EL CINEASTA DIGITAL

EL CINEASTA DIGITAL

por - Ensayos
06 Sep, 2021 08:57 | Sin comentarios
El cine del cordobés Pablo Martín Weber glosa fielmente nuestro tiempo. El reconocimiento obtenido es anecdótico porque sus dos películas exceden la contingencia del "éxito".

Pablo Martín Weber es cordobés y aún le quedan tres años para cumplir treinta. Hizo su primer cortometraje, titulado Fragmentos desde el exilio, en el 2017, el cual se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Cosquín en el 2018. La película era una ingeniosa construcción especulativa sobre la vida en nuestro planeta circunscripta en parte a Córdoba, en un momento no menos simbólico como el de la primavera de 2015 en tiempo de elecciones. La perspectiva de un agente alienígena enrarecía lúdicamente sus observaciones sobre la historia política de la provincia, un recurso infalible para enunciar elípticamente signos incómodos y conjurar la irritación y la ofensa inmediatas.

Homenaje a la obra de Philip Henry Gosse

Dos años después, su segundo cortometraje, llamado Homenaje a la obra de Philip Henry Gosse, empezó su recorrido en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. De ahí en más viajó por distintos puntos del planeta; algunas de las escalas son notables: Jeonju (Corea del Sur), Festival de Málaga (España) y Sheffield DocFest (Reino Unido); en algunas semanas se proyectará en el prestigioso Festival Internacional de Cine de Nueva York (Estados Unidos) y en la mítica Viennale (Austria). En Viena, integra un lote de películas que rinden homenaje a las ideas de Amos Vogel vertidas en su seminal libro de 1974, El cine como arte subversivo.

En efecto, en el mes de octubre, Homenaje a la obra de Philip Henry Gosse, una película erigida en archivos acopiados de Internet y reorganizados en un perspicaz montaje al servicio de una trama fascinante donde Weber retoma la pasión por los fósiles del historiador natural británico estableciendo un lazo dialéctico con el concepto de archivo digital, se proyectará en el Filmmuseum de Viena. La función en Viena es consagratoria, porque la sala de esa institución cinematográfica está reservada a los cineastas que han probado merecer tener un lugar en la historia del cine. Si se tratara de un trabajo científico, sería como si Weber diera una clase magistral acerca de un hallazgo reciente de una investigación propia ante la comunidad científica reunida en un salón del MIT.

Que un joven cordobés haya conseguido con solo dos cortometrajes captar la atención de distintas audiencias, como también de críticos y programadores, no es ninguna casualidad. Weber es un intérprete lúcido de los efectos diversos que tienen la era digital sobre nuestro concepto de realidad e identidad. Entiende muy bien que nuestro ser en el mundo es indisociable de la imagen y que el ser de las imágenes no depende necesariamente del mundo físico para existir. El pasaje más desafiante de su segundo cortometraje es aquel en el que vemos rostros de hombres y mujeres que jamás existieron pero que sí tienen imágenes. Terror metafísico para muchos, realismo digital para otros, pura evidencia para todos.

*Publicado en Número Cero en el mes de agosto 2021

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