CRÓNICAS MEJICANAS 2

CRÓNICAS MEJICANAS 2

por - Festivales
09 Mar, 2008 09:30 | Sin comentarios

FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE EN GUADALAJARA 08/03/08

Por Roger Alan Koza

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A la salida de la inauguración una flota de micros esperaba por los invitados, gente de prensa, directores, jurados. Tras cuatro horas de estar en el auditorio Telmex, colmado de gente, salí corriendo en búsqueda del bus. Me subo y mientras se suman otros festivaleros, me encuentro con dos grandes amigos: la pareja Fainaru, Dan y Edna, quienes viven en Israel hace años, aunque son rumanos. Ambos coeditan la única revista de cine en Israel, y siguen siendo, sobre todo Dan, una firma responsable y respetable del establishment de la crítica internacional. En efecto, Dan escribe para Screen International, y es uno de los tres críticos más destacados que forman opinión en el festival de Cannes a través de los periódicos diarios que publican Screen y Variety.

Siempre hablo con Dan y Edna, pues son amigos de mi amigo y jefe, Albert Wiederspiel, director artístico del festival de cine de Hamburgo. Desde el 2006, Dan y Edna son los moderadores del FilmTalk, el espacio en donde el público y los directores y actores se encuentran para dialogar en Hamburgo. Ambos están al día con todo lo que ocurre en el cine. Siempre que puedo le pregunto sobre tal festival, alguna película o un director. Es amigo de Kiarostami, o al menos lo conoce bastante. «En una ocasión, me dice, Kiarostami reconoció que el pasaje de los patos de su genial y vanguardista Cinco, su extraño homenaje a Ozu, no era un solo plano».

 

En eso llega Robert Koehler, quien escribe oficialmente en Variety, pero que regularmente colabora con Cinemascope y ocasionalmente en el Village Voice. Fanático de Lisandro Alonso, me asegura que la segunda película de Albert Serra va a Cannes, y que Peranson, el crítico de cine y editor de Cinemascope, tiene un papel en la película. Serra, quien definitivamente parece estar desquiciado, cada anécdota que me cuenta de él lo confirma, ha dejado al Quijote y va por los reyes magos. En vez de ¡Sancho! habrá que gritar ¡Gaspar!

Dan y Edna habían estado en Guadalajara décadas atrás, cuando el festival era una muestra y en vez de convocar a miles de participantes los invitados raspaban los treinta. Era otra época. El recuerdo de los Fainaru nos llevó a Koehler y a mí a intercambiar algunas miradas sobre los festivales. Dan y Edna escucharon y dijeron lo suyo. Dan advertía sobre la histeria de los festivales por sumar world premieres. Edna señalaba cómo un modelo de competencia diversificada se iba imponiendo en todos lados. Koehler, al respecto, postulaba una difusa teoría sobre algunos festivales que desafían la concepción de competencia y su concomitante obsesión por contar con estrenos mundiales y se dedican a recolectar lo mejor que se ha exhibido en el mundo. Koehler nombró a FICCO, el otro festival importante de Méjico aunque un poco más joven. Le respondo que creo que el FICCO es una derivación del BAFICI. Así, coincidimos en que hay una suerte de linaje cinéfilo de festivales. Viena, Locarno, BAFICI, FICCO, festivales cuya misión consiste en ofrecer un radical mosaico del mejor cine del mundo. Son festivales en el que existe un criterio estético y político de programación.

Cuando visité la Viennale en el 2006, quedé maravillado ante la conferencia inaugural de Hans Hursch , director del festival, que citaba a Benjamin como si fuera un cineasta y hablaba de dialéctica como si se estuviera refiriendo a plano-contraplano. Explicó, en aquella oportunidad, el necesario y no inocente vínculo del cine con el mundo. Allí se celebra la cinefilia en su más alta expresión: la promesa de conocer y constatar la alteridad del mundo y sus sujetos y objetos a través del cine. La otra línea es aquella que compite con Hollywood en sus propios términos, pero que evita sus películas, aunque las que premian comparte el ABC del cine californiano. Allí está Berlín, San Sebastían, Roma, Mar del Plata (a pesar de que sus programadores han baficiado bastante al festival).

De las cinco películas que vi hoy, solo una pertenece al linaje cinéfilo. El film en cuestión, Lo mejor de mí, estuvo en Locarno, y allí obtuvo dos distinciones menores, entre ellas, mejor interpretación femenina para Marián Álvarez. Aquí no compite, y si lo hiciera, de seguro estaría entre lo mejor de la sección.

 

La historia es conocida: una pareja, Raquel y Tomás, ambos jóvenes de clase media, periodista y atleta, respectivamente, deciden irse a vivir juntos. El cambio promete. Pero un día Tomás sufre un accidente en pleno entrenamiento. Su hígado está enfermo. Quizás necesite un trasplante, si es que hay hígado disponible. Y si no lo hay, la bella y ligeramente abnegada Raquel ha decidido donar parte de su hígado, si el caso lo amerita.

En verdad, no se trata de un film miserable en donde la inminencia de la muerte opera una nueva valoración y revisión existencial por parte de sus criaturas. Es más bien un estudio sutil sobre la psicología femenina aplicado a la contingencia del deseo (femenino). La madurez que refleja el personaje de Raquel es el correlato de la madurez del mismo film.

Formalmente prolija, Aguilar no explica, muestra, y sugiere. En cierto momento, Raquel se filma a sí misma. Es el instante más dramático del film, y su resolución formal condensa la transformación de la intimidad del personaje. La cámara se inclina y ella queda desacomodada.

Desprovista de artilugios manipuladores varios (música y excesivos primeros planos) Lo que mejor de mí fue la película que redimió un día muy malo. Un día en el que la mejicana Enemigos íntimos, película obscena y banal sobre gente con cáncer, personajes mudos y drogadictos, todos de clase media acomodada que necesitan del punto límite para poder sentirse vivos, devela una curación poco rigurosa.

Pero esta suerte de Magnolia a la mejicana, pero sin la destreza de P.T. Anderson, aunque tan New Age como aquella (aquí no llueven sapos, pero sí está presente una espiritualidad difusa, que se hace explícito en la horrible canción que cierra la película), no fue el momento más bajo, incluso perverso y lastimoso.

El premio abyección del día va para José Padihla y su fascista mamotreto galardonado en Berlín con la máxima distinción: Tropa de elite. Me lo había anticipado Koehler: «Veremos un film fascista». Policíaca y reaccionaria, Tropa de elite sigue la línea de Ciudad de Dios, pero es todavía inferior al film de Meirelles, aunque perfecciona su propuesta.

 

Este film bélico civil organizado en un relato en off de un líder de una policía especial que lucha contra el narcotráfico en las favelas de Río, intenta por un lado mostrar la corrupción como un microsistema de múltiples actores sociales. Es un diagnóstico previsible. Por el otro, sugiere y justifica que la única medicina posible es el gatillo fácil elevado al cuadrado. El film tiene un objetivo preciso: objetar la fuerza de la razón y proponer el derecho de la fuerza. La paulatina y lógica transformación de un estudiante de derecho que también es policía en miembro de esta elite es sencillamente un desprecio por todo discurso político y su praxis implicada.

Así Nascimiento dejará de leer a Foucault para convertirse en una suerte de Rambo al servicio del orden. Vigilar y castigar, de eso se trata, además de ofrecer un retrato unidimensional de quienes viven en las favelas como sujetos bestiales pero cobardes, cuyo correlato es la caracterización del estudiante comprometido (de clase media) como narcisistas. «Son unos burgueses lunáticos», dice Nascimiento, ya transfigurado en guerrero del Estado.

Y encima, filmado con una impericia espantosa: en la «guerra» se mueve la cámara; durante el descanso se debe privilegiar los primeros planos. Mi colega de La Voz del Interior, Betty Molinari, rescataba -y concuerdo- el diseño de sonido. Es cierto: el fascismo suena muy bien, pues no solamente Padilha ganó el Berlín sino que su película fue un éxito de box office en su país.

Más tarde, nuevamente en las favelas, Lucia Murat, inspirada en Romeo y Julieta, retrataba a esas mismas bestias bailando como raperos. Entre Hair y Rize, las coreografías podrán ser atractivas, pero la película era exactamente el negativo necesario y estructural al film de Padihla: la incapacidad de imaginar, mirar y filmar a lo Otro de una sociedad.

Fotos: 1) fotograma de Lo mejor de mí; 2) Los Fainaru; 3) fotograma de Lo mejor de mí; 4) fotograma de Tropa de elite.

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