EL ARTISTA

EL ARTISTA

por - Críticas
18 Jul, 2009 06:04 | comentarios

**** Obra maestra  ***hay que verla  ** Válida de ver  * Tiene un rasgo redimible ° Sin valor

Por Roger Alan Koza

 LAS TRAMPAS DEL CONSENSO

El artista, Argentina, 2008.

Dirigida por Gastón Duprat y Mariano. Escrita por Adrián Duprat.

** Válida de ver  

Un film celebrado por la crítica vernácula, cuyo tema es indiscutiblemente actual y que sin embargo no consigue desmarcarse de aquello que acusa.

El consenso, esa palabrita tan mimada, ese concepto político y estético cuya dulzura pacificadora permite soñar con un mítico mundo sin conflictos e incertidumbres sobre lo bello y lo feo, ese ejercicio discreto de revocar el pensamiento en aras de un bienestar del asentimiento colectivo, detiene la insolencia de interrogar y conjura la duda, consagra una obra y destierra a un artista. ¿Cuáles son los criterios de validación de una pintura? ¿Quién lo decide? ¿Cómo se reconoce una obra de arte? ¿Cómo se constituye un consenso? ¿Cómo se fabrica a un artista?

Estas preguntas atraviesan El artista, una historia paródica y trágica que gira en torno a un enfermo psiquiátrico (interpretado por el escritor Alberto Laiseca) cuyo léxico se limita a la palabra ‘pucho’ y que cada tanto dibuja. Poco se sabe de él: es viejo y está postrado en una silla de ruedas; su nombre es Romano. Su enfermero, Ramírez (el músico Sergio Pangaro), colecciona las pinturas, y un día las presentará como suyas en un concurso.

Así, inesperadamente, nacerá un artista, pues los críticos, los marchands, los galeristas verán en la “producción artística” de ese paciente anónimo, al que desconocen porque la autoría la asume Ramírez, una obra interesante y singular. ¿Descubren o inventan? De esta defraudación, que indirectamente cuestiona el concepto de autor, se predican varios equívocos que llevarán a Ramírez a ser un artista novel, incluso de alcance internacional.

Tras sus pasos en la pantalla chica con Televisión Abierta, procedencia ostensible en la puesta en escena del documental Yo presidente, Gastón Duprat y Mariano Cohn demuestran en El artista una voluntad formal que se percibe desde los planos iniciales. Los encuadres son obsesivos, casi manieristas. Una decisión inteligente es la de mantener en un total fuera de campo la obra de Ramírez-Romano. Vemos al artista, jamás su obra, lo que implica también un apunte sociológico sobre la supremacía del autor respecto de su obra. Duprat y Cohn radicalizan la apuesta cuando en una exposición el espectador asume la perspectiva del cuadro: no se ven los cuadros sino cómo los mira el público de la galería. Es un pasaje ingenioso, un espejo de miradas, que también sugiere cierta nadería y banalidad del discurso académico y estético, o los modos de hablar e interpretar, en este caso, la pintura.

Pero El artista no es inmune a su señalamiento crítico. La presencia ocasional de León Ferrari, Horacio González y Fogwill, como así también la del mismo Laiseca en el protagónico, constituye, secretamente, una petición de consenso. Son figuras pesadas del quehacer cultural, nombres que legitiman cualquier propuesta, incluyendo una película.

Copyleft 2009 / Roger Alan Koza

Esta crítica fue publicada en otra versión por el diario La Voz del Interior en el mes de julio de 2009