DOC BUENOS AIRES 2021 (01): LA INSISTENCIA

DOC BUENOS AIRES 2021 (01): LA INSISTENCIA

por - Festivales
26 Oct, 2021 10:42 | Sin comentarios
Editorial de la vigésimo primera edición del Doc Buenos Aires 2021.

Otra edición, otro año, justo después de 2020. Como el 2001, el 2020 permanecerá signado en el calendario de la Historia como la fecha de un segundo ataque, pero esta vez a escala microscópica, a diferencia de los toscos aeroplanos que derrumbaron los edificios del poder en Manhattan, las certidumbres y la estabilidad de una época. El año pasado el festival se realizó de manera online, con todo el amor que podíamos depositar en la tarea y con nuestra memoria emocional aún desacomodada por el fallecimiento de quien producía y había cofundado la Muestra de Cine Documental de Buenos Aires: Marcelo Céspedes. 

Nadie podría menoscabar la virtud democrática de cualquier versión online de la celebración de un festival: espectadores de San Luis, otros de Santa Cruz, algunos de Córdoba y del Chaco pudieron ver las películas programadas de la edición anterior. Los beneficios son indesmentibles. En efecto, la modalidad online se ha naturalizado y es hoy un imperativo de la demanda. El empleo de este último término no es antojadizo. Demanda y deseo no son lo mismo. El primer término proviene de un léxico económico y al emplearlo se asume discretamente una relación del cine con las leyes del mercado aplicadas al campo cultural. Hay algo inadecuado en concebir así el deseo de ver.

En un festival de cine, o en una muestra como los es el Doc, los imperativos de mercado no deberían dominar las decisiones de quienes eligen la programación. Cada vez que un festival de cine exhibe sus números de espectadores (que siempre deben ser positivos y mejores que los de la edición previa), pacta con una lógica de acumulación y poderío. Si un puñado de personas se acerca a la Sala Lugones en una tarde de fin de octubre para ver Un verano inusual (An Unusual Summer) del cineasta palestino Kamal Aljafari, el DocBsAs justifica su existencia. No se puede ni se debe hacer un festival bajo la extorsión narcisista del éxito. Eso no quiere decir que deseamos ver la sala vacía. Esperamos que no queden butacas sin su espectador. Y seríamos felices de ver la exhibición online saturada. Ningún director artístico y programador de un festival abandona su deseo de extender y hacer ver a una comunidad lo que descubrió como vital, clarividente o hermoso.

Pero lo distintivo de esta edición es el regreso a la sala. No es un tema menor. Como dijimos más arriba, las nuevas demandas de exhibición comienzan a instalar la prescindencia de la sala. Habría que añadir lo siguiente: el cine en espacios domésticos tiende constituir otra experiencia de recepción. Quien mira se distrae, interrumpe “la función”, contesta un mail, lee un tuit, busca algo en la cocina y quizás después de veinte minutos vuelve sobre la película. Por otro lado, el espacio hogareño refuerza lo conocido y las certezas. ¿No fue el cine, esencialmente, un paso a lo desconocido y al encuentro con otras formas de vida que ponían entre paréntesis las convicciones del espectador? Si el cine es el lugar de los otros y lo otro, la propia casa no es precisamente el territorio más deseado para sentir el placer del descentramiento. Defender la sala y perpetuar la experiencia de la oscuridad no es otra cosa que mantener viva la gran tradición del cine que vindicó esos recintos enigmáticos donde muchos se reúnen a mirar el mundo por otros medios, espacios que Edgardo Cozarinsky denominó felizmente “palacios plebeyos”. 

El DocBsAs comienza con una película sobre la guerra y la inteligencia artificial como AI at War y culmina con otra como E5combros en la que las penumbras parecen avanzar sobre la luz anunciando un apocalipsis discreto con algún indicio de ternura. Haber programado en el pasado una retrospectiva de Florent Marcie y abrir con su última película en carácter de estreno mundial exhibiéndola al mismo tiempo que en la Viennale nos enorgullece. Marcie es uno de los grandes cineastas contemporáneos. Lo mismo habría que afirmar sin vacilar de Raúl Perrone. Volver a estrenar una película de Perrone en la muestra nos hace sentir privilegiados. Que Marcie y Perrone y todos los cineastas de esta edición hayan confiado en nosotros es una responsabilidad, un honor y un gusto. 

No quiero dejar de agradecer a todos los que hicieron posible esta edición. Quiero, no obstante, subrayar mi gratitud y la de todo nuestro equipo a la Embajada de Francia, y en especial a Rémi Guittet, quien tiene a su cargo todo lo que esté relacionado al cine. Sin la ayuda dispensada por él y la institución a la que representa no hubiéramos podido contar con AI at War, proponer la retrospectiva de Clarissa Hahn y exhibir una de las grandes películas del año: The First 54 Years: An Abbreviated Manual for Military Occupation. 

Empezamos otra edición del DocBsAs, en sala y en las pantallas personales, insistiendo en la tradición del cine y sin desdeñar la evolución técnica y los nuevos modos de exhibición.

Roger Koza / Copyleft 2021