FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2019 (07): COMPRESIÓN, COMPRENSIÓN

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA 2019 (07): COMPRESIÓN, COMPRENSIÓN

por - Festivales
13 Nov, 2019 08:56 | Sin comentarios
González se afirma como una singularidad del cine argentino independiente.

El cuidado de los otros es la segunda película de Mariano González que guarda con la anterior Los globos una fuerte marca de estilo: retratar la intimidad, la cotidianeidad, el día a día de la clase trabajadora, rescatando sentimientos. Las dos películas son íntimas, profundas; relatan una historia que se acomoda en los huecos que dejan las elipsis –tan bien trabajadas- y en los fuera de campo –tan relevantes-. Ambas historias fluyen naturalmente, dejando que la información aparezca de manera escasa pero contundente, sin sobresaltos; una economía narrativa que le otorga al relato una fuerza inusual, de una sequedad inhóspita y a la vez rigurosa.

Si en Los globos la matriz narrativa era la masculinidad y la paternidad, en este caso es la femineidad y la maternidad en sus múltiples formas. La maternidad como un modo de estar en el mundo que se emparenta con el cuidado y el abrigo de los otros, y que requiere de una cierta responsabilidad.

Una impactante Sofía Gala Castiglione interpreta a una chica de clase trabajadora que alterna sus días entre cuidar unos niños y a la vez trabajar en la misma fabrica en la que trabaja su novio, haciendo una tarea que compromete su fuerza física. La cámara de González se centra en la cabeza, o más precisamente en el cuello de Luisa, estableciendo ahí su punto de vista una mirada femenina que se interroga acerca de la maternidad, bajo la figura del cuidado de los otros a los que refiere el título. Ese cuidado es una de las tantas formas extrañas del amor.

La trama revela una posición anímica: Luisa siente culpa, sentimiento humano y aterrador. El chico al que cuida se enferma, se desmaya en sus brazos después de cierto “descuido” en su trabajo de “cuidadora”. Lo que resta será una especie de travesía de Luisa quien encarna a la perfección la angustia, la culpa, el remordimiento y a la vez el profundo sentimiento que la une al niño. Su cuerpo en movimiento, su cabeza que estalla y un ir y venir constante, donde el único objetivo recae en saber algo sobre la salud del niño.

No resulta un dato menor la diferencia de clase; la familia del chico es una familia acomodada, lo que se enuncia por la prepotencia material que se reconoce en su departamento y también en cierta férrea sensibilidad de esa madre y ese padre. Luisa es una trabajadora todo terreno, también su sensibilidad es todo terreno; su tenacidad no abandonará la idea de saber cómo está el chico.

Ya con dos películas, queda claro que González maneja sus materiales con total claridad y con una nada altisonante profundidad. El director compone un relato que se define por estar sometido a una presión contante y que no deja jamás de fluir con naturalidad; toda una poética narrativa donde los sentimientos no se escabullen, donde se dice con precisión solo lo que hay que decir y se muestra lo necesario. La segunda película de González hace pensar en un realizador ubicado tangencialmente en el sistema del cine contemporáneo argentino independiente, donde la puesta en escena se muestra natural y donde se apunta a cierto realismo de las emociones y los sentimientos; sin estridencias, sin golpes de efecto, González cuida al cine porque toma los riesgos necesarios para no pisar tierra firme y no participa de una cierta tendencia del cine argentino, aunque transite zonas conocidas.

Marcela Gamberini / Copyleft 2019