CINECLUBES DE CÓRDOBA (49): LOS GÉNEROS IMPORTAN

CINECLUBES DE CÓRDOBA (49): LOS GÉNEROS IMPORTAN

por - Cineclubes de Córdoba, Críticas breves
29 Sep, 2014 08:57 | Sin comentarios
vlcsnap-2014-09-29-01h16m04s5

Los paraguas de Cherburgo

Por Roger Koza

Una de las confusiones recientes en cuanto a la evaluación del presunto renacimiento del cine de género en Argentina es pensar que el género implica una oposición necesaria al cine de autor. Un filme de género define su poética, lo que no implica lógicamente una aproximación a la puesta en escena donde el director no pueda plasmar su visión de las cosas. Basta decir Hitchcock para refutar ese sofisma.

El género musical suele estar asociado al cine estadounidense, vinculación que expresa una verdad de nuestra posición respecto del cine y poco sobre la historia de los musicales en el cine. En ese género hay películas rusas, indias, egipcias. En Francia, el musical significa Jacques Demy.

Los paraguas de Cherburgo (1964), tercera película de Demy y primera en colores (además de ser la tercera obra maestra consecutiva en su carrera) es uno de los musicales más hermosos jamás filmados. Absolutamente todos los momentos en los que los personajes se expresan con palabras lo hacen cantando, situación inverosímil para cualquier temperamento realista, aunque lo curioso de este musical es que revela la vida cotidiana de un lugar y representa un tiempo específico casi como si se tratara de un documental.

La historia arranca en 1957: un mecánico de autos está enamorado de la hija de la dueña de un local que vende paraguas; la madre, una viuda demasiado joven y endeudada, preferiría que su hija se enamorara de alguien con mejor posición económica. Para su suerte, un buen día el joven en cuestión debe cumplir con el servicio militar. La guerra con Argelia, el gran fuera de campo de la película, necesita refuerzos, y quizás Guy tenga que ir al frente. Uno de los grandes momentos del filme tiene lugar justamente cuando Genevière (Catherine Deneuve, nunca tan hermosa y frágil en una película) va a despedir a su enamorado a la estación de tren. El travelling hacia atrás acompañando el movimiento del tren denota la distancia que empezará a definir la relación. Nada será lo mismo a partir de ese momento.

Desde la panorámica inicial sobre el puerto de Cherburgo, que culmina en un plano cenital sobre los transeúntes que caminan en la calles abriendo sus paraguas, cada encuadre implica aquí una decisión formal perfecta y adecuada. La elegancia es una filosofía material de todo lo visible: desde las paredes hasta los colores del vestuario están concebidos como si la materia estuviera en consonancia con los temas musicales de Michel Legrand. (Miércoles 1, a las 20 h, en el Cineclub El séptimo, Museo Caraffa).

3godfathers02

Los tres padrinos

Un western teológico

Entre los doce westerns de John Ford realizados en la era del cine sonoro, entre 1939 y 1964, Los tres padrinos (1948) es una legítima rareza debido al impredecible sustrato cristiano del filme en el que John Wayne, Pedro Armendáriz y Harry Carey Jr. (el filme está dedicado a su padre, el gran Harry Carey) son tres ladrones. Tras cometer un robo y escapar del sheriff del pueblo, los tres forajidos quedan varados en el desierto sin agua, comida y al cuidado de un bebé recién nacido, cuya madre acaba de morir. A días de la llegada de la Navidad, salvar al niño y resignar la libertad no deja de tener connotaciones que exceden un imperativo moral. Como suele suceder en Ford, el dramatismo del contexto es suavizado por una suerte de ligereza humanista no exenta de humor. Ver a Wayne lidiando con el bebé en el medio de la nada es tan cómico como inesperadamente amable. Si bien los tres protagonistas y la criatura sostienen el filme, el viento, la arena y la inmensidad del Valle de la Muerte tienen una presencia fundamental y funcionan como un contrapunto material y natural al simbolismo religioso. (Miércoles 1, a las 21 h, en Cinéfilo Bar, Bv. San Juan 1020).

Yakuzas

En Takashi Miike el único límite moral es hacer llorar a un niño. El resto, todo es posible, como se puede ver en las dos primeras secuencias de Shinjuku Triad Society (1995), este energético filme de mafias (yakuzas) en el que se enfrentan dos bandos, uno japonés y otro chino. La capacidad de Miike para inventar personajes, su manejo del espacio en el registro y del ritmo de la película a través de un montaje que puede ser frenético como deliberadamente clásico –según la ocasión–, son características notables de su cine, una marca registrada que ya puede constatarse en este filme inicial, realizado cuando todavía era desconocido en Occidente. (Miércoles 1, a las 22 h, en el Cineclub de la Biblioteca, Bv. San Juan 49).

Este texto fue publicado en otra versión por La voz del interior durante el mes de septiembre 2014

Roger Koza / Copyleft 2014