EL CONTEXTO DE UN JARDÍN: DISCURSOS SOBRE LAS ARTES, LA ESFERA PÚBLICA Y LA TAREA DE AUTOR

EL CONTEXTO DE UN JARDÍN: DISCURSOS SOBRE LAS ARTES, LA ESFERA PÚBLICA Y LA TAREA DE AUTOR

por - Libros
19 Jun, 2014 10:42 | comentarios

UnknownEL JARDINERO FIEL

Por Roger Koza

Hay algunos libros que mientras estamos leyendo ya sabemos que vamos a volver a leer. Son textos donde encontramos sosiego, sabiduría y nos producen cierta sensación de resguardo, lo cual no es frecuente; son libros amigos, compañeros silenciosos en la intimidad. El contexto de un jardín: Discursos sobre las artes, la esfera pública y la tarea de autor, de Alexander Kluge, es uno de esos libros.

El autor, que en cierto momento postula una peculiar red a la que denomina “morada de nuestra experiencia”, una esfera viviente entre los libros y la realidad, o más precisamente entre la interioridad y exterioridad, dice que los poetas y los escritores son para sus lectores vehículos de confianza. En sus palabras: “Gente que se vuelve tanto más necesaria cuando las personas la pasan mal”. Leyendo este libro de Kluge muchos llegarán a una conclusión inevitable: Kluge, cineasta, sociólogo y escritor, es indispensable, una firma necesaria, alguien que ayuda a estar mejor. Por las dudas, vale aclararlo, este libro no es de autoayuda. Exige esfuerzo y disposición a pensar.

El libro en cuestión es una compilación de discursos públicos que van desde la aceptación de premios literarios (propios y de autores asociados a Kluge) hasta las palabras pronunciadas en un auditorio en ocasión de la muerte de un dramaturgo (en este caso particular, Heiner Müller). Ciertos capítulos son piezas literarias breves que fueron publicadas con anterioridad en alguna revista alemana. Hay capítulos dedicados a la ópera, a la pintura, a la filosofía y como es de esperarse, al cine, a la literatura y a la televisión. Los intereses de Kluge son heterogéneos, pero giran ordenadamente en una órbita común que se podría concebir como un sistema sensible de signos surgidos de una herencia tardía cercana a la Ilustración. Por ilustración hay que entender aquí una actitud nacida en Europa unos siglos atrás por la cual la razón se orienta(ba) hacia una tarea inacabada pero imperativa de emancipación colectiva fundamentada en el conocimiento y en el progreso que deviene de él. Kluge es un ilustrado que reconoce a su vez el límite del poder de la razón, pues adelanta que la humanidad ilustrada parió un siamés: “una mitad que se movía por el delirio de omnipotencia y la otra por el coraje del conocimiento”.

El capítulo clave del libro se titula “El autor como domador o como jardinero”. Kluge esboza dos figuras de autor antitéticas: el domador y el jardinero. El primero es aquel que intenta convencer de algo valiéndose del arte de la persuasión; el segundo parece obstinado en conservar y comprender algo excepcional y casi invisible de la vida. Kluge relaciona su concepto de jardinería con una noción particular de montaje, que se diferencia del enlace entre planos para configurar así una retórica coherente a través de las imágenes para que expresen una totalidad. Afirma entonces lo siguiente: “Tal como yo lo concibo, uno no recurre al montaje por pura sed de poda sino a sabiendas de que algo puede crecer por sí mismo”. Lo que crece es, eventualmente, una experiencia que va a contramano de eso que Kluge interpreta como “un esperanto del sentido común…, en el que el tono ha desaparecido como instancia evaluadora”. De allí se puede entender su militancia extraña en la televisión, su fórmula intempestiva de proponer y practicar una “televisión de autor” en un medio y dispositivo global que es responsable principal de una inflación galopante de contenidos destinados a debilitar la esfera pública y alienar a los ciudadanos.

Hay una metáfora hermosa que Kluge utiliza al inicio del capítulo llamado “Por un momento la sociedad pareció un jardín”. Allí se puede leer: “Las personas habitan sus biografías como habitan casas”. Para habitar se necesita pensar y para poder hacerlo hay que insistir una y otra vez en la construcción de una esfera pública libre de constricciones y de tendencias a homogeneizar la libre circulación de signos.

En un libro de 184 páginas, la primera ilustración aparece en la página 69, en la que se puede observar una foto de una estatua de Gotthold Ephraim Lessing en una calle de Hamburgo. Es parte de otro capítulo esencial para entender muy bien qué entiende Kluge por el legado de la Ilustración, capítulo más decisivo que aquellos que le dedica a Adorno y a Habermas, que también vienen acompañados de fotografías. Allí, Kluge formula una pregunta que articula la totalidad del libro y en consecuencia toda su obra: “¿qué tiene de tan útil la esfera pública como para considerarla un patrimonio personal que no tiene precio?” Y responde: “Un patrimonio personal como el aire, tan alienable como la propia biografía”. Éste es el núcleo filosófico y vital del trabajo de jardinería que a través de imágenes, palabras y sonidos promueve hace décadas y en soledad el gran Alexander Kluge.

EL CONTEXTO DE UNA JARDÍN. ALEXANDER KLUGE: DISCURSOS SOBRE LAS ARTES, LA ESFERA PÚBLICA Y LA TAREA DE AUTOR. ALEXANDER KLUGE. EDITORIAL CAJA NEGRA. BUENOS AIRES. 184 PÁGINAS

Esta reseña fue publicada por Ciudad X en el mes de junio 2014

Roger Koza / Copyleft 2014