
CRÓNICAS MARINAS: 24 FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA: ENTREVISTA A JOSÉ CELESTINO CAMPUSANO
Por Roger Koza
Las películas de José Celestino Campusano no son fáciles. Este singular realizador oriundo del conourbano bonaerense es la aparición más enigmática del nuevo cine argentino. Si bien sus primeras documentales son trabajos valiosos, fue primero con Vil romance, y ahora con Vikingo que el cine de Campusano ha despertado interés y notoriedad; por dos años consecutivos, sus películas han sido seleccionadas para la competencia internacional del Festival de Mar del Plata, una decisión admirable de los programadores.
Vikingo circunscribe su relato a un universo desconocido por nuestro cine: las comunidades marginales que subsisten en los suburbios de Buenos Aires y que suelen sí ser estigmatizados por las crónicas televisivas cotidianas. Aquí, Campusano elige a un tal Vikingo como personaje central, quien representa aún los códigos y valores de un colectivo organizado en torno al motociclismo tribal. En efecto, detrás de esta pasión motoquera y nómade se percibe una visión del mundo y una concepción de los vínculos. Esta forma de vida se ve amenazada: la nueva delincuencia (juvenil y casi infantil), la cultura del paco y un modelo constituido por el desprecio a la vida del prójimo se impone en las nuevas generaciones. Es un choque de civilizaciones.
Roger Koza: Su película sugiere una contienda entre dos generaciones y dos culturas disímiles en un mismo territorio, ¿cuál es su diagnóstico?
José Celestino Campusano: Por una razón de mucho peso, Argentina es un país infinitamente paradigmático. Es un país misterioso para nosotros como para la gente de afuera. Hasta donde yo entiendo, las mafias juveniles que habitan en las favelas brasileras poseen una organización muy férrea que, de cierta forma, posibilita la convivencia. En otros países latinoamericanos estos fenómenos están más urbanizados, lo que no deja de ser cruel. Los grupos paramilitares o los carteles de la droga son grupos que tienen escalafones, con rigor casi marcial. Lo que ocurre en Argentina es la existencia de estos niños que están prácticamente descerebrados por el consumo de estas drogas de exterminio. Un allegado que estuvo en la isla Maciel me comentaba que vio el espectáculo más patético: en un tremendo contenedor de basura, ya en estado de descomposición, y arriba de la basura, pudo ver a un chico de 8 años que estaba demolido por el consumo de paco, como si se tratara de una basura más. Es durísimo. Pierden todo: el raciocinio, el deseo sexual, no tienen frío ni hambre, pero tampoco tienen miedo.
Antes del 2000, el temor pasaba por cruzarse con un psicópata. Alguien que podía atacar a tu familia. En el consenso popular se supone que el psicópata tiene que ser un hombre, de 80 kilos, probablemente con una infancia muy tortuosa. Hoy el gran terror lo transmiten estos niños. Y el tema es que éstos no pesan más de 30 kilos. Están famélicos. El daño cerebral, tengo entendido, después de 6 meses es proporcional a alguien que sufre de Alzheimer. No hay recuperación. Si en otros países no hay paco y aquí sí tenemos, ¿de dónde proviene? ¿Cómo ha sucedido? ¿Es una cuestión política? Y todo indica que las cosas empeorarán.
La película trata sobre gente que ha vivido en la exclusión y en la marginalidad, pero que aun hoy posee códigos. Es gente a la que uno puedo tener confianza. El respeto mutuo es una práctica. ¿Qué pasa cuando este tipo de gente de más de 40 años tiene que compartir las calles con estos pequeños delincuentes? ¿Cómo se resuelve el desafío? ¿Cuál es el límite? ¿Cómo se detiene? Ellos, esta nueva generación, no suele detenerse. El núcleo del relato es la confrontación entre estas dos generaciones.
RK: ¿Por qué le interesa el motociclismo de las rutas?
JCC: Yo considero que las 4 herramientas que poseo como cineasta son el riesgo, el azar, la incertidumbre y la composición colectiva. Y justamente en la práctica del motociclismo está relacionada con estas herramientas, salvo la composición colectiva, pero que en la vida motoquera se transforma en la convivencia entre los motociclistas. Es una pasión colectiva.
RK: Su película evidencia un tratamiento muy particular de la violencia urbana, el fuera de campo se combina con una representación seca y directa de un tiroteo, ¿cómo piensa estéticamente la representación de la violencia?
JCC: Trato de evitar el exhibicionismo. En mis películas se nota que somos gente de armas llevar. Si tenemos que filmar sexo lo hacemos, si hay que filmar un asesinato lo rodamos; en ese sentido no tenemos miedo a nada. Menoscabar el potencial de una imagen no es para nosotros. Lógicamente, hay cosas terribles que suceden. Pero no es ninguna prioridad que se muestra la violación de una chica de 15 o 16 años. Lo poco que se ve se entiende. No es lo mismo si uno de los personajes principales muere en un primer plano o en un plano general, o en fuera de campo. Pero no soy exhibicionista; muestro solamente lo justo.
RK: Usted filma y se inspira a partir de la vida real de sus personajes (más bien personas conocidas y amigas) que se interpretan a sí mismos, ¿cómo es su método de trabajo?
JCC: Las historias que filmo son todas biográficas. La lógica de los sucesos es sumamente superior a cierta lógica cartesiana y acomodaticia. Se suele buscar referencias, cosas que funcionaron en el pasado, fórmulas de representación. Yo trato de evitar todo eso. Todos los contenidos son homologados por el conjunto. Yo trabajo con un terreno muy delicado que es la privacidad, pues son sus historias. Pero lo que filmamos se consensua. Cuando hablamos con Vikingo sobre el film quedó claro que no íbamos a estigmatizar nuestro modo de ser. Se trataba de mostrar solamente la verdad. Ése era el pacto. Vamos a mostrar una verdad, una forma de vida, de lo contrario no me interesa. Si no es así, otra gente lo puede hacer mejor que yo. Es decir: si yo quiero ver una película sobre este tema yo como espectador me gustaría que me muestren todo. Después evalúo. Pero no me gustaría que me subestimen como espectador. Por respeto a ése espectador se debe mostrar lo más tangible de la verdad.

Personajes de Vil romance
RK: Usted parece cuidar al extremo la verosimilitud lingüística de la comunidad que retrata, ¿por qué importa ser fiel a un lenguaje?
JCC: Yo considero que esta gente es muy inteligente. Y yo no estoy capacitado para enseñarles a hablar. Y la película se enriquece muchísimo si ellos hablan del modo en el que lo hacen. Se trata de creer que es así. Y si uno lo cree, la magia de las réplicas te deslumbra. ¿De dónde extrae esa persona tal respuesta? ¿Por qué se hace tan complejo ese diálogo? Este lenguaje nace de la necesidad suprema de sobrevivir. Ellos tuvieron su tiempo en averiguar lo que averiguaron. Lo único que tengo que hacer yo es tomar registro y generar las condiciones para que ellos, como actores, se sientan cómodos y simplemente hagan lo que saben hacer. Si alguien me dice: “No está bien las actuaciones”, yo respondo: “Te equivocaste absolutamente. Es como si dijeras que una película de animación la incidencia del sol está mal”. Se trata de otra cosa: no es que actúan. Vikingo habla como él habla. Su vehemencia, su modo de decir las cosas es exactamente igual que en su vida. Sabemos que estamos mostrando lo más verdadero de nuestra experiencia. No es un cowboy. Es como él es. No se cohíbe, porque está plomo, cómodo. Y sabe que está siendo honesto con lo que muestra. Es por eso que me gusta trabajar con gente que no ha tenido ningún bagaje actoral. Porque son incondicionales para la cámara y su frescura inigualable.
RK: Su película denota mucho trabajo y una concepción específica de cine, ¿cómo concibe la puesta en escena?
JCC: Hay un relevamiento de factores sutiles que yo hago antes. Después viene el equipo. Una vez que termino mi trabajo previo, después de establecer la puesta en escena, todo ruge como yo quería. Yo evito el ensayo. Porque si ensayamos estamos cediendo ante un método, una lógica, con el deseo de complacer ciertos cánones, hay algo que se desvirtúa. Yo busco que el espectador se deslumbre. Y para eso tengo que trabajar siguiendo un poco mi intuición y mi deslumbramiento. Al filmar así un director filma su alma. Se ve si éste está en decadencia, si es un tirano, un mediocre, un tipo audaz, filantrópico. En la película se ve todo. Yo trato ser un agradecido respecto de lo que estoy percibiendo. Y amar a ese universo que estoy registrando y sus personas. Para mí los actores no son meras piezas. Es mi modo de trabajar sobre la narrativa.
RK: ¿Qué busca con su cine? ¿Por qué le apasiona su trabajo como cineasta?
JCC: Busco dejar un vestigio concreto y palpable. Supongo que esta intención no es muy lejana a aquellos grabados que se podían encontrar en las cuevas de Altamira. Nosotros, de aquí a unas décadas, no vamos a estar por acá. Pero me parece necesario dejar un vestigio de cómo eran las cosas, de cómo se reflejaba el sol en una piel, de cómo eran el timbre de las voces, y cuál era la impronta dramática en ese contexto social. Por eso hay que trabajar con seriedad y ser incondicional a lo que hacemos.
RK: Por momentos su película podría ser codificada como un western, aunque a mi entender usted excede el género, ¿cuáles son sus influencias?
JCC: He percibido ciertos y variados atisbos en la historieta, en el cine, en la literatura, en ensayos y crónicas. Esos atisbos están en todos lados, el tema es saber verlos. Los signos abundan e inundan el presente, el tema es saber verlos y darles con la cámara su trascendencia. Incluso hasta me inspiran temas musicales. Hay un grupo que tuvo una existencia muy fugaz, Schazenbach. El grupo grabó un tema que se llama “Cuatro Caras”. Estuve 25 años buscándolo y no lo podía encontrar, hasta que un día un iluminado lo sube a Youtube. Cuando mis amigos lo escucharon dijeron “¿Qué pasa acá? ¿Y esa letra? ¿Qué impronta es ésa? ¡Qué bárbaro!” Y ahí mismo encontré signos para tejer este tipo de film.
Esta entrevista fue publicada en otra versión por el diario La Voz del Interior durante el mes de noviembre de 2009.
Copyleft 2009 / Roger Alan Koza
No estoy tan seguro que Campusano sea una aparición celebrable dentro del nuevo cine argentino. Prefiero los directores que se sujetan menos a «mostrar la realidad» y más a explotar las posibilidades del cine como medio de expresión.
Saludos.
Fernando: el cine de Campusano explora, a mi entender, las posibilidades del cine como medio de expresión, pero el medio aquí no coincide con los medios de expresion de una clase social específica que ha codificado cómo representar aquello que le resulta ajeno, mugriento, bestial. No será fácil la carrera de Campusano. E insisto que su cine es más sofisticado de lo que se cree y el tipo mucho más sensible de lo que parece. Saludos. RK
Dice Campusano:
“… La imaginación o el intelecto en realidad no tiene mucho que ver con este tipo de Films, eso es para otro tipo de géneros, acá es “manejate con la verdad”, y la verdad ya está constituida, y es infinitamente valiosa y está delante de tus ojos. El tema es: cómo, justamente, desestucturarse uno para permitir que esa verdad entre por derecho a través del lente. Es ahí, ahí está el trabajo sutil. Y encima aún lograr que eso funcione. Y, más todavía: que funcione para la mayoría…”
Hay casi 20’ de entrevista y los trailers de Vikingo y Vil Romance en el link. Vale la pena escucharlo hablar.
Pienso, si de un ambiente tan áspero y sumergido puede surgir un cineasta, un “hacedor” que sienta y piense así, o a la cigüeña le falló el GPS o hay un fermento valioso y esperanzador que está despuntando. Un fenómeno para mirarlo con lupa.
Gracias. Abrazo.
http://images.google.com.ar/imgres?imgurl=http://i2.ytimg.com/vi/UeeYGJ_Agcg/default.jpg&imgrefurl=http://www.youtube.com/user/CINEBRUTO&usg=__ZDA3P-lP0CGQIq-OdJZJbECv_dc=&h=90&w=120&sz=4&hl=es&start=54&sig2=v6qWHMvk5p8aeUBUH_Sfkg&um=1&tbnid=EbL6bICeFXB_MM:&tbnh=66&tbnw=88&prev=/images%3Fq%3DJos%25C3%25A9%2BCelestino%2BCampusano%26ndsp%3D15%26hl%3Des%26client%3Dfirefox-a%26rls%3Dorg.mozilla:es-ES:official%26sa%3DN%26start%3D45%26um%3D1&ei=tCv7SpnOCc-Xtge004HLCg
Primero quiero aclarar que comencé posteando (se dice así?) un comentario en este blog, y me desapareció!,… Así que no sé si saldrá o no,… Pero esa situación me brindó la oportunidad de repensar y aquí abajo va el concepto que quería referir:
He leído el comentario de Edgar, y me he reído con su referencia al error de la cigüeña en cuanto al “ambiente tan áspero y sumergido” del cual proviene Campusano,… Y pensé en que a la cigüeña, hace mucho tiempo que se le viene descomponiendo el GPS, por lo menos en el ámbito del cine y en el territorio de Argentina (aunque en esos tiempos el aparatito aún no había nacido): por ejemplo, Favio,… No puedo evitar pensar en que, en realidad, es verdad que el origen marca a un “hacedor” (como dice Edgar) y a su obra,… Pero tampoco es menos cierto, que somos nosotros como sociedad o clase social intelectual (no sé si existe esa categoría), que con nuestra mirada “selectiva”, en cierta manera “permitimos” o no, que surjan o se muestren, en el caso del cine, directores con los orígenes de Favio o Campusano,… no por su origen en sí, sino por su modo diferente de enfocar la mirada (o la cámara) hacia cuestiones que, esa “clase social intelectual”, no está acostumbrada a registrar, por lo menos de esa manera,… Sin por ello dejar de pensar en que los fenómenos sociales están atravesados por una cantidad enorme de vectores, y que un análisis como el que precede, es en cierta manera reduccionista,… Pero de todos modos, (y aún con los errores que puedan encontrarse en sus films) celebro que en el horizonte de nuestro cine argentino (nuevo, viejo, demi-sec, o como se lo quiera llamar) surja una figura como la de Campusano,… Sin dejar de pensar tampoco, en que los contextos históricos de nuestro país (en orden a los tiempos políticos en que aparecen Favio o Campusano), tienen ciertos rasgos de similitud,… Por lo menos son tiempos similares en cuanto a las “ronchas” que les surgen a cierta clase de público, determinados temas, miradas, directores y demases,… Pensemos por ejemplo en el famoso y gorila pensamiento: “les daban casas y quemaban el parquet”, de la primera época del peronismo, con el actual, y no menos gorila: “solo les dan planes sociales”, o no?,… Por esas cosas y muchas mas que escapan a este pobre análisis, creo que, la aparición de una figura como la de Campusano, trae aires nuevos,… Otro tipo de mirada, que obviamente, nos va a exigir limpiar la nuestra, para poder entenderlo,…Aguante Celestino.!,… Jorge Rios.
P.D: que no se enoje Fernando, que de cine sabe un montón!,…
Obvio, Jorge, que no me voy a enojar porque no compartas mi opinión. Roger: no vi «Vikingo» pero sí «Vil romance», y siento que hay algo medio culposo en la valoración de Campusano, como si criticar lo elemental de su guión y su puesta en escena, o la inexpresividad de sus «actores», implicara un cuestionamiento a los sectores que su cine representa o muestra. Además, ahora que Caetano parece no ser el mismo de antes, los críticos andan necesitando reemplazantes…
De todos modos estaré atento a los nuevos trabajos de Campusano.
ROGER:
¡qué buena entrevista! a mí me encantò » Vikingo» y sí creo que es
una apariciòn celebrable, al menos hasta el momento. No vi su otra
pelìcula.
(por varias horas me persiguieron los ojos del sobrino y quizás tambièn por eso -y no sòlo por eso- vaya mi recuerdo para Leonardo Favio)
“Del sentido del estilo al estilo como todo sentido”
La filosofía Harley Davidson traspolada al conurbano bonaerense.
La película “Vikingo” me pareció de alguna manera una vuelta rústica al cine documental etnográfico, aunque se trate de una ficción profundamente anclada en lo real.
Lo que comparto aquí son algunas ideas a la manera de cuaderno de bitácora para que el texto no sea tan extenso (igual lo es, perdón).
Si bien la película se corresponde al cine de género de ficción, el universo “tribal” representado –y la cercanía al mundo real que representa- me resultó familiar al cine documental de Robert Flaherty.
Flaherty también “ficcionalizaba” lo real pero bajo las formas pedagógicas del documental clásico. Su interés se focalizaba en las lejanías: tribus extrañas para las sociedades blancas y urbanas; modos de vida exóticos para la convención social occidental. El relato, en algunos de sus trabajos, también se articulaba a partir de un personaje principal (como en “Nanook el esquimal”).
Entre Flaherty y Campusano obviamente existen enormes brechas (70 años de distancia en el tiempo de realización de sus obras, el academicismo y la cultura de pertenencia) pero ambos ponen foco en un determinado grupo social.
Para Flaherty “el otro” era primero un objeto de estudio y luego un espectáculo. Posiblemente para Campusano, “el otro” no es en realidad un “otro” sino que las personas, hábitos y costumbres que vemos en “Vikingo” tienen cercanía y familiaridad con su propia vida. “El otro” es en realidad “él mismo” o “uno de los míos” o “uno de nosotros”.
Temas que considero interesantes para profundizar -en clase o no- luego de ver “Vikingo”, teniendo en cuenta la proximidad geográfica, temporal y social de ese universo representado, que por cercano a mi realidad y a la vez exótico me resulta inquietante y movilizante. Van a la manera de “recolección de datos” etnográficos inversa (deconstrucción):
*cultura/contracultura
*tribu/tribu urbana
*Alcances de la etnografía/antropología/sociología en el cine de ficción argentino contemporáneo. La representación de las minorías.
*Los géneros.
-Mujeres: sumisión modelo siglo XXI, compañerismo y espacio físico (casi siempre ellas están dentro de la casa. En la calle están acompañadas del hombre. Similitud a la cultura musulmana).
Mujer amante/Mujer ama de casa.
Estampita de la virgen (y no de santos populares como San Expedito y el Gauchito Gil). Lo divino versus lo pagano, o lo divino en convivencia con lo pagano.
-Hombres: milagrosa ausencia de imágenes, conversaciones y/o interés manifiesto entorno al fútbol.
*Uso del tatuaje. Lo “permanente” en el cuerpo de personas que hacen del traslado físico un culto (la palabra “rodar” está presente en verbo y acción).
*Diferencias en las elecciones musicales por afuera de la alta cultura: Heavy Metal/Rock/Cumbia/Hip Hop y otros ritmos contestatarios. Sus seguidores y adeptos.
*El volumen de la música: desafiando los límites de la audición saludable. Posibles causas y probables consecuencias. Cuando lo sonoro no permite “escuchar-se”. La comunicación incomunicada.
Las precariedades-debilidades detrás de hombres que ostentan aspectos imponentes que infunden miedo:
*Precariedad física (cuerpos robustos sin dientes).
*Higiénicas/Sanitarias (la sangre se limpia con agua).
*Pedagógicas (los niños crecen a los golpes físicos y psíquicos).
*Alimenticias. Las comidas, en apariencia de manera excluyente, son carnes de animales y cervezas, incluso en los horarios de tarde… costumbre más cercana al hombre del paleolítico (cavernícolas y posiblemente también vikingos) que al beneficiario actual del bolsón social bonaerense.
Se acusa falta de dinero, pero curiosamente nunca parecen faltar las Budweisers y las enormes y variadas carnes (pollo, cabrito, vaca. Cocción a la cruz).
*Vitales. La certeza de muertes inminentes, precoses y súbitas. Poca expectativa de vida. Adicción al paco por parte de los adolescentes; poca esperanza en el presente y el futuro.
*Códigos convivenciales intransigentes. La ley de la calle, a secas, y el ajusticiamiento sin mediación del Estado. Similitudes con sociedades medievales.
Bienes comunes/bienes privados
*Las motos como signo y símbolo. Estratificación a dos ruedas. Universo de cotizaciones y trueques.
*Vida sexual comunitaria-no promiscua: las distintas parejas pueden copular sin pudor en el mismo espacio y tiempo pero no se intercambian (no son swingers). El código es muy claro: la mujer del otro no se toca sin autorización del “dueño”(algo similar ocurre en esquimales y gitanos. También en los perros). La sexualidad femenina es “regulada” por los hombres. Machismo extremo: la mujer no es dueña ni de su propia infidelidad. El deseo femenino inducido y las fuerzas coercitivas masculinas. La violación. Naturaleza rústica, salvaje, anacrónica y primitiva de los vínculos.
*La erótica de la estética, la estética erótica. Modelos antagónicos al estereotipo hollywoodense. Analogías con el cine de Carlos Reygadas.
*Acceso infantil a las armas. Ausencia de control estatal.
Tema recurrente en el cine latinoamericano contemporáneo. Analogías con “La Virgen de los Sicarios”, la controvertida “Ciudad de Dios” y “La Rabia” de Albertina Carri entre otros. También esto está presente en el cine actual estadounidense: Gus Van Sant y Michael Moore.
*Ausencia de Instituciones de interacción y orden social: escuelas, hospitales, dispensarios, bancos, municipios, comisarías, etc, en la provincia más poblada y poderosa de nuestro país (que tiene la inquietante cifra de 32 puntos de pobreza general y de 42 para los menores de 18 años).
*La solidaridad, contención y dependencia de la vida en “manada”. La defensa y el valor de la familia. La necesidad de un líder, un referente respetado por sobre los demás (“No lo hago por vos, lo hago por el Vikingo”; “No lo hago porque me lo digas vos, lo hago porque me lo dice él”).
La importancia y necesidad de un “macho Alfa”.
*Los sub-grupos: “nuestras mujeres”, “los tuyos”, “los míos”. Ajusticiamiento similar al de las culturas originarias (“matas a uno de los míos, yo mato uno de los tuyos”;“matás a mi sobrino, te mato el tuyo”). Posiblemente así funcionan también en nuestro país algunas minorías asiáticas, como la mafia china, por ejemplo.
Breve bitácora final de esta “ficción etnográfica”.
Elementos identitarios
Movilidad excluyente: motocicletas.
Vestimenta excluyente: cueros. Color negro.
Cabello. Hombres de pelo largo. Mujeres con tinturas rubias. El estilo “Coya Fashión”: ciertos personajes de los medios masivos de comunicación definen a las mujeres trigueñas con decoloraciones de esta manera, con una clara intensión discriminatoria. Esta expresión alude con desprecio a las raíces aborígenes y mestizas de miles de pobladores del conurbano bonaerense, y subrayan con sorna la “imitación” de este grupo de mujeres a los ideales estéticos que reflejan esos mismos medios de comunicación. Paradoja.
Por último: destacable la generosidad y celeridad del profesor Koza. Hemos visto un film de la competencia oficial del 24° Festival de Cine de Mar del Plata antes de que dicho evento finalizara. Técnicamente el viernes el curso se convirtió en una sede del festival. (Josecito Martínez Suárez estaría muy agradecido seguramente).
Para RK: en cuanto su promesa de libro sobre “cine campusanezco” se concrete… ¡Guárdeme una copia!
Me quedé pensando en la sensación de frescura; algo que también sentí al ver «Vikingo», tal como se habló en clase.
Creo que esta película carece del tufillo snob que tiene el cine de «vanguardia» argentino. El «Nuevo Cine» (que ya tiene más de 12 años) pareciera preocuparse más por el «cómo» se cuenta que por el «qué» se cuenta. Formalmente cae en un «canon». Y esto pone a las películas en una misma bolsa estética, formal, asociada a una corriente, a un estilo… casi a una pieza de museo.
«Vikingo» invierte nuevamente un orden: el continente no es más importante que el contenido. Vuelve al eje a la historia que se cuenta, la jerarquiza: la pirotecnia técnico-plástica está en función de la misma y no al revés. Se descarta la pretensión de «artisticidad» visual y sonora, lo «urgente» es más relevante.
La «urgencia» es propia del cine revolucionario latinoamericano. Tomás Gutiérrez Alea lo decía así: «prefiero un cine imperfecto antes que una perfección sin sentido».
Desde esta perspectiva la puesta en escena de «Vikingo» es como una ventana sin vidrios. Habrá que ser valiente y bancarse el chiflón.
Y esto es curioso, porque el oficio de Campusano fuera del cine es, justamente, el oficio de vidriero.