EL 10 DEL GEORGIANO

EL 10 DEL GEORGIANO

por - Ensayos
20 Dic, 2022 05:39 | comentarios
Alexandre Koberidze es georgiano, hizo una película en la que Argentina salía campeón y un año después de estrenarla vio lo que imaginó en el país del astro.

No han faltado estériles intentos de razonar sociológicamente el misterio de los amantes de la celeste y blanca en Bangladesh. Con todo, la apelación a un enemigo común puede ser un indicio; la invocación del imperialismo inglés es una muy comprensible asociación, acaso con la fuerza epistémica del juicio de un viejo hombre de campo que mira al cielo y está convencido de que lloverá. 

Un cineasta georgiano se preguntó algunos años atrás qué veía Lionel Messi cuando al convertir un gol miraba al cielo. En marzo de 2021, todavía en época de pandemia, Alexandre Koberidze estrenó ¿Qué vemos cuando miramos al cielo? en la competencia internacional de la Berlinale; el título se predica del gesto del 10 y democratiza un gesto que suele responder al agradecimiento por una alegría o al pedido de auxilio ante la desesperación. Cuando se le pregunta a Koberidze la razón de su devoción, afirma: “Es una de las pocas personas cuya vida sigo tan de cerca, alguien que me ha dado tanto y de quien he aprendido. Con esta película quería compartir algunas de mis pasiones, y Leo es una de ellas. Pero no solo pasión, porque él es un rayo de luz, una señal de la existencia de la hermosa luz blanca, azul y celeste”.

Argentina contra Holanda en Rosario (foto de Koberidze)

En esa película hermosa sobre el lugar que tiene el azar en los vínculos amorosos, los niños pintan sus espaldas con el nombre de Messi y todo el pueblo de Kutaisi se reúne en las calles para seguir las instancias de un mundial imaginario que ganan finalmente Messi y su equipo. Desde entonces el cineasta ha cosechado reconocimiento crítico, premios disímiles y el amor del público. En efecto, en Alemania o en Chile, en Estados Unidos o en México, como también en Georgia y en Argentina, la segunda película de Koberidze tiene sus fieles incondicionales. Habría que contactar y preguntarle a un cinéfilo bangladesí si la película georgiana es también la preferida entre los suyos.

El cineasta georgiano visitó nuestro país en noviembre. Fue miembro del jurado de la competencia internacional de la última edición del Festival de Cine de Mar del Plata. Cuando llegó la invitación Koberidze percibió la cercanía del evento cinematográfico con el inicio de la Copa del Mundo. “Como suele ocurrir, muchas veces se tiene delante de nuestros ojos algo que realmente se quiere y no se ve. Durante mucho tiempo pensé que podía ir al festival y quedarme una semana más, pero algunas personas muy buenas me preguntaron por qué no me quedaba más tiempo. Fue la iluminación. Por eso nos necesitamos, ¿no? Para que alguien nos señale lo obvio”.

El mundial que imaginó y plasmó en su película, en la que todos los habitantes siguen los partidos mirando la televisión en las calles y en los bares al lado del río Rioni, fue sustituido ahora y en directo por los bares de Buenos Aires y Rosario. Koberidze viene siguiendo los partidos de la selección argentina en distintos escenarios. El viernes 9 de diciembre salió a las siete de la mañana de Retiro en dirección a Rosario. La ciudad de Messi (y de Bielsa) era un destino ineludible, y por motivos que exceden incluso al fútbol: “Mi relación con Rosario comenzó muy temprano, incluso antes de saber de la existencia de la ciudad. Sucede que crecí escuchando al músico favorito de mi padre, el Gato Barbieri, otro rosarino.  Desde que tengo uso de razón, me encanta su música. Luego Leo Messi pasó a formar parte de mi vida, y cuando descubrí que eran de la misma ciudad supe que esa ciudad era un lugar donde quería pasar algún tiempo. Solamente pasé dos días allí, pero pasaron más cosas maravillosas en esos dos días que todo lo que puede pasar en dos meses. Volveré a Rosario en algún momento y por mucho más tiempo, porque haré un largometraje en Rosario y se llamará Dos corazones”.

Un día después del triunfo de Argentina sobre Croacia, Koberidze recibe de su director de fotografía iraní, Faraz Fesharaki, una suerte de postal con una poesía impresa sobre él: “Cuando me desperté, oí la señal de mi teléfono, era Faraz. Y lo primero que leí fue un poema con una imagen en alusión a Argentina”. El verso reza así: 

En el callejón / con la pelota de plástico,

yo era Diego.

Cuando el automóvil tenía que pasar / tuvimos que parar el juego,

yo era yo otra vez. /

Pero cuando el coche se fue,

volví a ser Diego.

Koberidze añade: “No sé quién escribió el poema ni quién hizo la imagen, pero supongo que este mensaje de la mañana glosa el sentido de la amistad: saber qué y cuándo se puede hacer feliz a la otra persona. Le envié entonces una foto del estadio de Boca Juniors y otra de una pelota flotando en el río, exactamente como él lo filmó para nuestra película”.

El domingo pasado Koberidze jugó un picado. El virtuoso cineasta argentino Martín Farina llamó al colega georgiano de 38 años para que se sume a su equipo, aunque el socio en el juego fue un joven crítico de cine llamado Tomás Guarnaccia. Eso dicen. El cineasta estaba feliz. “Lo que me encanta de Argentina es que se puede hablar de fútbol con cualquiera; en Georgia la mayoría de mis amigos lo encuentran aburrido. Tener a tantos con quien compartir el fútbol es un paraíso”.

Nadie sabe qué pasará hoy al mediodía. Las predicciones en el fútbol solo tienen el sustento de algunos hechos pasados que pueden repetirse siempre investidos por deseos que sirven para perpetuar el arte de la adivinación y conjurar sin gran eficacia los nervios y la ansiedad. En la ficción, el cineasta predijo nuestra felicidad. Y puede suceder, y si así es será una felicidad breve, aunque hermosa y legítima, y tendrá vida en nuestra memoria colectiva, como la película del georgiano para los cinéfilos.

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*La nota se publicó el domingo antes de la final en el Diario La Voz del Interior en el mes de diciembre. 2022.

Roger Koza / Copyleft 2022