CINECLUBES DE CÓRDOBA (77): VIEJOS MAESTROS

CINECLUBES DE CÓRDOBA (77): VIEJOS MAESTROS

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25 Ago, 2015 02:01 | Sin comentarios
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Mi madre

Por Roger Koza

El rotundo éxito de un filme acerca de un emprendimiento familiar siniestro es bastante comprensible teniendo en cuenta el elenco y la referencia del caso. Lo que no se entiende es por qué ciertas películas más satisfactorias y no menos atractivas para el gran público, no quedan por más de dos semanas en la cartelera. Es el caso de Mi madre, la última película de Nanni Moretti, título que está entre los mejores de su filmografía y que merecería un número de púbico similar a un clásico entre Belgrano y Talleres.

Por suerte, en la ciudad de Córdoba funcionan las salas alternativas de los cineclubes, en donde se reúnen las películas perdidas por la impaciencia de los grandes exhibidores. Ya no hay tiempo para el boca en boca y el paulatino descubrimiento. La velocidad es la regla y la sustitución semanal arremete contra la permanencia. Nuestra suerte es que tenemos espacios de redescubrimientos.

Un espacio insustituible es Cine Arte Córdoba, lugar en el que vuelven a proyectar Mi madre, desde el jueves hasta el fin de semana. En su nuevo filme, Moretti conjura el magnetismo narcisista de su presencia en el relato guardándose un papel secundario, el del hermano de la directora de cine que está en el centro de la película.

Lo primero que se ve no es menor: una escena de una película dentro de la película. Se trata de una protesta obrera y el poder de ese pasaje en ralentí excede al propio filme en el filme. En sus propios términos, Mi madre es también una película política. Los signos están ahí, acaso dispersos, pero presentes. Pero el tema es visceralmente otro.

Si bien el carácter dramático pasa por la muerte inminente de la madre de la directora, a diferencia de En la habitación del hijo el tono del filme dista de ser elegíaco y depresivo. Hay aquí una gloriosa combinación equilibrada entre lo cómico y lo trágico, que le transfiere a la película una peculiar forma de incitar tanto a la inteligencia como a la sensibilidad por partes iguales. El costado humorístico está reservado al personaje que interpreta John Turturro, en unos de los grandes papeles de su carrera. El actor estadounidense interpreta aquí a un actor que viene a filmar con la directora en cuestión. Algunas escenas son memorables, en especial la secuencia que tiene lugar en un automóvil durante el rodaje.

En un pasaje final, la directora tendrá un recuerdo en el que hablaba con su madre. Ese tipo de asociación que tienen los vivos respectos de sus muertos es probable que no signifique para todos los espectadores lo mismo, pero para quienes ya saben qué significa la ausencia de sus seres queridos entenderán de inmediato esa modalidad de la memoria afectiva que suscitan los fantasmas más íntimos. Esa sola escena justifica Mi madre, una de las grandes películas de Moretti y uno de los mejores estrenos del año. (Cine Arte Córdoba, 27 de abril 275, desde el jueves 27 al domingo 30)

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Clases nocturnas

Breves y geniales

La propuesta de Martín Campos, uno de los programadores del Cineclub Municipal Hugo del Carril, es más que bienvenida: dos veces por mes, los miércoles, la institución propone un programa diario de cortos. La breve duración en el cine suele subestimarse, como si en 5, 10 o 20 minutos un cineasta no pudiera hacer mucho debido a la escasez de tiempo que impone el concepto de cortometraje. Como sucede en el cine, lo que importa es saber qué hacer con cada minuto, y cuando eso sucede una película resulta independiente de su duración.

Por eso es muy interesante constatar el trabajo de los grandes maestros del cine. En esta ocasión, se proyectarán cortos de Kurosawa (Sueños, un largo constituido por varios cortos) Polanski, Les Blank, Tati y Étaix.

La unión de Tati y Étaix constituye una excelente oportunidad para visualizar la gramática de la comedía física del cine silente retomado por dos cineastas modernos. Esto se puede ver perfectamente en Clases nocturnas, de Tati, y en Ruptura, de Étaix, dos películas realizadas en la década de 1960 en las que se puede divisar el secreto de una forma de humor que se predica del desacople entre los objetos, el espacio y la conducta corporal.

Las dos películas arrancan en la calle con sus respectivos protagonistas caminando, o más bien esquivando obstáculos. En el filme de Étaix, el fin de una relación amorosa coincide con el deseo del protagonista de escribir una carta. Todos, absolutamente todos los objetos vinculados con el acto de escribir (tinta, lapicera, papel, escritorio y silla) trabajarán en un sentido distinto al habitual, incluso hasta tendrán un efecto cómico mortal. En el caso de Tati, las clases a las que remite el título pasan por una pedagogía del absurdo en la que el tropiezo es una didáctica del profesor interpretado por el comediante. El final de Clases nocturnas, por cierto, remite a Playtime. El gag visual, que llega en el desenlace, es tan genial como revelador: la modernidad es una imagen, una ilusión. (Miércoles 26, en el Cineclub Hugo del Carril, Bv. San Juan 49)

Este texto fue publicado en el diario La voz del interior en el mes de agosto 2015

Roger Koza / Copyleft 2015

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