DONDE VIVEN LAS IMÁGENES

DONDE VIVEN LAS IMÁGENES

por - Ensayos
02 Ago, 2021 07:25 | Sin comentarios
Una afirmación lejana en el tiempo de San Agustín citada en una película reciente dispara algunas conjeturas sobre el presente de las imágenes.

En la notable Danzas macabras, esqueletos y otras fantasías, Jean-Louis Schefer repasa una sentencia de San Agustín que dice: ““La imagen no tiene lugar propio”. La afirmación es comprensible en un primer momento, angustiante tras una segunda consideración, si añadimos a lo dicho por el viejo filosofo cristiano la función que tiene la imagen en la cultura en que vivimos. Un nacimiento, un encuentro cualquiera, una comida, un paseo tienen de inmediato su duplicación en una imagen. No importa qué, cuándo, cómo ni dónde: todo lo que existe tiene al segundo una imagen que respalda su existencia. Ser hoy en el mundo es ser una imagen.

Danzas macabras, esqueletos y otras fantasías

Hasta el siglo XIX, la memoria personal y la colectiva disponían de distintos archivos y vestigios del pasado para retener la Historia. La arquitectura, la pintura, la indumentaria, los documentos, las cartas, los libros y las invenciones técnicas de todo tipo dejaban las huellas de los antepasados. Una catedral aún hoy establece una relación entre el cielo y la tierra que ningún mortal del siglo XXI podría siquiera concebir excepto como una forma de vida pretérita que en esa expresión arquitectónica puede todavía ser tangible. La abadía de Nuestra Señora de la Trappe, una solitaria espada argentina del siglo XIX y los restos de piedra del muro de Berlín son instrumentos sólidos de la Historia. 

Pero en el siglo XX sucedió algo inesperado, una invención que alteró el concepto de memoria y también los modos de archivar la Historia. Después de la fotografía (una imagen del mundo de otra naturaleza que la conquistada por el ojo y la mano de los pintores por siglos), a la reproducción de una imagen fija del mundo se le añadió movimiento y un poco más tarde sonido. En la década de 1930, el mundo como experiencia podía ser glosado en un bloque de espacio-tiempo al que llamamos cine. 

Una hermosa constatación para asir cómo la memoria fue modificada por siempre es seleccionar varias películas argentinas de distintas épocas que tengan en su relato alguna escena en el Obelisco. El obelisco y el entorno de Pajarito Gómez y Breve cielo no es el mismo que el de Pizza, birra y faso Lluvia de jaulas. En los pasajes “secundarios” de las películas se revela la historia de una ciudad. En la imagen en movimiento se ve literalmente el tiempo, lo que nuestra percepción orgánica no captura, incluso cuando el organismo de cualquier persona es una prueba del paso del tiempo. 

El gran enigma, o el temerario cuestionamiento es el siguiente: ¿cómo sobreviven las imágenes? Almacenar, preservar, archivar constituyen acciones de primer orden para una política de la memoria. Sabemos que Argentina carece de una cinemateca. También sabemos que la estima del pasado no siempre goza del beneplácito de los gobernantes y los ciudadanos. Las imágenes no tienen un lugar propio.

*Este texto fue publicado en el diario La Voz del Interior en el mes de agosto de 2021.

*Fotograma de encabezado: Pizza, birra y faso.

Roger Koza / Copyleft 2021