CUESTIONARIO DE UNA REVISTA DESCONOCIDA

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por - Entrevistas
02 Abr, 2012 01:29 | comentarios

Tierra de los padres

RESPUESTAS

Mariana Mota: El cine argentino ha logrado en los últimos años reconocimiento internacional. ¿Cuáles son los motivos para el suceso de las producciones nacionales?

Roger Koza: El gran momento del llamado Nuevo Cine Argentino tuvo que ver con un conjunto de fenómenos azarosos que en su combinación sinérgica permitieron que una cinematografía estancada dos décadas por la última dictadura militar se destrabara. La consolidación de algunas escuelas de cine y una renovación generacional en el alumnado, la aparición de una nueva crítica de cine y de un festival como el BAFICI constituyeron las fuerzas de un cambio que marcó una época y sus coordenadas simbólicas específicas, un tiempo que se coronó con dos obras fundamentales: La libertad de Lisandro Alonso y La ciénaga de Lucrecia Martel. Esas dos películas –precedidas por Mundo grúa de Trapero, Pizza, birra, faso de Caetano y Stagnaro, Rapado y Silvia Prieto de Martín Rejtman y en parte Nueve reinas de Bielinsky– fueron las “estrellas” de una nueva constelación que se denominó Nuevo Cine Argentino. Si uno piensa cada una de estas películas puede verificar una riqueza estética y temática que, en ese momento, no existía en el cine de la región. Los programadores de distintos festivales centrales y paradigmáticos lo percibieron y empezaron a programar varias de las películas que se hacían en Argentina. A principios de la década pasada el cine coreano y el cine argentino eran las cinematografías periféricas más interesantes y atractivas (habría que indagar más sobre los efectos de la política represiva en la generación de cineastas que iban a surgir ya en democracia, pues en la misma época aparecieron cineastas como Martel y Alonso, o como Lee Chang-dong y Hong Sang-soo; hay que recordar que los procesos políticos de ambos países son bastantes similares). Diversidad genérica, búsquedas formales ostensibles y una marca autoral constatable son los motivos del éxito. Alonso, Martel, Rejtman, Trapero, Caetano, nombres que son firmas, autores que implican una concepción de cine que se traduce siempre en una idea de puesta en escena.

MM: ¿En su opinión, cuáles son las mejores películas de 2011?? ¿Y cuáles son las apuestas para 2012?

RK: No tengo dudas de que la gran película de 2011 fue Tierra de los padres, de Nicolás Prividera, una película notable, capaz de interrogar los últimos 200 años de historia argentina desde la intuición correcta de que toda la historia del país ha sido atravesada por una ininterrumpida lucha de clases en clave vernácula y deudora de un largo proceso colonial. Lo interesante es que Prividera elige hacer un film en un cementerio (La Recoleta) donde yacen las tumbas de los héroes y los padres de la Nación. Allí se leen varios textos firmados por los muertos que, de algún modo, siguen vivos en el inconsciente discursivo nacional. Desde la puesta en escena se revive una confrontación dialéctica entre texto, monumento, espacio simbólico, lectores y visitantes. Es la película más arriesgada y creativa que ha dado el cine nacional reciente, aunque curiosamente fue rechazada por los dos festivales más importantes.

Otra película importante fue El estudiante, de Santiago Mitre; se trata también de un film político, pero en otro sentido, y, en este caso, menos original, más clásico en su relato y totalmente independiente en su producción. La historia de un joven del interior que llega a Buenos Aires y empieza a militar en las organizaciones políticas de la universidad le sirve a Mitre para caracterizar la historia argentina como una posta de traiciones. El film es un gran retrato del poder como experiencia que atraviesa todos los vínculos sociales. Papirosen, de Gastón Solnicki, me parece otro film importante, una home-movie heterodoxa que demuestra que sólo un verdadero cineasta convierte un registro cualquiera en un film, pues todos pueden filmar pero no todos pueden hacer cine; ése es el misterio del film de Solnicki. Yatasto fue la otra gran película argentina de 2011. Paralluelo consigue filmar la pobreza de un barrio cordobés siguiendo la vida cotidiana de una familia de recolectores de basura. Sin apelar al miserabilismo característico de este tipo de propuestas y sin convertir la pobreza en una virtud social, Paralluelo inventa una forma cinematográfica para ser testigo directo de la cotidianidad de quienes tienen muy poco y encuentra además la distancia justa para retratar la dignidad de quienes son y constituyen el costado secreto de una economía obscena que niega a sus pobres.

Del 2012, las películas que más interés me generan son: Los salvajes de Alejandro Fadel, Elefante blanco de Pablo Trapero, Mujer conejo de Verónica Chen, Fango de José Campusano y el nuevo film que están codirigiendo Santiago Loza e Iván Fund, que todavía no tiene un nombre definitivo.

MM: ¿Es posible decir que 2011 fue un año de buenas películas, que hubo un frescor en el nuevo cine argentino?

RK: Un film como Accidentes gloriosos de Mauro Andrizzi y los que mencioné antes, los de Paralluelo, Prividera, Mitre y Solnicki, confirman un año de frescura y novedad.

¿Por qué, mismo con buenas películas, es difícil atraer público para el cine nacional?

El estudiante, de Santiago Mitre, fue un pequeño éxito comercial. En su estreno en una sala única había que sacar entradas con dos semanas de anticipación; naturalmente, no llevó la cantidad de gente de un producto comercial como El secreto de sus ojos, pero demostró que existe un mercado y un interés real por otro cine argentino. Lo mismo sucedió en la provincia de Córdoba con un gran film popular llamado De caravana, de Rosendo Ruiz; solamente en Córdoba llevó 35.000 personas. Pero lo cierto es que el cine estadounidense y el que se le parece dominan el imaginario y el espacio publicitario. La falta de seducción responde a la asimetría sideral entre las salas de estrenos y un cine que se puede ver solamente en festivales y en salas muy pequeñas y escasas.

MM: ¿Que te parece la afirmación de Thierry Frémaux de que el cine argentino se suicidó?

RK: Es lógico que alguien que programa en la competencia oficial de Cannes películas como This Must Be The Place, We Have to Talk About Kevin y The Artist tenga apreciaciones semejantes. Lo bien que le hubiera hecho a la programación de Cannes 2011 incluir El estudiante (en la competencia oficial) o Yatasto (en Un Certain Regard), dos filmes que arrancaron en el BAFICI y que Frémaux, probablemente, no llegó a ver, ocupado programando bodrios de Kim Ki-duk, de Nadine Labaki, de Radu Mihaileanu. Su fórmula, que consiste en combinar películas de cine de qualité para señoras ricas que juegan a la distribución cinematográfica que visitan Cannes y cierto cine de riesgo para críticos y programadores, es más que cuestionable. Sería preferible que pensara sobre eso antes de ponerse a cuestionar a los cineastas argentinos. Y digo esto sin ningún plus nacionalista. No creo en la nacionalidad, sí en una patria, que para mí sólo tiene un nombre: el cine.

* La revista se edita en Brasil. Cuando me convocaron para responder el cuestionario no me fijé su nombre, y no encuentro el mail inicial en donde aparecía. Sé que sale en portugués el mes que viene.