CINECLUBES DE CÓRDOBA (72): RELATOS VISCERALES

CINECLUBES DE CÓRDOBA (72): RELATOS VISCERALES

por - Cineclubes, Críticas, Críticas breves
23 Jun, 2015 05:03 | Sin comentarios
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El agujero

Por Roger Koza

Tsai Ming-liang es uno de los grandes cineastas del cine contemporáneo que empezaron a filmar en la última década del siglo pasado. Los rebeldes del dios Neón, Viva el amor, El río y El agujero fueron sus cuatro títulos iniciales en ese período. Tres obras maestras y un debut más que promisorio.

El agujero se estrenó en Cannes en 1998, y había sido una película comisionada por un proyecto general de la televisión francesa que les pedía a distintos cineastas imaginar el ingreso a un nuevo milenio que había sido concebido como el fin de los tiempos. El cineasta nacido en Malasia imaginó entonces una distopía extraordinaria que habla –como suele suceder en estos casos– del presente más que del futuro (cercano). El blanco del filme es la presunta bonanza económica de los países emergentes asiáticos proclamados como ejemplos de un nuevo capitalismo.

El relato propone una epidemia denominada “Fiebre de Taiwán”. Taipéi sufre así una extraña maldición biológica por la que la gente, si permanece en la ciudad, empieza a comportarse como cucarachas. Los que se aferran a sus casas y deciden quedarse en ella no sólo puede padecer la fiebre sino que tienen que afrontar cortes totales en el suministro de agua y luz. Es un infierno, en el que la ciudad ya no funciona como protección metafísica. En este contexto de supervivencia dramático, el egoísmo es el móvil de las conductas, y Tsai insistirá en ofrecer una resistencia simbólica apostando a gestos mínimos de solidaridad. El plano final es el triunfo de ese sentimiento destituido por las circunstancias.

Pero El agujero no sería el filme extraordinario que es si no estuvieran los cortes abruptos de la realidad diegética ocasionados por algunos números musicales en los que el director rinde homenaje a la cantante Grace Chang, instancias en las que se abandonan los planos extensos fijos y desprovistos de colores saturados. En estas secuencias, la voluntad de vivir irrumpe como deseo y organiza la puesta en escena. (Martes 23, a las 21 h, en el cineclub Cinéfilo, Bv. San Juan 49)

Que Estómago (2007), un filme sobre cocina, empiece con un discurso y termine con un culo, denota coherencia, pues se trata de la travesía literal y natural de cualquier alimento, aunque aquí el viaje nutricional es conscientemente simbólico y político: este filme divertido y sorpresivo, este relato gastronómico y carcelario alude directamente al poder como un sistema digestivo.

Raimundo Nonato (el genial João Miguel) es oriundo de la zona rural del norte de Brasil. En una metrópolis imprecisa del sur aprenderá el oficio gastronómico. Su aprendizaje dietético es proporcional a su educación “cívica”: el amoroso Nonato es también “Nonato Navaja”. ¿Acaba de salir de la cárcel o por algún motivo se convirtió en el cocinero oficial de unos reos, compañeros de celda?

El director Marcos Jorge se las ingenia para despistar desde un inicio (gracias a un inteligente uso del flashback) y develar el secreto de la trama casi llegando al final (a través de un plano secuencia formidable). Nonato amará a una prostituta y refinará su sensibilidad culinaria, pero Estómago –un título cuya visceralidad poco sugiere el encantamiento y la seducción de los filmes gourmet típicos (a pesar de no traicionar al género, ya que se puede palpar el placer de las buenas comidas y el famoso arte culinario)– posee una agenda precisa que reenvía el filme a un universo mayor que el legítimo pero limitado territorio de los chefs. La innecesaria musicalización y algunas decisiones de puesta en escena tal vez cuestionables no llegan a minimizar el núcleo de una película sólida en la construcción de un mundo y pertinente en su crítica social. (Martes 23, a las 20.30 h, en el SUM del Club Atlético Belgrano; ingreso por Arturo Orgaz, esquina La Rioja)

Breves y geniales

El tiempo en el cine es un misterio, como sucede también fuera de él. Un ejemplo contundente: Un paseo con Johnny Guitar (2005) de João César Monteiro. En tres minutos, el bromista más lúcido de Portugal demuestra cómo se puede citar una película en una película, sugerir la influencia de un filme en el invisible mundo de las emociones y aludir a la relación que se establece entre el cine y el mundo. El personaje de Monteiro vuelve a su casa en la noche. Al llegar divisa a un mujer desde su ventana en el departamento del frente. Se miran. Ambos están solos. Eso es lo que se ve. Lo que se escucha es una escena extraordinaria de Johnny Guitar (1954), de Nicholas Ray. Los viejos amantes interpretados por Joan Crawford y Sterling Hayden en Johnny Guitar (titulada en nuestro país como Mujer pasional) se encuentran en la noche, no pueden dormir. Réplica entre sonido e imagen, entre un filme y otro: todo está dicho, y con eso solo basta para darse cuenta del genio lusitano. En la muestra mensual de cortos magistrales se verán tres películas más de Monteiro. También se proyectarán películas de Santiago Álvarez, Agnès Varda, Vsevolod Pudovkin, entre otros. (Miércoles, desde las 15 h en adelante, en el Cineclub Municipal, Hugo del Carril, Bv. San Juan 49)

Este texto fue publicado por el diaro La voz del interior en el mes de junio de 2015.

Roger Koza / Copyleft 2015