El ARCO / HWAL

El ARCO / HWAL

por - Críticas
02 Jul, 2007 10:51 | comentarios

**** Obra maestra *** Hay que verla ** Válida de ver * Tiene un rasgo redimible ·Bodrio

por Roger Alan Koza

Las flechas de Cupido

el_arco

El arco / Hwal, Corea del Sur, 2005.

Escrita y dirigida por Kim Ki-Duk.  

* Tiene un rasgo redimible

 La imaginación visual de Kim es quizás lo que hace a este filme mediocre y perverso admisible de ver.  

Es probable que el cine de Corea del Sur sea el más interesante de la actualidad. Su diversidad y ostensible profesionalidad se puede constatar anualmente, al menos si uno puede asistir algún que otro festival, o componer, si se tiene el tiempo y la tecnología necesaria, su propio festival privado bajando películas de la red. Lo cierto es que en Argentina se estrena muy poco cine coreano. Nunca se ha exhibido comercialmente un film de Im Kwon-taek, Hong Sang-soo, Lee Chang dong, tres realizadores centrales de esta cinematografía. Pronto llega The Host, del genial Bong Joon-ho, acaso una obra maestra del cine de monstruos de todos los tiempos.

Pero Kim Ki-duk tiene una reputación en nuestro medio, y con El arco, filme que compitiera en el festival de Mar del Plata (y en Cannes 2005), es la tercera película que se estrena en el país, mientras se anuncia la llegada de El tiempo. Probablemente, el budismo difuso de Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera puede explicar, en parte, el fenómeno de su recepción favorable. Este último título tiene sus acólitos entre los amantes del orientalismo.

Como en toda película de Kim, El arco carece prácticamente de diálogos. Un filme de Kim es, esencialmente, una experiencia visual. Aquí un pescador y músico sexagenario espera que una joven de 16 años llegue a su mayoría de edad para desposarla. Aparentemente, la joven vive hace 10 años con él, y no conoce otra superficie que la del barco-hogar que flota en el mar, y que regularmente es visitado por hombres que practican la pesca en altamar. El viejo vigila a su prometida con un arco y una flecha, arco que sirve para profetizar el destino de los visitantes, aunque también pueda transformarse en un instrumento musical. Este orden microcósmico se altera cuando un joven estudiante visita este universo flotante, y capture el deseo de la prometida.

Uno de los problemas con el cine de Kim es su ubicua belleza, a veces en el límite del kitsch, que no permite pensar sus imágenes. La constante crueldad de Primavera…, por ejemplo, quedaba subyugada por el efecto estético de sus imágenes. La invención caprichosa de un Budismo sádico era neutralizada por la composición de planos bellos, en donde la majestuosidad de la naturaleza prevalecía sobre las perversiones de una cultura determinada. En esta ocasión, el procedimiento se repite. El mar, el cielo, un buda pintado en el barco, las prendas coloridas para la consagración de un matrimonio van desdibujando el omnipresente aunque ritualizado fondo perverso. ¿Acaso no se trata de un secuestro? Las flechas de Cupido, en manos de Kim, no responden solamente a una concepción del amor romántico.

Al igual que en Hierro 3, su mejor película hasta la fecha, El arco finaliza con un aforismo que pretende condensar el espíritu del film. Pero mejor es citar al propio director respecto de esta obra: “Aunque también puede verse como una obsesión natural o un instinto básico, todos tenemos deseos y esperanzas a los que no damos voz porque no pueden expresarse en la época en que vivimos. Quería mostrar hasta qué punto pueden llegar a ser bajos, nobles, maravillosos, tristes y alegres. Quiero vivir en tensión como un arco hasta el día de mi muerte”