FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE ROTTERDAM 2018 (02): CAMPUSANO VIRTUAL

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE ROTTERDAM 2018 (02): CAMPUSANO VIRTUAL

por - Festivales
05 Feb, 2018 05:55 | Sin comentarios
La primera película narrativa argentina en 360. Campusano se apropia de una nueva tecnología y al hacerlo prosigue con las premisas de su cine. En Estados Unidos el realizador se encuentra con un mundo no tan lejano al de sus primeras películas.

Impredecible rumbo el de Campusano. ¿Quién podría haber vaticinado tan solo 10 años atrás, en tiempos de Vil romance, que haría un film en 360 grados y en Nueva York? Este experimento perceptivo en un territorio concreto reúne a un conjunto de personajes que bien califican de estereotipos propios de la vida estadounidense: están el slacker, el inmigrante, el blanco reaccionario, la familia disfuncional. Nadie adquiere protagonismo porque a todos se les adjudica un par de escenas en las que se esboza una idiosincrasia y un clima social y político ubicuo. Ni siquiera hace falta el rostro del actual presidente de Estados Unidos y una de sus frases ridículas citadas en la tapa de un diario apoyado sobre una mesa para advertir el espíritu de época.

A la curiosidad sociológica y a la estructura narrativa mínima se les suma una voluntad experimental por la cual la intensificación visual de lo real se conquista expandiendo el campo de registro. Lo que alguna vez se intentó hacer aprovechando el uso de la profundidad de campo aquí se hace estirando ese mismo campo hacia todas las direcciones, y se prueba además con variaciones que habilitan la quietud o el movimiento. Todo se muestra en 360 grados, erigiéndose así una posibilidad estética que se podría llamar “expansión de campo”.

En este sentido, la vieja preocupación de André Bazin acerca de la naturaleza democrática de un plano se intensifica no solamente por el volumen de la imagen que extiende la relación entre la vista y lo visible, sino también por el giro del propio espectador, que puede elegir qué ver y explorar por consiguiente los detalles minúsculos en el plano. El frente, el fondo, los costados se redefinen en el movimiento del observador, lo que implica una conciencia en el registro y una posibilidad de diseminar información significativa (como la del ejemplo del diario citado más arriba, que puede pasar desapercibido si el espectador no decide dirigir su mirada hacia los objetos que están en la mesa).

Brooklyn Experience, José Celestino Campusano,  Argentina-EE.UU., 2018

Campusano es enteramente consciente de lo que tiene a su alcance, a tal punto que en una escena tiene un cameo prácticamente imperceptible que, de no contar con la complicidad de la potencial curiosidad del espectador, se perdería indefectiblemente, pues el centro narrativo reside en un diálogo entre dos personajes y su presencia está a espaldas de esa situación. La incitación a observar lo aleatorio de cualquier escena es acaso la naturaleza del registro, que destituye la histórica forma de representación establecida en un campo de visión delimitado por el rectángulo o la pantalla. El cine en 360 grados es la abolición de una ortodoxia de la representación, o el desentendimiento del cine respecto de la pintura.

De lo que se trata aquí es de una cualidad inédita para el cine, que nada tiene que ver con su versión estereoscópica. La inmersión se profundiza debido al punto de vista cambiante, apenas condicionado por la posición inicial de registro, situación que incrementa la percepción espacial y asimismo la predisposición subjetiva. Lo que Campusano intuye es que este nuevo dispositivo de captura puede trabajar sobre las condiciones sensitivas más finas del espectador y así precipitar emociones más puras gracias a una inmediatez que hace posible una nueva modalidad de identificación. Algo así expresó una mujer que asistió a la clase magistral de Campusano en Rotterdam. “Viendo Brooklyn Experience sentí ser negra en Estados Unidos y en la era Trump”.

De todos modos, hay grandes momentos perceptivos en Brooklyn Experience: la blancura de la nieve, el volumen de la lluvia o el reflejo de esta en un charco en el pavimento, los viajes en automóvil, la contemplación de los transeúntes subiendo las escaleras para alcanzar el subte adquieren una importancia visual inédita; un travelling resulta una experiencia total, al igual que un movimiento de cámara de abajo hacia arriba para segur una tonta pelea entre amigos.

Tales hallazgos perceptivos están al servicio del relato. Campusano no abandona aquí su pulsión por narrar, y al reunir espacios y locaciones, curiosamente, recoge un paisaje urbano bastante desolador. Así como Vil romance, Vikingo y Fango revelaban una zona desconocida de Buenos Aires, en Brooklyn Experience sucede algo similar: zonas poco vistas de los suburbios de Nueva York adquieren una imagen. Misteriosa sorpresa final: no hay tanta distancia entre Berazategui y Brooklyn.

Roger Koza / Copyleft 2018