EL BAFICI DESPUÉS DEL BAFICI 2015 (02): LAS COMEDIAS DEL DESENCANTO

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por - Críticas, Festivales
28 Abr, 2015 11:20 | Sin comentarios
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El secuestro de Michel Houellebecq

Por Roger Koza

El ridículo en Michel Houellebecq no es una impostura, tampoco una estrategia cínica para alivianar su figura. En las dos películas que lo tienen como protagonista exclusivo, Near Death Experience y El secuestro de Michel Houellebecq, el escritor, a veces cineasta y ahora actor, luce como un Gollum consumido por la nicotina, tan delgado y demacrado como si estuviera listo para protagonizar un film sobre el Holocausto.

Habría que decir que su exposición reciente como comediante de sí mismo en tanto presunto intelectual de su época lo revela como un cínico que ha perdido toda huella de resentimiento. Algún académico de turno decretará su vulgaridad insalvable pero no exenta de lucidez. A los 55 años, su revancha discursiva contra el mundo y todas sus supersticiones parece haber perdido la inquina acostumbrada, al menos si uno juzga por la sabia liviandad de estas dos películas recientes. Testigo fantasma de sí, el incrédulo ya ni se aferra a un escepticismo sistemático de denuncia. De pronto, en Houellebecq la furia deviene sosiego; después del cinismo se respira una libertad anémica.

En El secuestro de Michel Houellebecq, el autor de Partículas elementales aprovecha aquel episodio de 2011 en el que un rumor, a partir de sus ausencias reiteradas en varios compromisos públicos, se volvió noticia: ¿quién raptó a Houellebecq? En el film, los responsables son tan inverosímiles como queribles: un fisicoculturista, un exsoldado del ejército israelí y un hombre cualquiera cuya pasión excluyente es la lucha libre. Los autores intelectuales del secuestro son otros, pero se sugiere que el terrorismo islámico está metido en el asunto. Los muchachos no son meros matones: son sensibles, tienen buenos modales y hasta les interesa el universo de las letras. En una escena muy cómica uno de ellos se exaspera porque la interpretación y su recuerdo de H. P. Lovecraft : Contre le monde, contre la vie, obra temprana del escritor, difiere de lo que el propio autor cree haber escrito.

El método empleado por Guillaume Nicloux, quien dirige y ha escrito el guión, consiste en jugar con elementos de ficción y no ficción, de tal modo que la indeterminación regule las escenas y no se pueda llegar a descubrir quién es realmente Houellebecq, lo que tiene muy poca importancia. El sujeto empírico, en última instancia, se reduce aquí a la evidencia del cuerpo. En una escena fugaz, Houellebecq le explica a uno de sus secuestradores por qué el Yo y el propio conocimiento de sí es insuficiente para hacer literatura. Observar, escuchar, incorporar, asociar y reordenar, la literatura nace del choque entre mundo y lenguaje.

Dividida en dos partes precisas, El secuestro de Michel Houellebecq empieza con un seguimiento de sus actividades diarias: caminatas, visitas a una amiga que toca el piano y con quien discute la inflación semántica de Mozart, el encuentro con admiradores que le piden autógrafos en la calle. En algún intercambio con un transeúnte se revelará su afición a visitar iglesias durante los funerales; los secuestradores, por otra parte, se sorprenden de que La democracia en América, de Alexis de Tocqueville, repose en la mesita de luz en su dormitorio. Sobre ese sistema de gobierno, cuya legitimidad nadie duda pero que rara vez se piensa a fondo, Houellebecq afirmará: “La verdadera vocación de Europa es hacer imposible la democracia e instalar un gobierno de expertos”. Y agrega inmediatamente: “La democracia es el futuro, Europa es la regresión”.

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Near Death Experience

Después del secuestro, el film de Nicloux se va convirtiendo en un discreto disparate utópico en el que los tres secuestradores, junto con una pareja de ancianos que son los dueños de la casa en la que retienen al escritor esposado, van estableciendo entre todos una vía de intercambio afectivo que disloca la diferencia generacional y la distinción entre la vida intelectual y la ordinaria. La máxima expresión del desparpajo, aunque manteniendo los buenos modales, ocurre cuando Houellebecq promete un poema a cambio de que la anfitriona le vuelva a regalar una noche con una jovencita de 21 años. ¿Una comedia en sentido extramoral?

Near Death Experience empieza muy parecido a la película de Nicloux. Sentado en un bar de mala muerte, Houellebecq está tomando un trago. El plano general se impregna de su decadencia; su semblante denota un envejecimiento prematuro. Al verlo fumar sin interrupciones, con el cigarrillo entre sus dedos medio y anular, es fácil predicar de ese comportamiento compulsivo su look de ultratumba. Sin embargo, a medida que avance la película, el escritor, que aquí interpreta a un empleado de telecomunicaciones, se irá vigorizando, aun cuando después de salir en su bicicleta y perderse por las montañas el único plan que tenga en mente es acabar con su vida.

A diferencia de películas que, como El sabor de la cereza, giran en torno al suicidio como problema filosófico, aquí el descubrimiento de que vivir no es un acto obligatorio no pasa por un conjunto de pruebas dialécticas por las que el personaje deba dilucidar la pertinencia de su decisión. Los directores Benoît Delépine y Gustave Kerver se limitan a proponer varios intentos fallidos –nunca por falta de convicción– que funcionan como pasajes cómicos y reflexivos. Esto, a su vez, trae aparejado elecciones formales bastante elegantes. Véase el primerísimo plano sobre los ojos del escritor frente a su primer intento de suicidio, o también esa panorámica hilarante en la que se lo ve “disfrazado” de ciclista listo para saltar desde una represa gigante.

Si en El secuestro de Michel Hoeuellebecq el escritor se interpreta a sí mismo, en Near Death Experience se exterioriza su filosofía posnihilista, como si se tratara de una visita al interior de su cerebro. La resolución del suicidio es absolutamente genial y se vincula a un enemigo conceptual enunciado desde el inicio, cuando el personaje aparece mirando la televisión: la superstición, una forma de imbecilidad que reenvía a nuestra especie a un grado cero de su evolución.

Este artículo fue publicado en la revista Ñ en el mes de abril 2015

Roger Koza / Copyleft 2015