CINECLUBES DE CÓRDOBA (99): UN RUSO Y TRES COREANOS

CINECLUBES DE CÓRDOBA (99): UN RUSO Y TRES COREANOS

por - Cineclubes, Críticas, Críticas breves
22 Jun, 2016 11:07 | Sin comentarios

Francofonia

Por Roger Koza

A Alexander Sokurov le gusta filmar museos. Lo hizo varias veces, como ahora con el Louvre en Francofonia y antes con el Hermitage en El arca rusa, su película más conocida y no necesariamente la mejor, más allá de la proeza formal que la eternizó. Las grandes películas del director son las pequeñas, las que refieren a la intimidad: Madre e hijo, Elegía de un viaje, Una vida humilde, entre otras. Pero Francofonia es magnífica, digan lo que digan algunas voces críticas que no consiguen ver su grandeza y la consideran un mamarracho con picos nacionalistas. Un par de lentes de Carpenter y un buen isopo podrían ayudar a varios.

En principio, se trata de un retrato del museo parisino, que en 1940, durante la invasión nazi, fue amenazado por el régimen fascista, aunque cierta admiración de los invasores por la cultura francesa llevó a que existiera una política de conservación. Además de utilizar material de archivo, Sokurov incorpora una ficción a su ensayo sobre lo que sucedió entre Jacques Jaujard, encargado del museo, y el conde Franz von Wolff-Metternich, que encaraba el Kunstschutz. Sokurov también le dedica un tiempo a la construcción del museo, su historia y su presente. En las noches, el fantasma de Napoleón y el espíritu de Francia encarnado en una mujer se pasean por las salas.

Francofonia habilita diversas lecturas sobre la relación del arte con la política, la vulnerabilidad del arte frente a los poderes de la naturaleza, la connivencia de nuestros refinamientos estéticos y la voluntad de poder. Más allá de la interpretación, la física del film es admirable: Sokurov, que entiende la naturaleza de la luz como nadie, consigue que las pinturas adquieran un ligero movimiento. Como suele suceder en su cine, la dimensión sonora es todavía superior a la retórica visual. Con el oído se ven otras cosas.

(Del jueves 23 al domingo 26 en el Cine Arte Córdoba, 27 de abril 275)

Tres maestros coreanos

 Caramelo de menta es una de las grandes películas (coreanas) de fin de siglo que consiguen articular en su relato la relación entre la intimidad y la Historia (política). El film de Lee Chang-dong arranca con el intento de suicidio de Yhongo en un puente ferroviario de una zona rural (lugar que a medida que avanza el film adquiere un significado preciso). De ahí en más, la película trabajará en breves y originales flashbacks que van desde ese momento crucial hasta la juventud del protagonista, lo que no es otra cosa que un seguimiento de la enajenación del personaje como respuesta a la crueldad de la historia política de Corea del Sur.

Bong Joon-ho es un genio. Puede hacer una comedia costumbrista, un policial y una de monstruos y combinar los requerimientos de un género con intereses propios y contextos políticos. En El huésped la aparición de un monstruo que devora todo lo que se le cruza en el camino permite identificar la injerencia de los estadounidenses en la historia del país mientras el núcleo narrativo recae en las peripecias de una familia frente a la amenaza (sobre)natural.

Las películas de Hong Sang-soo suelen estar centradas en personajes de clase media de Seúl, casi siempre vinculados al mundo del cine; el tema elegido es casi siempre el mismo: la relación fallida pero inevitable entre los hombres y las mujeres. En Hahaha el relato pasa por un cineasta (que está por migrar a Canadá) y su encuentro con un crítico de cine, pero esto no afecta en nada la genialidad cómica y filosófica del film.

(En el Cineclub Municipal Hugo del Carril, Bv. San Juan 49, del jueves 23 al domingo 26)

Este texto fue publicado en el diario La voz del interior en el mes de junio 2016

* Extensa crítica del film de Sokurov; se puede leer aquí.

Roger Koza / Copyleft 2016