EL MUNDO DE WONG

EL MUNDO DE WONG

por - Ensayos
06 Abr, 2021 09:01 | 1 comentario
Una consideración sucinta sobre el mundo material en el cine de Wong Kar-wai

En el hermoso diario de rodaje de Felices juntos escrito por Christopher Doyle y publicado algunas décadas atrás en Projections 8, el director de fotografía afirma: “Si el cine fuera tan solo jazz, si solo pudiéramos improvisar… En cada película estamos más cerca de hacer eso; mi cámara empieza a ser en cada rodaje un instrumento musical. Enciendo y apago, la velocidad del filme varía, los encuadres cambian en el plano. Estas son mis claves y también mi registro de cambio. Así es que doy mis tonos, él hace el solo e improvisamos juntos hacia una forma libre en la que creemos que puede existir una película”. 

Lo que dice Doyle acerca del método de trabajo revela bastante de la poética de Wong. No importa si se trata de una historia de amor en el pasado o en el futuro (Días salvajesCon ánimo de amar2046, Felices juntosMy Blueberry Nights), de los avatares de un maestro de artes marciales (The Grandmaster), de la escena musical de los 90 (Chunking Express), lo que siempre será decisivo en el cine de Wong es la pregnancia de un estado de ánimo a partir de una intensificación sensorial que determina una difusa evolución narrativa. Lo que se cuenta importa, pero cómo se cuenta importa aún más. 

Cenizas del tiempo

Los ejemplos se pueden constatar en cualquier filme de Wong. Tesis: el argumento es la forma, el relato, una cuestión secundaria pero jamás irrelevante. Casos: ¿Quién se acuerda después de un tiempo del asesino a sueldo de Cenizas del tiempo, la posada que regentea y el amor que le profesó a una mujer en el pasado? ¿En qué época remota transcurría aquel relato? Pero nadie olvidará los ubicuos amarillos que definen cromáticamente a este filme notable que se alinea con la tradición del wuxia (películas de artes marciales y caballería) y menos aún de las citas budistas pintadas en algunos planos.

¿No pasa exactamente lo mismo con las cataratas del Iguazú y el riachuelo de La Boca en Felices juntos? Lo que sucede entre los dos amantes hongkoneses que viven en una pieza en Buenos Aires no es otra cosa que la dinámica afectiva que determina la vida de cualquier pareja. Que sean dos hombres no cambia absolutamente nada la naturaleza de los conflictos cotidianos y las relaciones de poder de los vínculos. De aquel filme visceral y minimalista, con solo tres personajes, las variaciones del verde y las canciones de Frank Zappa y Astor Piazzola permanecen en la memoria por la contundencia emocional que destila cada secuencia de la película. ¿Y qué decir de 2046 y su estética futurista no exenta de melancolía? ¿Y qué distinguir de esa heterodoxa comedia llamada Chunking Express, en la que sus dos historias ligadas al mundo delictivo constituyen en verdad el trasfondo narrativo para sentir visual y sonoramente una forma de existir definida por la velocidad constante y los estímulos incesantes?

En el cine de Wong existe siempre un tema central que poco avanza debido a que lo que sucede en sí frente al ojo y al oído sustituye por su prepotencia estética la natural resolución dramática en el transcurrir de las escenas. Si Chow y la señora Chan, los vecinos que tienen sus respectivos matrimonios y se enamoran en Con ánimo amar, podrán o no consumar la pasión que los atraviesa es tan importante como las regresiones que detienen la resolución dando lugar y protagonismo a un empirismo encantado en que el humo del cigarrillo, los colores de todos los vestidos de Chan, el movimiento de los cuerpos en la calle, las cortinas de un pasillo y la lluvia en el pavimento adquieren la naturaleza de una revolución perceptiva. Esa es la marca registrada de Wong: hacer de la materia y la luz una experiencia casi erótica, donde se desea volver a mirar al mundo como si fuera un repertorio inacabable de presencias hermosas.

*Este texto fue publicado en otra versión y con otro título en Revista Ñ en el mes de abril 2021

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