FESTIVAL DE CANNES 2017 (08): LAS CLASES DE THIERRY

FESTIVAL DE CANNES 2017 (08): LAS CLASES DE THIERRY

por - Festivales
25 May, 2017 05:07 | comentarios
La crueldad sigue al orden del día. El festival es como nunca una olimpíada de sadismo.

Acatar, de eso se trata en Cannes. El régimen disciplinario impuesto por Thierry Frémaux empieza así.: a las 8.30 tenemos una de amputaciones y envenenamientos. Sofia Coppola regresa con The Beguilded y con su solo apellido ya tiene el beneplácito de todos. ¿Volvió a Tokio? No. ¿Sigue perdida en la traducción? Quizás. ¿Es que no hizo entonces un viaje al pasado y salió airosa? Sí, aparentemente es así, pero no fue al pasado para indagar lúdicamente sobre un miembro de la realeza francesa; en esta ocasión se conformó con una vernácula abstracción doméstica que transcurre después de 3 años del inicio de la Guerra de Secesión. ¿No es un poco teatral el deliberado encierro? Siete mujeres de edades dispares protagonizan su nuevo film. ¿Una secuela de Las vírgenes suicidas en otro contexto? Puede que sean vírgenes, pero de suicidas tienen poco, más bien lo contrario: si tienen que matar, la acción no les suscita ninguna deliberación moral. No hay que engañarse con la indumentaria angelical o las apariencias. Son mujeres sin escrúpulos.

Las siete mujeres que responden al liderazgo de Nicole Kidman acogen a un soldado herido del ejército del sur y le ofrecen cristianamente hospedaje y atención. Por encima del patriotismo hay un deber mayor. Dije abstracción y también le adjudiqué una cierta tendencia teatral; quizás es un poco injusto. Ya en el inicio Coppola filma la caminata de una de las chicas por el bosque y deja en claro que la luz le pertenece. En este sentido, todo el film es prodigioso, pero la luz no salva una película; garantiza cierto placer óptico, pero no la redime, en este caso, de su categórica trivialidad.

La revancha es el tema del film. Su gracia y su espíritu distintivos descansan en un oscuro feminismo combativo, pero esa modalidad de poder femenino resulta demasiado primitiva. Que el buen soldado las trate de vengativas y castradoras es entendible: las chicas confirmarán ese veredicto.

El conflicto central es libidinal. Después de que todas, incluso las más jovencitas y asexuadas, sientan algo por el soldado herido, cuando este elija a alguna de ellas el equilibrio juguetón de la seducción se pierde y así también se extravía la película. La de Don Siegel con Clint Eastwood la recuerdo poco, pero todos sabemos que Colin Farrell no es Clint.

 

A las 19 h teníamos la sección ucraniana de violaciones. En Cannes se dicta un seminario intensivo de desprecio antropológico; los presentes no lo sabíamos: somos unos conejillos de Indias puestos a prueba día a día para ver hasta cuánto y cuánto podemos aguantar tantos relatos salvajes. Hoy hubo alguna que otra señal de hartazgo: cuando empezaron a correr los títulos de A Gentle Creature, de Sergei Loznitsa, los abucheos alcanzaron una intensidad que, a juzgar por la programación, debería haber tenido lugar ya unos días atrás, o desde el día uno, cuando tuvimos la primera lección de misantropía y estilo.

Aparentemente, el gran tema transversal del año es la función de la alegoría en el cine contemporáneo. Es por eso que todos los días nos tiran una de esas para que hagamos la tarea. Se nos dijo que el paradigma lo representaba el film de Yorgos Lathimos. La película de hoy, la de Loznitsa, venía con ayuda porque la propia película se encargaba de explicitar el sentido de su travesura narrativa. En un extenso sueño de una inusitada crueldad, en una especie de cómic de la historia y el presente de Rusia, Sergei Loznitsa tomó el megáfono para gritar su verdad indiscutible: Rusia es una cárcel. Tal vez tenga razón, tal vez no, el tema pasa por cómo un director de la importancia de Loznitsa es capaz de propinar una tortura visual semejante.

En A Gentle Creature una mujer envía a su esposo una encomienda a una cárcel, pero la encomienda vuelve. ¿Por qué? ¿Pasó algo con su esposo? El film se limita a seguir las peripecias de la mujer para dar con su marido. Rusia, Ucrania, o todos esos países que alguna vez fueron la Unión Soviética viven bajo un régimen burocrático y autoritario irrespirables. Es así que por cada intento de visitar a su marido se topará con un impedimento y con una revelación. Según Loznitsa, ayer y hoy son lo mismo, una especie de cabaret lleno de putas, alcohólicos, funcionarios corrompidos y policías. Posiblemente sea así, pero el problema permanece: ¿cómo decirlo? ¿Cómo filmarlo?

La sutileza del Loznitsa documentalista no se ha traspuesto orgánicamente a su concepto de ficción y sentido de puesta en escena. El cuidado y la delicadeza de películas como The Settlement brillan por su ausencia, como si el cineasta tuviera dos vidas que jamás encuentran intersección. Aquí incluso se repone en el seno del propio film una escena completa pero ahora en colores de la magnífica The Halt. Todos los hombres y mujeres duermen en una estación de tren, como si estuvieran atenazados en ese espacio, más allá de toda elección. En aquel film increíble, nadie lograba levantarse y una suerte de epidemia de inmovilidad los dejaba petrificados. En este caso es igual, se repite el mismo concepto. Pero es también aquí cuando Loznitsa decide jugarse por la puesta en abismo y transitar un sueño demasiado perverso y explícito. ¿Quién iba decir que el gran Loznitsa iba a ceder alguna vez y pasar a representar la escuela de los cineastas crueles?

* Sofía Coppola y elenco en el encabezado; 1) The Beguilded; 2) A Gentle Creature

Roger Koza / Copyleft 2017