EL SONIDO DE LA LENGUA

EL SONIDO DE LA LENGUA

por - Ensayos
09 May, 2022 01:30 | Sin comentarios
La controversia ya pasó, no así el involuntario corolario que permite pensar la lengua hablada en el cine.

Tardó poco para que la indignación y las críticas se hicieran oír. La esperada comedia de la estrella vernácula Guillermo Francella, cuya historia se circunscribe al error predictivo de un meteorólogo, conoció muy pronto el cuestionamiento de los cordobeses que, al escuchar a algunos intérpretes imitándolos en su tonada, se sintieron burlados y ridiculizados. Como sucede con la mayoría de las controversias mediáticas, el malestar se extendió por unos días, fue reemplazado por otra noticia “escandalosa” y no impidió jamás que la mediocre película de Marcos Carnevale se mantuviera en el top ten de las películas más vistas de la plataforma de las plataformas. 

El hecho no deja de ser potencialmente revelador. La relación entre identidad y lenguaje es incuestionable. Sin lenguaje no se puede pensar ni sentir, tampoco ser, porque una lengua es mucho más que una conjunción de sonidos y signos que instrumentan la comunicación; una lengua es una forma de hacer experiencia del mundo, incluso es en sí un mundo. En este sentido, el desajuste que percibieron los oyentes cordobeses frente a la imitación de una actriz porteña entonando el sonido de la lengua como se la vive sonoramente en la provincia develó la impericia de la mimesis articulada en el estereotipo. La comprensible ofensa narcisista alcanzó para al menos señalar una obviedad que antecede al problema. Se podría haber elegido a una actriz de la provincia y hubiera bastado, aunque si la intérprete hubiese sido del sur de Córdoba quizás podría haber sido confundida con alguna actriz menos conocida del interior de Buenos Aires. 

Los matices sonoros de la lengua en películas habladas en inglés son permanentes. Hay actores de Los Ángeles que tratan de hallar la musicalidad del inglés hablado en Texas o en Nueva York y son todavía más risibles que la versión del cordobés en Granizo; lo mismo podría advertirse de los actores ingleses haciéndose pasar por irlandeses y los catalanes por madrileños. La irritación del espectador es proporcional a su conocimiento, y también a las preferencias caprichosas que son también sus hábitos. Si Peter Parker o Batman hablan en español “neutro”, esto resulta indiferente a una gran mayoría. Si la tonada cordobesa mal resuelta suena espantosa, ¿qué se tendría que esperar cuando la voz de Tom Holland o cualquier otro actor emite sonidos nacidos en otra boca? El doblaje es más radical que una fonación artificiosa; es una modificación ontológica.

Lo que molestó en los primeros días de abril, tras el estreno de Granizo, fue su fragante usufructo del estereotipo. Muy poco se dijo durante esos días acerca de que toda la película no es otra cosa que un estereotipo de cierto tipo de estética televisiva combinada torpemente con otros clisés del cine estadounidense, y con una ética subyacente acorde a los tiempos de tiniebla por venir. Se la vendió como una película de Netflix “hecha en Argentina”, pero el producto llamado Granizo no es ni del todo de acá ni menos todavía de allá.

*Publicada en revista Número Cero en el mes de abril de 2022.

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