CRÓNICAS MARINAS: 24 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA: ENTREVISTA A JOSÉ CELESTINO CAMPUSANO

CRÓNICAS MARINAS: 24 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA: ENTREVISTA A JOSÉ CELESTINO CAMPUSANO

por - Festivales
11 Nov, 2009 06:14 | comentarios
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José Celestino Campusano

Por Roger Koza

Las películas de José Celestino Campusano no son fáciles. Este singular realizador oriundo del conourbano bonaerense es la aparición más enigmática del nuevo cine argentino.  Si bien sus primeras documentales son trabajos valiosos, fue primero con Vil romance, y ahora con Vikingo que el cine de Campusano ha despertado interés y notoriedad; por dos años consecutivos, sus películas han sido seleccionadas para la competencia internacional del Festival de Mar del Plata, una decisión admirable de los programadores.

Vikingo circunscribe su relato a un universo desconocido por nuestro cine: las comunidades marginales que subsisten en los suburbios de Buenos Aires y que suelen sí ser estigmatizados por las crónicas televisivas cotidianas. Aquí, Campusano elige a un tal Vikingo como personaje central, quien representa aún los códigos y valores de un colectivo organizado en torno al motociclismo tribal. En efecto, detrás de esta pasión motoquera y nómade se percibe una visión del mundo y una concepción de los vínculos. Esta forma de vida se ve amenazada: la nueva delincuencia (juvenil y casi infantil), la cultura del paco y un modelo constituido por el desprecio a la vida del prójimo se impone en las nuevas generaciones. Es un choque de civilizaciones.

Roger Koza: Su película sugiere una contienda entre dos generaciones y dos culturas disímiles en un mismo territorio, ¿cuál es su diagnóstico?

José Celestino Campusano: Por una razón de mucho peso, Argentina es un país infinitamente paradigmático. Es un país misterioso para nosotros como para la gente de afuera. Hasta donde yo entiendo, las mafias juveniles que habitan en las favelas brasileras poseen una organización muy férrea que, de cierta forma, posibilita la convivencia. En otros países latinoamericanos estos fenómenos están más urbanizados, lo que no deja de ser cruel. Los grupos paramilitares o los carteles de la droga son grupos que tienen escalafones, con rigor casi marcial. Lo que ocurre en Argentina es la existencia de estos niños que están prácticamente descerebrados por el consumo de estas drogas de exterminio. Un allegado que estuvo en la isla Maciel me comentaba que vio el espectáculo más patético: en un tremendo contenedor de basura, ya en estado de descomposición, y arriba de la basura, pudo ver a un chico de 8 años que estaba demolido por el consumo de paco, como si se tratara de una basura más. Es durísimo. Pierden todo: el raciocinio, el deseo sexual, no tienen frío ni hambre, pero tampoco tienen miedo.

Antes del 2000, el temor pasaba por cruzarse con un psicópata. Alguien que podía atacar a tu familia. En el consenso popular se supone que el psicópata tiene que ser un hombre, de 80 kilos, probablemente con una infancia muy tortuosa. Hoy el gran terror lo transmiten estos niños. Y el tema es que éstos no pesan más de 30 kilos. Están famélicos. El daño cerebral, tengo entendido, después de 6 meses es proporcional a alguien que sufre de Alzheimer. No hay recuperación. Si en otros países no hay paco y aquí sí tenemos, ¿de dónde proviene? ¿Cómo ha sucedido? ¿Es una cuestión política? Y todo indica que las cosas empeorarán.

La película trata sobre gente que ha vivido en la exclusión y en la marginalidad, pero que aun hoy posee códigos. Es gente a la que uno puedo tener confianza. El respeto mutuo es una práctica. ¿Qué pasa cuando este tipo de gente de más de 40 años tiene que compartir las calles con estos pequeños delincuentes? ¿Cómo se resuelve el desafío? ¿Cuál es el límite? ¿Cómo se detiene? Ellos, esta nueva generación, no suele detenerse. El núcleo del relato es la confrontación entre estas dos generaciones.

VIKINGO_03

Vikingo

RK: ¿Por qué le interesa el motociclismo de las rutas?

JCC: Yo considero que las 4 herramientas que poseo como cineasta son el riesgo, el azar, la incertidumbre y la composición colectiva. Y justamente en la práctica del motociclismo está relacionada con estas herramientas, salvo la composición colectiva, pero que en la vida motoquera se transforma en la convivencia entre los motociclistas. Es una pasión colectiva.

RK: Su película evidencia un tratamiento muy particular de la violencia urbana, el fuera de campo se combina con una representación seca y directa de un tiroteo, ¿cómo piensa estéticamente la representación de la violencia?

JCC: Trato de evitar el exhibicionismo. En mis películas se nota que somos gente de armas llevar. Si tenemos que filmar sexo lo hacemos, si hay que filmar un asesinato lo rodamos; en ese sentido no tenemos miedo a nada. Menoscabar el potencial de una imagen no es para nosotros. Lógicamente, hay cosas terribles que suceden. Pero no es ninguna prioridad que se muestra la violación de una chica de 15 o 16 años. Lo poco que se ve se entiende. No es lo mismo si uno de los personajes principales muere en un primer plano o en un plano general, o en fuera de campo. Pero no soy exhibicionista; muestro solamente lo justo.

RK: Usted filma y se inspira a partir de la vida real de sus personajes (más bien personas conocidas y amigas) que se interpretan a sí mismos, ¿cómo es su método de trabajo?

JCC: Las historias que filmo son todas biográficas. La lógica de los sucesos es sumamente superior a cierta lógica cartesiana y acomodaticia. Se suele buscar referencias, cosas que funcionaron en el pasado, fórmulas de representación. Yo trato de evitar todo eso. Todos los contenidos son homologados por el conjunto. Yo trabajo con un terreno muy delicado que es la privacidad, pues son sus historias. Pero lo que filmamos se consensua. Cuando hablamos con Vikingo sobre el film quedó claro que no íbamos a estigmatizar nuestro modo de ser. Se trataba de mostrar solamente la verdad. Ése era el pacto. Vamos a mostrar una verdad, una forma de vida, de lo contrario no me interesa. Si no es así, otra gente lo puede hacer mejor que yo. Es decir: si yo quiero ver una película sobre este tema yo como espectador me gustaría que me muestren todo. Después evalúo. Pero no me gustaría que me subestimen como espectador. Por respeto a ése espectador se debe mostrar lo más tangible de la verdad.

Personajes de Vil romance

RK: Usted parece cuidar al extremo la verosimilitud lingüística de la comunidad que retrata, ¿por qué importa ser fiel a un lenguaje?

JCC: Yo considero que esta gente es muy inteligente. Y yo no estoy capacitado para enseñarles a hablar. Y la película se enriquece muchísimo si ellos hablan del modo en el que lo hacen.  Se trata de creer que es así. Y si uno lo cree, la magia de las réplicas te deslumbra. ¿De dónde extrae esa persona tal respuesta? ¿Por qué se hace tan complejo ese diálogo? Este lenguaje nace de la necesidad suprema de sobrevivir. Ellos tuvieron su tiempo en averiguar lo que averiguaron. Lo único que tengo que hacer yo es tomar registro y generar las condiciones para que ellos, como actores, se sientan cómodos y simplemente hagan lo que saben hacer. Si alguien me dice: “No está bien las actuaciones”, yo respondo: “Te equivocaste absolutamente. Es como si dijeras que una película de animación la incidencia del sol está mal”. Se trata de otra cosa: no es que actúan. Vikingo habla como él habla. Su vehemencia, su modo de decir las cosas es exactamente igual que en su vida. Sabemos que estamos mostrando lo más verdadero de nuestra experiencia. No es un cowboy. Es como él es. No se cohíbe, porque está plomo, cómodo. Y sabe que está siendo honesto con lo que muestra. Es por eso que me gusta trabajar con gente que no ha tenido ningún bagaje actoral. Porque son incondicionales para la cámara y su frescura inigualable.

RK: Su película denota mucho trabajo y una concepción específica de cine, ¿cómo concibe la puesta en escena?

JCC: Hay un relevamiento de factores sutiles que yo hago antes. Después viene el equipo. Una vez que termino mi trabajo previo, después de establecer la puesta en escena, todo ruge como yo quería. Yo evito el ensayo. Porque si ensayamos estamos cediendo ante un método, una lógica, con el deseo de complacer ciertos cánones, hay algo que se desvirtúa. Yo busco que el espectador se deslumbre. Y para eso tengo que trabajar siguiendo un poco mi intuición y mi deslumbramiento. Al filmar así un director filma su alma. Se ve si éste está en decadencia, si es un tirano, un mediocre, un tipo audaz, filantrópico. En la película se ve todo. Yo trato ser un agradecido respecto de lo que estoy percibiendo. Y amar a ese universo que estoy registrando y sus personas. Para mí los actores no son meras piezas. Es mi modo de trabajar sobre la narrativa.

RK: ¿Qué busca con su cine? ¿Por qué le apasiona su trabajo como cineasta?

JCC: Busco dejar un vestigio concreto y palpable. Supongo que esta intención no es muy lejana a aquellos grabados que se podían encontrar en las cuevas de Altamira. Nosotros, de aquí a unas décadas, no vamos a estar por acá. Pero me parece necesario dejar un vestigio de cómo eran las cosas, de cómo se reflejaba el sol en una piel, de cómo eran el timbre de las voces, y cuál era la impronta dramática en ese contexto social. Por eso hay que trabajar con seriedad y ser incondicional a lo que hacemos.

RK: Por momentos su película podría ser codificada como un western, aunque a mi entender usted excede el género, ¿cuáles son sus influencias?

JCC: He percibido ciertos y variados atisbos en la historieta, en el cine, en la literatura, en ensayos y crónicas. Esos atisbos están en todos lados, el tema es saber verlos. Los signos abundan e inundan el presente, el tema es saber verlos y darles con la cámara su trascendencia. Incluso hasta me inspiran temas musicales. Hay un grupo que tuvo una existencia muy fugaz, Schazenbach. El grupo grabó un tema que se llama “Cuatro Caras”. Estuve 25 años buscándolo y no lo podía encontrar, hasta que un día un iluminado lo sube a Youtube. Cuando mis amigos lo escucharon dijeron “¿Qué pasa acá? ¿Y esa letra? ¿Qué impronta es ésa? ¡Qué bárbaro!” Y ahí mismo encontré signos para tejer este tipo de film.

Esta entrevista fue publicada en otra versión por el diario La Voz del Interior durante el mes de noviembre de 2009.

Copyleft 2009 / Roger Alan Koza