EL BAFICI DESPUÉS DEL BAFICI 2013 (07): UN DIÁLOGO SOBRE PARAPALOS

EL BAFICI DESPUÉS DEL BAFICI 2013 (07): UN DIÁLOGO SOBRE PARAPALOS

por - Entrevistas, Festivales
03 May, 2013 03:18 | Sin comentarios

El SECRETO MEJOR GUARDADO DEL CINE ARGENTINO RECIENTE

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Parapalos

 Por Roger Koza

Debido a la sección programada por FIPRESCI, Parapalos, para mí, una de las grandes películas argentinas de las dos últimas décadas, se pudo ver en el BAFICI 2013. Tuve el honor de presentar la primera función (la segunda coincidía con mi participación en la mesa de Kilómetro 111, y por tanto no pude ir a introducir el film), y constatar un sueño: la función estaba agotada. Fue uno de los momentos más felices del último BAFICI.

Lo que sigue a continuación es una entrevista en estilo indirecto que fue publicada en el diario Clarín en mayo de 2012. Parapalos se estrenaba en el MALBAy Diego Lerer me pidió entonces la nota que sigue a continuación. Fue mi primera y última contribución al diario. También fue el último mes de Lerer en ese matutino.

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Ana Poliak

Hace ya una semana que en el MALBA se puede ver Parapalos, la tercera película de Ana Poliak, en el ciclo “La película del mes”. La etiqueta es justa, aunque podría ser: “Una de las películas de la década”. El film de Poliak es uno de los secretos mejor guardados del denominado Nuevo Cine Argentino: una dirección admirable, un tema esencial, una sensibilidad singular. Pocos directores de esta tribu reciente se han animado a filmar el trabajo, la gran elipsis no sólo del cine argentino reciente sino del cine que se estrena semana a semana. En el cine, sólo los detectives trabajan.

Han pasado 8 años desde que Parapalos se llevó el premio mayor en el BAFICI. Tras un éxito rotundo, nunca más supimos del film. Por el afán de filmar y eludir algunas trabas burocráticas, Poliak quedó atrapada en un intríngulis administrativo: “En los ocho años que pasaron varios productores se ofrecieron a trabajar para reparar el error, pero todos terminaron renunciando, porque los números no daban ganancias… Concluí entonces (un poco tarde) que este camino de intentar un reconocimiento a todos los que trabajaron era imposible y que no estrenarla nunca era negarles incluso que se aprecie su trabajo”.

Después de la intimidad sombría de La fe del volcán, la anterior película de Poliak, Parapalos demuestra una voluntad de ficción mayor y un espíritu más esperanzador. Dice Poliak: “La búsqueda de un espíritu más luminoso fue una premisa de esta película, como consecuencia directa de la oscuridad de La fe del volcán”.

El relato de Parapalos se circunscribe a la iniciación laboral de Adrián, un joven del interior que empieza a trabajar en un bowling de la Capital Federal. No hay grandes conflictos, sí un aprendizaje paulatino que se constituye a partir de la interacción entre Adrián y sus pares, la mayoría adultos y “actores” que interpretan sus propias vidas.

El oficio elegido (levantar los palos de un bowling) es para quienes juegan un trabajo que no se ve, una actividad en “fuera de campo”. Poliak sabe muy bien de todo esto: “Todos los trabajos son invisibles a los ojos de aquellos que disfrutan de lo que el obrero produce. El bowling manual, parece ser, en la realidad, casi una puesta en escena de este fenómeno. Los clientes están jugando, se están divirtiendo y son casi inconscientes o ignoran que al otro lado de la pista hay personas trabajando en condiciones casi infrahumanas. Me interesaba hablar de esto en forma sutil y casi sin mostrar a los jugadores, lo que sería exactamente el “contracampo” de la imagen que todos tenemos de un bowling”.

Más allá de que el protagónico recae en Adrián Suárez, cuyo trabajo es impecable, Parapalos no sería el film que es si no contara con la presencia de “Nippur”, uno de los maestros de Adrián y quizás la conciencia social del film. Poliak revela un poco el misterio de ese personaje inolvidable: “Nippur era un parapalos del bowling en el que filmamos, como todos los demás. La diferencia fue que todos nos recibieron muy bien, pero Nippur no nos podía ver. Un día pude hablar con él, en soledad. Lentamente fue comprendiendo que la idea era reivindicar la figura del parapalos y se fue entusiasmando”.

¿Es posible que Nippur decore su microcosmos laboral con retratos de Warhol, Joplin y Shakespeare, e incluso hable de Copérnico? ¿Es una arbitrariedad del guión?. Poliak responde: “Son realmente las imágenes que el verdadero Nippur (que así se hace llamar) tenía en su cubículo”.

El sonido del film, los elegantes travellings, el plano de apertura son evidencias: hay aquí una cineasta. El plano secuencia inicial examina el cuerpo de Adrián de punta a punta y termina en la campanilla de la garganta. Es el cuerpo del trabajador agotado, que desconoce una tregua. Pero Poliak, casi al final, introduce un plano breve, onírico y furioso, “la imagen de dos piernas corriendo, desnudas y embarradas, vistas desde los ojos de su dueño”. Agrega: “En el montaje, sentí que era necesaria una imagen algo onírica, que tuviera que ver con el movimiento del cuerpo, pero en exteriores, a plena luz”. Se trata de un plano cinematográfico justo que condesa la fantasía de los hombres que apenas experimentan su derecho al ocio.

Roger Koza / 2013