escuela, un instante extraordinario en el que los pibes declaman poesía y cantos políticos.

Al promediar la mitad del film, un misterioso cuadro de 1684 filmado en un primerísimo plano irrumpe en el orden representacional destituyendo una imagen prístina de la comunidad, lo que lleva a reforzar una cierta ambigüedad sobre el punto de vista elegido por Hilari para presentar ese espacio corrido de la civilización, en cuyos cielos se divisan aviones supersónicos y en el que los filósofos presocráticos, Tales de Mileto y Pitágoras, aparecen pintados en las paredes de una escuela.

Otros títulos valiosos que se pueden ver son Alexfilm (2015), La maldad (2015), Transeúntes (2015), As cidades e as trocas (2014), Microbús (2014), Revolución industrial (2014) y la extraordinaria película argentina La sombra (2015), entre otras.

Este texto fue publicado en el diario La voz del interior durante el mes de diciembre 2015

Roger Koza / Copyleft 2015

Aquí se puede leer una crítica más extensa de La maldad y Alexfilm.

Aquí se puede leer una crítica más extensa de Ragazzi.

Aquí se puede leer dos críticas de La sombra y una entrevista a su director, Javier Olivera.