DIARIO CINEMATOGRÁFICO EN EL DESIERTO: CINEMA SOUTH FILM FESTIVAL (2)

DIARIO CINEMATOGRÁFICO EN EL DESIERTO: CINEMA SOUTH FILM FESTIVAL (2)

por - Festivales
15 Jun, 2009 12:20 | Sin comentarios

ALGUNAS CUESTIONES ANTIPLATONICAS  EN TIERRAS PLATÓNICAS

Por Roger Alan Koza

La octava edición de Cinema South Festival, como dicen todos por aquí, ha sido la mejor de todas. Desconozco cómo han sido las ediciones precedentes, pero sí puedo entender y corroborar lo que me decía Erez Pery, el programador general: “Hemos dado un salto cualitativo”.

Organizado por el Sapir College de la ciudad de Sderot, a pocos kilómetros de la franja de Gaza, el festival transcurre en la cinemateca de Sderot, cuyas dos salas alcanzan a albergar a unos 600 espectadores. El festival ofrece varias secciones y una competencia oficial de películas de graduados recién recibidos en el Sapir College. El premio principal consta de unos 2000 euros, una suma aceptable para cualquier estudiante.

En el 2009, hubo secciones dedicadas al cine mejicano y africano. Un conjunto de películas israelíes, como suele ocurrir en todos los años, se presentaron en el festival por primera vez en Israel. La película más importante, sin duda, fue Ajami, dirigida por el tándem palestino israelí Scandar Copi y Yaron Shani, y que tuvo su estreno mundial en el último festival de Cannes en la Quincena de los realizadores. Un buen antecedente.

Pero Cinema South Festival excede la programación. Es un festival de encuentros y de disímiles actividades paralelas, en el que la informalidad formaliza cierto espíritu inconformista y rebelde que sostiene al festival. Tan sólo en la inauguración, el fundador del festival y actual director del departamento de cine y televisión de Sapir, el Dr. Avner Faingulernt, citaba a Deleuze, a propósito de una afirmación de La imagen movimiento sobre el cine y su función de ayudar a creer en el mundo: “Por ello lo que el cine tiene que filmar no es el mundo, sino la creencia en este mundo, nuestro único vínculo”. Tal es así que debe ser uno de los pocos festivales en el que todas sus funciones, sin excepción, son gratuitas. Ajami, Luz silenciosa, Black Business fueron vistas por muchos espectadores que nunca pagaron una entrada. No se trata, precisamente, de un festival económicamente poderoso.

La cercanía respecto de Gaza constituye una conciencia colectiva de inestabilidad, un saber naturalizado acerca de la deleznable armonía social circundante. Aquí es difícil creer en el mundo, aunque la aseveración de Deleuze adquiere un matiz inesperado. Un buen ejemplo: mientras preparaba las preguntas para la masterclass de Reygadas, de pronto vi correr a todos rumbo a la sala 2. Estaba sentado en el bar esperando el inicio del diálogo y organizando algunos puntos conceptuales que quería desarrollar junto a Reygadas. La estampida fue inmediata. Creí que habían abierto las puertas de la sala y que el público estaba tan ansioso que no podía esperar. Resulta que había aviso de bomba, lo que implican 15 segundos para dirigirse al refugio más cercano. Los cines, de hecho, aquí son también bunkers. Lo curioso es que tras la falsa alarma de bomba, una vez más, la gente volvió a apurarse y se amontonó en la entrada para ingresar a la sala. Así, 250 personas asistieron al panel que junto con Adam Zavlaski, un joven cineasta que ha publicado el primer cuaderno crítico sobre Bresson en Israel, tuve el honor de presidir.

Zavlaski hizo una introducción breve sobre Reygadas y formuló la primera pregunta, la que giraba en torno a cómo un abogado había llegado a ser cineasta y “una de las voces más originales del cine contemporáneo”. Luego pasamos el fragmento de la mejor secuencia de Batalla en el cielo, la que transcurre en el subte y llegó mi turno. Mi pregunta incluía tres puntos yuxtapuestos: la concepción del espacio en su cine, la predilección sobre los planos secuencia extensos y una proposición cinematográfica esquiva de ser subsumida a una lógica narrativa dominante.

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Reygadas, como muchos cineastas, es reluctante a un ejercicio teórico y a una teorización específica sobre su obra, aunque sus respuestas, involuntariamente, desplegaban un conjunto de ideas que sí reflejaban una teoría general discreta acerca del cine.

En primer lugar, Reygadas parece reaccionar ante una corriente poderosa en el cine contemporánea que somete al cine a la opresión del guión cinematográfico. Por guión habría que entender una voluntad platónica por significar y ordenar todo registro en función de constituir un relato. Éste fue el gran tema del festival: la preeminencia de los relatos sobre los registros, la experiencia narrativa en contraposición a la experiencia sensorial característica del cine. Avner, públicamente, sugirió que toda la sección de cine mexicano funcionaba como una premisa teórica que transversalmente contextualizaba al festival: “En esta escuela sólo parece importar las historias y no las formas del cine”.

A este sistema cognitivo sustentado en el relato como organizador de los planos, Reygadas lo denominó,  con justicia, platonismo. En el platonismo el registro cinematográfico se ordena a partir de una idea. Dio un ejemplo preciso: en los museos las visitas pocas veces se quedan observando un cuadro. Lo miran rápido e inmediatamente leen el cartel en el que se explica el título y el autor. Importa tener una idea del cuadro y no mirarlo, es la ostensible moraleja. Otro modo de indicar el platonismo se sintetiza en otra de sus máximas: “El cine que vemos es literatura ilustrada”.

De su antiplatonismo cinematográfico se predica su predilección por trabajar con actores no profesionales. Entiende que un actor es, indirectamente, una Idea (representadas); un sujeto que se predispone a construir un personaje. La apoteosis de la ridiculez de este procedimiento se puede constatar cuando los actores hablan de sus personajes en tercera persona, como si se tratara de una entidad autónoma. Los intérpretes de Reygadas son presencias vivientes. Le pregunté sobre Bresson y sus modelos, y, como en tantas otras ocasiones en las que se le pidió un nombre o una influencia, rehusó a nombrar a colegas significativos de su carrera.

El cine para Reygadas es un prodigio observacional tanto como un fenómeno sonoro. La historia a contar está subordinada a una visión. Se trata, en última instancia, de cierta clarividencia en proceso de construcción. Luz silenciosa, es decir, imagen y sonido. El relato es un problema de escritores.

FOTOS: 1) Entrada principal de la cinemateca de Sderot; 2) Reygadas al centro, RK a la izquierda y AZ  a la derecha.

Copyleft 2009 / Roger Alan Koza