EL BAFICI DESPUÉS DEL BAFICI 2013 (01): LOS CIRCUITOS DE LA MEMORIA

EL BAFICI DESPUÉS DEL BAFICI 2013 (01): LOS CIRCUITOS DE LA MEMORIA

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24 Abr, 2013 04:09 | Sin comentarios

Acerca de La sensibilidad (Argentina 2011), de Germán Scelso y La multitud (Argentina 2011), de Martín Oesterheld

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La multitud

Por Roger Koza

El BAFICI 2013 ha terminado, pero dos películas de la penúltima edición, esas que pasan desapercibidas aun durante un festival, llegan a la pantallas alternativas de la ciudad. No estarán por mucho tiempo, pero La sensibilidad, del cordobés Germán Scelso, y La multitud, de Martín Oesterheld, son dos películas fascinantes, distintas a otras que han compartido inquietudes parecidas: la reconstrucción de la memoria política, familiar, urbana y arquitectónica.

El documentalista Scelso, cuya especialidad parece ser el retrato, elige aquí apuntar su cámara a su propia historia familiar. No es sencilla: su padre, Jorge Scelso, fue asesinado en un centro clandestino durante la dictadura militar, y su madre, Sara, sobrevivió milagrosamente. Pero no se trata de una operación terapéutica develada al público como exorcismo privado y político sino de un trabajo formidable de sociología aplicada a un microcosmos simbólico en el que se puede ver y pensar el tópico de la memoria desde una perspectiva novedosa para el cine argentino.

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La sensibilidad

Con lucidez y riesgo el director reconstruye ese pasado (presente) problematizando la sensibilidad como tal. La tesis: la sensibilidad no depende de las aptitudes genéticas ni de una personalidad específica, sino de la pertenencia de clase. ¿Cómo demostrarlo? Sus dos abuelas, Laura y María Luisa, una aristócrata y una ama de casa de clase trabajadora, le permiten explorar la sensibilidad y su constitución; la experiencia histórica y una desgracia familiar en común, desde dos perspectivas antitéticas, no son exactamente la misma experiencia. Scelso confronta desde la cotidianidad (la música que escuchan, los modos de cocinar, los programas de televisión que ven) hasta la experiencia más íntima vinculada al dolor, y descubre siempre la huella de clase como un rasgo imborrable, una fuerza simbólica involuntaria que determina las condiciones de la experiencia. La idea es genial, y la película, a pesar de su austeridad de recursos, está a la altura de las circunstancias. (Miércoles 24, a las 21.30hs, en el Espacio INCAA de Ciudad de las Artes).

La multitud, de Oesterheld, no es menos genial. Aquí también se ensaya sobre la memoria y su vínculo (involuntario) con las dictaduras militares del siglo pasado. Pero el interés pasa por la arquitectura y la concepción del espacio público. La película propone una zona física de memoria, un territorio que abarca las ruinas de la vieja Ciudad Deportiva de Boca y el parque de diversiones Interama. Los edificios proyectados en un período histórico como espacios de diversión popular son ahora ecosistemas del abandono y arquitectura del olvido. Los encuadres precisos de Oesterheld permiten entender la extensión del área en cuestión y el eventual uso de esas edificaciones en el tiempo presente: ahí viven desde obreros de la construcción hasta inmigrantes rusos. Los contrastes se acentúan cuando se incorpora material de archivo (fotos y películas), y en esos cambios visuales se sugiere el paso del tiempo y el devenir histórico. Hipnótico y sensible ensayo fílmico sobre el espacio como memoria y la arquitectura como archivo y genealogía de un imaginario social específico. (Miércoles 24, a las 19.30hs, en el Espacio INCAA de Ciudad de las Artes).

No esperaba largar así. Pero siempre es bueno recordar películas que pasaron casi desapercibidas por el BAFICI. Las próximas entregas corresponderán a la edición 2013. Una excepción no estaba mal, más todavía cuando se trata de dos películas muy valiosas.

Roger Koza / Copyleft 2013