ESTABA EN CASA, PERO… / ICH WAR ZUHAUSE, ABER…

ESTABA EN CASA, PERO… / ICH WAR ZUHAUSE, ABER…

por - Críticas
08 Jun, 2021 11:30 | comentarios
Un delicado retrato de un duelo.

TIEMPO SUSPENDIDO

El inicio de Estaba en casa, pero… es tan hermoso como enigmático. Un perro persigue a un conejo en una zona de campo. Son planos cortos y precisos. La escena termina con una elipsis: en un cuarto de una casa abandonada, el conejo (¿el mismo?) yace en el suelo sin vida en el suelo mientras un burro silencioso lo observa. ¿Qué es todo esto? ¿Es una película de cazadores? ¿Un documental sobre la vida animal? La opacidad semántica del prólogo en relación con el relato que sigue puede descolocar, pero también impregna lo que viene de una cualidad anímica: la contingencia define todo. 

De ahí en más el escenario principal es Berlín y la actualidad. Los protagonistas: una mujer dedicada al teatro, madre de dos hijos y viuda. El marido ha muerto y, como sucede con quienes están en duelo, el tiempo de la ausencia no se mide por el paso de los meses en el calendario. El tiempo del duelo se caracteriza por disociarse de la utilidad. En los intersticios de las actividades el tiempo se siente, no se mide. Esta intuición delimita la naturaleza de las escenas: sin un orden de continuidad evidente, la madre puede visitar una noche la tumba de su marido, quedarse dormida ahí, soñar o recordar cómo sus hijos y ella bailaban en el hospital un tema de Bowie para alegrar a su marido. El concepto narrativo es otro: acumular secuencias que puedan delinear un sentimiento. En este caso, el del duelo. 

La frialdad de los alemanes es un lugar común. Sin duda, la expresión de los sentimientos depende de la pertenencia a una cultura, a una clase social e incluso a un período de la historia. Un italiano o un colombiano pueden abrazar muchísimo más a sus seres queridos que un japonés o un alemán, pero eso no significa ni más ni menos cariño. En este sentido, la película de Schanelec jamás elude la idiosincrasia de sus personajes y desmiente por completo la famosa frialdad alemana. Esculpe minuciosamente una modalidad expresiva de los afectos que no se circunscribe tanto a un personaje en sí sino a la sumatoria de todo lo que le pasa anímicamente a los hijos y la madre (y también a otros personajes secundarios). En esto, el cine de Schanelec tiene una misteriosa contraparte en el cine de Lucrecia Martel. Como sucedía en La ciénaga con la decadencia, en Estaba en casa, pero… es el conjunto de los personajes el que revela el desgarramiento. 

La cineasta actual más destacada de Alemania introduce una escena extraordinaria al promediar la película. El plano secuencia en el que el personaje interpretado por Maren Eggert camina con un artista (Dane Komljen, el magnífico cineasta serbio) y conversan sobre los límites de la representación en el teatro (y en el cine) de cualquier experiencia humana y la verdad que se desprende de esta representación es un striptease estético. Lo que está detrás de cámara se duplica frente a esta. ¿Cómo filmar un sentimiento? ¿Cómo filmar un duelo? Si en ese pasaje está implícitamente formulada la pregunta, entonces todo el resto de la película es una respuesta indirecta a esa inquietud. Respuesta contundente, misteriosamente conmovedora. 

 Estaba en casa, pero… / Ich War Zuhause, Aber… ,Alemania-Serbia, 2019.

Escrita y dirigida por Angela Schanelec.

*Este texto fue publicado por el diario La Voz del Interior en el mes de junio de 2021

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