EL BAFICI ANTES DEL BAFICI (04): CRULIC: THE PATH TO BEYOND / ANCA DEMIAN /RUMANIA, 2011

EL BAFICI ANTES DEL BAFICI (04): CRULIC: THE PATH TO BEYOND / ANCA DEMIAN /RUMANIA, 2011

por - Críticas, Festivales
08 Abr, 2012 01:24 | Sin comentarios

El asesino difuso

Por Roger Koza

Sin pedirlo, pero sin duda interesado, fui testigo de la deliberación del jurado en FICUNAM, festival del que soy programador. El presidente del jurado, el mítico y genial Hans Hurch, me invitó a presenciar la deliberación, y a pesar de mi reticencia, acepté estar allí por dos razones: 1) todavía tenía en mi memoria la deliberación pública en el Festival de Río Negro, en el que la discusión de los miembros del jurado funcionó como una clase magistral a tres voces; 2) la calidad del jurado de esta edición 2012 de FICUNAM: el ya mencionado Hurch, el cineasta y antes crítico Denis Côté, mi admirado Adrian Martin, uno de los críticos más inteligentes en actividad, Paula Astorga, la directora de la Cineteca más grande del mundo (la mexicana) y el interesantísimo director mexicano Rigoberto Perezcano (Norteado). La deliberación fue extraordinaria: humor, lucidez, destrezas argumentativas varias y un sentido colectivo de justicia estética dominaba el recinto. Los choques discursivos entre Hurch y Côté, por ejemplo, resultaban tan divertidos como instructivos.

La discusión en torno a quién debía recibir el premio a mejor director incluía los siguientes candidatos: Ben Rivers (Two Years at Sea), Dominga Sotomayor (De jueves a domingo) y Anca Demian (Crulic: The Path to Beyond). Dos de los presentes decían que no les interesaba en lo más mínimo el cine de animación, pero que en este caso (el de Anca Demian y su film Crulic…), estaban sorprendidos. En efecto, el premio para Crulic: The Path to Beyond fue la gran sorpresa; nadie lo esperaba, y menos aún en este rubro: mejor dirección.

Como sucedía en Vals para Bashir, el excepcional film de Ari Folman, Crulic: The Path to Beyond es también un documental animado. Aquí no se trata de la guerra y los traumas psíquicos y cívicos, y la consiguiente reconstrucción problemática de la memoria personal y nacional a partir de ciertos eventos monstruosos que exceden las reivindicaciones de soberanía y otros menesteres, sino que lo aciago en Crulic: The Path to Beyond pasa por otro lado, menos rimbombante si se quiere, pero no menos que los tópicos del film de Folman. El tema elegido por Anca Demian es conocido: su película retrata el funcionamiento criminal de la burocracia, una modalidad de organización y un mal institucional característico de los Estados Nación de la modernidad, cuyos modus operandi han sido siempre microscópicos.

La muerte de Claudio Crulic es un ejemplo indolente y kafkiano de la persistencia de la burocracia y su actualidad, como también de su perversa (in)eficiencia. Después de ser acusado de un robo menor en Polonia, Crulic, nacido en Rumania, y tras intentar sobrevivir en su país de origen, decide probar suerte en Polonia. Jamás se le hubiera ocurrido que al poco tiempo de establecerse en Cracovia (y así lo expresa desde un más allá inverosímil) moriría debido a una huelga de hambre, única forma de protesta que Crulic concibe para enfrentar la justicia polaca. Cuatro meses de huelga de hambre no alcanzan para vencer y desterrar la dilación y desidia de un sistema. Y Crulic no es precisamente Bobby Sands, ni Mahatma Gandhi, aunque es evidente que la crueldad no es prerrogativa británica.

En el inicio, Crulic anuncia su propia muerte. La voz en off de Claudio Crulic es ocasionalmente interrumpida por otra voz en off, que en vez de hablar en rumano lo hace en inglés. En un primer momento, el fantasma reconstruye su vida hasta al incidente del robo: su nacimiento, la separación temprana de sus padres, su crianza, su adolescencia, el abandono de sus estudios, sus primeros trabajos. Posteriormente, Crulic describe las distintas fases en la cárcel, lo que incluye dos modalidades de resistencia: la obstinación por escribir (cartas y un diario) y la decisión de no hablar más en polaco y dejar de alimentarse. Mientras que la otra voz sólo aparece para reforzar algunos datos fuera de la jurisdicción de los recuerdos de Crulic y para interpretar y señalar algunas tácticas de la policía y la justicia polacas.

Las técnicas de animación son diversas. Hay fragmentos que recuerdan a la vieja animación checa de los ’60, otros a la animación soviética de ese mismo tiempo. Algunos dibujos parecen casi primitivos si se consideran las técnicas contemporáneas de animación, lo que no impide que ciertas secuencias se parezcan un poco a Despertando a la vida. La ostensible combinación de estilos resulta orgánica al relato.

Crulic es el único personaje dotado de un rostro completo; los carceleros, los jueces, los médicos policiales no tienen rostro reconocible: son burócratas, funcionarios, el cuerpo de un sistema no identificable. En los últimos minutos algunas subjetivas tal vez están destinadas a doblegar la distancia que la animación opera entre el espectador y las imágenes que representan sin reproducir lo real. Así, ver lo que ve Crulic puede resultar discretamente conmovedor.

Durante los créditos finales se pueden ver algunas imágenes de archivo sobre el caso Crulic. Se trata de un escándalo menor, como tantos otros que se televisan día a día y no pueden sobrevivir. La lógica del noticiero, lo sabemos, consiste en producir actualidad. Ver para olvidar. Por eso importan las películas como Crulic: The Path to Beyond que reviven el pasado y lo reconstituyen como un presente. Aquí se divisa perfectamente cómo una prueba fehaciente y suficiente sobre la inocencia de un acusado es interceptada por ese asesino difuso llamado burocracia, un asesino perenne, invisible e invencible.

Roger Koza / Copyleft 2012

Jueves 12, 21.00, A. Belgrano;

Lunes 16, 21.15, Hoyts 4;

Martes 17, 15.00, 25 de Mayo