EN OTRO PAÍS / DA-REUN NA-RA-E-SEO

EN OTRO PAÍS / DA-REUN NA-RA-E-SEO

por - Críticas
29 Jun, 2013 06:31 | Sin comentarios

**** Obra maestra  ***Hay que verla  **Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Koza

VARIACIONES SOBRE LO IMPOSIBLE

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En otro país /Da-reun na-ra-e-seo, Corea del sur, 2012

Escrita y dirigida por Hong Sangsoo

*** Hay que verla

Otra maravilla de Hong, una cineasta único que por primera vez llega a las salas comerciales de nuestra ciudad. 

Es el preferido de toda una generación de cinéfilos, un director prolífico y galardonado, el coreano más afrancesado entre sus contemporáneos. Sus películas combinan, paradójicamente, ligereza y lucidez, complejidad y sencillez, humor y decepción. ¿Quién es Hong Sang-soo? Uno de los grandes directores de la actualidad, o simplemente un genio. Su tema excluyente: el desentendimiento lingüístico y erótico entre hombres y mujeres (de clase media), a menudo vinculados al cine.

El título En otro país no indica un regreso a París, como en Noche y día: remite a la experiencia de uno de los personajes, Anne, interpretado magistralmente por la gran actriz francesa Isabelle Huppert.

Huppert es Anne pero no siempre Anne es Anne o la misma Anne. Hong apela a un experimento de variaciones: contará una historia parecida, que transcurre en una zona marítima y de vacaciones, de tres formas distintas: Anne querrá dar un paseo, será seducida, buscará encontrar un faro y no mucho más. Los personajes serán siempre los mismos. Anne, en esencia, será una extranjera estimulada por un contexto desconocido, y en las mínimas variaciones de cada versión será una directora de cine, la amante de un director de cine coreano y una mujer que visita Corea. Las características esenciales de Anne son siempre las mismas: cordialidad, curiosidad por una cultura ajena, predisposición al flirteo. Los otros, los coreanos, repetirán sus roles y sus modos de ser, pero también habrá mínimas diferencias en sus comportamientos, lo que responde a los distintos roles de Anne. Un hombre casado sentirá atracción por la extranjera; su mujer, celos; el salvavidas, un amor infinito por esa criatura blancuzca, pelirroja y delgada.

¿Eso es todo? Sí y no. El misterio del cine de Hong es que, a través de elementos mínimos, resplandece una idiosincrasia específica y sus modelos culturales sin dejar de ser universal en sus temas. Por un lado, los ritos cotidianos camuflan la tensión entre géneros: el machismo difuso de los hombres y la desconfianza de las mujeres son ostensibles; hablan un mismo idioma pero el deseo no se codifica del mismo modo. Todo esto no se dice, más bien se muestra; la lengua común funciona con eficacia para coordinar actos secundarios, pero en materia de sentimientos y deseos entender mal es la regla y no la excepción. Esto implica y garantiza el lado cómico de los enredos amorosos, más todavía cuando los amantes no comparten el idioma. En ese sentido, el diálogo entre Anne y un monje budista es sublime. No se trata de un koan sino de una apoteosis del malentendido. Formidable.

La poética de Hong se vale de la repetición y los zooms para alcanzar, amablemente, una clarividencia: sus filmes, y éste no es la excepción, postulan que el amor entre hombres y mujeres es casi impracticable. La obstinada insistencia es inevitable y se explica por esos momentos de ilusión en los que parece posible. Y Hong también sabe cómo filmar esos breves lapsos en los que el otro parece justificar la existencia del universo.

Esta crítica fue publicada en otra versión en el diario La voz del interior en el mes de junio 2013

Roger Koza / Copyleft 2013

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