EL TELÉFONO Y EL CINE

EL TELÉFONO Y EL CINE

por - Ensayos
21 Jul, 2021 04:42 | 1 comentario
Dos invenciones del siglo XIX tardío que signaron el siglo XX persisten y siguen siendo dominantes en el lenguaje y en nuestra vida cotidiana, pero nada es igual y no todo es como parece.

En una reciente entrevista titulada “Amor, angustia y protocolo”, la simpática pareja conformada por la psicoanalista Alexandra Kohan y el escritor Martín Kohan ensayaba algunas lecturas en las antípodas del sentido común. El poder en las parejas, el deseo, el kitsch, la corrección política y varias otras cuestiones ineludibles cuando se intenta comprender cualquier vinculo amoroso se analizan con clarividencia y elocuencia. En el final, casi por rutina, el entrevistador les pregunta sobre futuros libros, y Martín Kohan responde que está trabajando en un nuevo libro sobre el teléfono. 

Metrópolis

El punto de partida de ese proyecto literario de Kohan es una paradoja: el teléfono fue una invención para conjurar la distancia entre dos personas y que estas pudieran hablar. Hoy, como muy bien lo advierte, el teléfono se emplea para funciones múltiples: guardar fotos, filmar, hacer transferencias bancarias, iluminar, agendar eventos y también ver películas; lo más parecido a hablar por el este dispositivo reside en la grabación permanente de mensajes de audio, y el escritor añade con ingenio que hay en ese uso una cierta similitud al viejo walkie-talkie. ¿No está pasando algo similar con el cine?

Las películas ya no se ven solamente en los cines; en realidad, cada vez menos se proyectan en salas. ¿Qué ha sucedido? La pandemia fue solamente una contingencia que aceleró una tendencia de la industria que no tenía relación directa con el azar biológico que modificó (por un tiempo) nuestra forma de vida: la descentralización de los estrenos de las salas (y los festivales) y la sustitución parcial de los cines por las plataformas de streaming. Nadie puede conocer aún las consecuencias de este fenómeno técnico comercial, pero sí se puede advertir ya la configuración de un nuevo modelo de espectador. 

En la sala de cine no se podía acelerar la velocidad de una proyección, menos todavía poner pausa para mirar otra cosa y seguir en otro momento. Los televisores 4K ofrecen una nitidez y un brillo de imagen y una amplificación con variables de ecualización de volumen que en ciertas salas de cine no se repiten, pues nadie controla, desde hace tiempo, la calidad de las proyecciones. Lo que no puede zanjarse es la inconmensurabilidad entre una pantalla de cine y la de un televisor. Una panorámica del Monument Valley o un primerísimo plano de un elefante no tienen un efecto perceptivo equivalente. 

Pero el cine en casa debilita algo más: el olvido completo del propio mundo y la incursión inesperada en la vida de los otros. Lo doméstico atenúa la aventura y refuerza el confort de lo consumidores. 

***

*Fotograma de encabezado: His Girl Friday (1940)

*Este texto fue publicado por el diario La Voz del Interior en el mes de julio 2021.

Roger Koza / Copyleft 2021