DE LA VIDA LITERARIA

DE LA VIDA LITERARIA

por - Entrevistas
26 Dic, 2020 03:06 | Sin comentarios
Cuatro escritores, algunas palabras y una película.

Cuatro escritores muy diferentes entre sí coexisten en un universo parecido pero distinto llamado cine. Edgardo Cozarinsky, Santiago Loza, Virginia Cosin y Romina Paula. Los dos hombres tienen una notable trayectoria en el cine. Han hecho de todo: ensayo, ficción y documentales. No menos dúctiles son en el universo de las letras, porque el concepto de variación también los define frente al papel. Tienen novelas, obras de teatro y ensayos. Por su parte, Romina Paula ha estado en reiteradas ocasiones frente a cámara, pero recientemente pasó del otro lado e hizo un filme sobre una mujer bastante parecida a ella, aunque la película no es una pieza autobiográfica acotada a un episodio de su vida. La única debutante es Cosin, cuya prueba detrás de cámara es prometedora, porque nada puede ser más cinematográfico que filmar una fiesta.

 “Si de autoría se trata, la noción corresponde a Diego Dubcovsky, que tuvo la idea de reunir a cuatro escritores-cineastas y pedirles un episodio para una película colectiva que tenga que ver con la lectura”, afirma Cozarinsky. Es ostensible que este les prodigó toda la libertad para que los cuatro hicieran lo que quisiesen.

Las películas no podrían ser más distintas entre sí; por otra parte, no llevan título y son presentadas como capítulos de un todo llamado Edición ilimitada. En cada caso, la experiencia literaria está implícita por vías distintas: la lectura de un libro, el aprendizaje del oficio de escribir, las vacilaciones de una novelista joven y una lectura analítica de un texto durante un taller literario. Son perspectivas caleidoscópicas sobre la relación que toda persona abocada a la lectura y la escritura puede establecer con la palabra. Para los espectadores-lectores resulta una oportunidad para identificar las variaciones de la vida literaria y asimismo la amable inconmensurabilidad entre la cámara y el teclado, o entre el poder del cine, que plasma una materia espectral, y el lenguaje, que constituye un orden disociado de la propia materia de las cosas y los seres. 

Los ojos

Quien abre Edición ilimitada es Cozarinsky: capítulo breve pero sustancial. El escritor y cineasta se interpreta a sí mismo: en un café del centro porteño una mujer descubre que este no puede leer porque no ve y le ofrece hacerlo por él. El libro elegido no es inocente, se trata de una lúcida diatriba razonada contra el capitalismo como único código de nuestro ser en el mundo. Después, al protagonista lo operan de cataratas, instancia en la que el filme revela en pocos segundos lo que le concierne: intensificar la percepción; es lo que permite una operación de ojos.

Sobre los orígenes de la película, Cozarinsky dice: “Mi episodio tuvo como punto de partida representar la operación de cataratas que tuve a principios del 2019, con el oftalmólogo-cirujano y el anestesista que intervinieron, y filmarla en el mismo consultorio y en el mismo quirófano”. Y añade: “Luego imaginé el marco de comedia, la escena inicial y la final, pasando de Mark Fisher leído por una señora burguesa a Barthes como pretexto del viejo chanta para abordar a una jovencita”.

El autor de En ausencia de guerra y Vudú urbano habla aquí como cineasta: “Logré lo que esperaba desde hace mucho, trabajar con Daniel Ortega como director de fotografía. Ya sea en el casi expresionismo de la consulta y la operación, como en el trabajado realismo de las secuencias del bar, su luz se fue adelantando sutilmente a mi propósito”. Y, como intérprete, concluye: “Y me divertí mucho actuando de mí mismo”. 

Tomar la palabra

El episodio de Loza se circunscribe al encuentro de un hombre mayor que oficia de escritor y el nieto de una amiga de este que está empezando a escribir. Un primero encuentro, seguido por un paseo, un café y una situación inesperada sostienen el relato. Sobre este, Loza dice: “En mi caso quise escapar a cualquier solemnidad con respecto a los tópicos relacionados con la escritura o la lectura e intentar el humor. La relación entre aspirante y mentor, maestro y alumno es fundacional con respecto al oficio”.

Con el oficio que ostenta el cineasta cordobés, este elige el estereotipo como punto de partida porque “la comedia trabaja con estereotipos. La situación de ser leído por primera vez por alguien de experiencia es una situación por la que muchas/os pasamos, y a la distancia me produce gracia y ternura. Pienso que hay empatía con esos personajes y son roles que funcionan como pareja cómica. Pienso la situación como una caricatura de base, un planteo cristalino sobre el cual se avanza a otras zonas más ambiguas y frágiles”.

La palabra del yo

A lo largo de la película se dicen algunas afirmaciones al paso en torno a la escritura: “Para escribir hay que prestar atención”. También se insinúa la importancia de los detalles y el olvido. La táctica es precisa: “Esas afirmaciones o consejos son un tanto ridículas y las hace un personaje desde un código paródico. No me creo capaz de dar ningún tipo de afirmación sobre la escritura, o si tengo algún tipo de afirmación es provisorio”.

Cosin sitúa su relato en una fiesta de cumpleaños. El personaje observa y piensa; es el mundo social al que presuntamente pertenece, pero sus pensamientos desdicen la evidencia. Se acaba de divorciar, también acaba de publicar y es un día libre, en el que no tiene que ejercer como madre. 

Sobre su capítulo, confiesa: “La parte anecdótica de este episodio es, digámoslo así, autobiográfica. Como la propuesta era hacer una película sobre escritores, me pregunté desde cuándo podía decir de mí misma que era una escritora. No desde cuándo empecé a escribir, sino en qué momento pude presentarme ante los otros como alguien que se dedica a eso. Y lo que se me vino a la cabeza fue cuando publiqué mi primera novela y empecé a relacionarme con un mundo que, de alguna forma, está reflejado en este episodio”.

Filmar una fiesta en una película requiere dominar el movimiento de muchos en un espacio reducido, entender el ritmo y el movimiento. Las contingencias del registro cinematográfico exigen una atención múltiple, aunque el paso de la palabra al plano no resultó tan disímil: “Me parece que hay un punto en el que la literatura y el cine se encuentran: toda representación de una realidad simultánea tiene que ser ordenada de forma sucesiva a través del lenguaje. Para mí el timeline con el que se trabaja en una sala de montaje, o en una isla de edición, no es tan distinto de la hoja o la pantalla. De hecho, suele elogiarse a un texto literario diciendo que es ‘muy cinematográfico’, y esto sucede cuando logramos ver y escuchar a los personajes, cuando podemos imaginarlos e imaginar sus gestos, sus sensaciones y el espacio en el que se mueven, aunque estemos frente a un papel en el que una palabra sigue a la otra”.

Ficción y verdad

Paula eligió un momento de lectura e interpretación en un taller literario. El texto escogido tiene una riqueza literaria indesmentible, porque la puesta en abismo en la literatura y también en el cine expande la fijación del sentido y demanda aún más a la inteligencia del intérprete. Se trata de Fauna, pieza de la propia actriz y ahora cineasta.

Dice: “En esa obra hay un director de cine y una actriz que quieren hacer una película sobre una mujer mítica llamada Fauna y van a la selva a entrevistar a los hijos de esta. En la obra de teatro misma los cuatro personajes comienzan a ensayar escenas que formarían parte de esa película y en algún momento comienza a desdibujarse cuándo ensayan y cuándo no, cuándo nos encontramos en el presente de la acción de la obra y cuándo no. Así que la idea de la puesta en abismo ya está en el texto original. Entonces filmar un corto en el que una supuesta alumna lee una obra que escribió, en la que el procedimiento interno de por sí es el de la puesta en abismo, era agregarle una capa más o varias a la cosa”.

Al final de la lectura, el episodio eleva una legítima inquietud poética al orden filosófico y acaso político. La coordinadora del taller pide devoluciones a sus alumnos y ensaya una conjetura en la que se asocia la verdad a la ficción: “La verdad tiene estructura de ficción”. Con esa afirmación atribuida a Lacan, que también funciona como un punto de vista a explorar, cierra el corto (y toda la película). Paula añade algo pertinente para el conjunto: “Como siempre, me interesa preguntar, abrir el juego, así que en todo caso es más el echar a rodar una pregunta que atosigar con afirmaciones. Sobre todo en una película coral, donde se trata de poner a dialogar puntos de vista”.

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Este texto fue publicado en Revista Ñ en el mes de septiembre de 2020.

Roger Koza / Copyleft 2020