EL EMPIRISMO ENCANTADO DE WONG KAR-WAI

EL EMPIRISMO ENCANTADO DE WONG KAR-WAI

por - Ensayos
15 Abr, 2021 02:03 | Sin comentarios
Acerca de la física y la hermosura en el cine del cineasta que hizo un clásico de nuestro tiempo como Con ánimo de amar.

Entre los libros sobre cine que pueden leerse durante toda la vida está ese lacónico compendio de aforismos titulado Notas sobre el cinematógrafo de Robert Bresson. El tiempo y la evolución material de la confección de imágenes no parece fatigar la clarividencia de sus páginas. Dice ahí: “Sacar las cosas de la costumbre, descloroformizarlas”. Como pasa siempre con el aforismo, el lector tiene que reconstruir las premisas de una aseveración e imaginar la elipsis de una sentencia, algo por cierto muy bressoniano. ¿Qué significa acá desoír la costumbre y revitalizar así la experiencia? 

La estética de la exuberancia del cineasta Wong Kar wai poco tiene de la precisión y la austeridad de Bresson, casi pertenecen a realidades estéticas antitéticas; la condensación vitalista de este último sí puede sentirse en el despliegue indetenible de estímulos que el cineasta hongkonés prodiga en cada una de sus películas. Basta comparar Al azar Baltasar con Chunking Express para razonar las diferencias, aunque a ambos los une, justamente, una voluntad estética guiada por “sacar de las costumbres” el movimiento de una mano, el desplazamiento del cuerpo en el espacio, la exactitud de una mueca y el lugar de los objetos en el espacio. Los métodos pueden ser inconmensurables, no así los efectos sobre la percepción. El detalle dicta los hallazgos y repara en lo imperceptible.

Justo ahora que la mejor plataforma de streaming (MUBI) le dedica un ciclo a Wong, cualquier espectador curioso puede embeberse del empirismo encantado de sus películas. No hay superficie alguna que no esté redimida por la hermosura y por consiguiente emancipada de cualquier sentido de utilidad. Eso puede percibirse como nunca en Con ánimo de amar. El cobijo materialista del drama amoroso de la trama signada por el adulterio constituye un segundo argumento sobre cómo habitar la vida cotidiana sin dejarse arrastrar por las costumbres. Transitar por las calles y los corredores, subir y bajar escaleras, mirar desde una ventana, ver y oír la lluvia, apoyar la cabeza sobre el hombro de quien se ama, todo luce de otra forma. ¿Y qué decir de los colores? El rojo y el verde, ambos tan ligados al orden del tráfico y las conductas de los peatones, se transforman en intérpretes destacados de la luz. Nada es igual con esos dos colores después de entregarse a Con ánimo de amar.

Es que frente a una película como la de Wong la característica y menesterosa experiencia perceptiva del mundo circundante se presenta como lo que es: un déficit espiritual propiciado por una forma de vida que solamente obedece a la producción y la acumulación y que del mundo solo divisa un espacio de extracción. 

*Este texto fue publicado con otro título por Revista Cero de La Voz del Interior en el mes de abril 2021.

Roger Koza / Coptleft 2021